KENIA: Mujeres exigen reconocimiento oficial

La preocupación por la escasez de alimentos y el avance del hambre llevó a las mujeres de Kenia a exigir al presidente Daniel Arap Moi que desarrolle políticas agrícolas que tomen en cuenta la participación femenina en la producción.

En los últimos meses, este país padeció una grave escasez de agua y electricidad que causó severa falta de víveres en zonas orientales y septentrionales del territorio.

Un taller de trabajo sobre seguridad alimentaria reveló que aunque las mujeres producen 60 por ciento de las cosechas siguen siendo el segmento menos remunerado y más pobre de la sociedad.

Las mujeres también padecen obstáculos como la falta de crédito para acceder a productos y servicios, un factor que podría ser responsable de la crisis alimentaria actual.

"Las mujeres en Kenia, como en otros países africanos, cargan con la mayor parte de la seguridad alimentaria del hogar y participan en cada etapa de la producción de víveres", apuntó Jane Kiano, responsable del Consejo Nacional de Mujeres en Kenia (NCWK).

Desde comienzos de año, la región del Cuerno de Africa experimentó una fuerte sequía que causó malas cosechas y deterioró la situación nutritiva del ganado, ocasionando la muerte de cabras, ovejas y bovinos.

En junio, Arap Moi y el Programa Mundial de Alimentos lanzaron un llamado de emergencia y pidieron 88 millones de dólares en ayuda alimentaria para aliviar la situación de 23 millones de los 28 millones de kenianos.

La ayuda de emergencia será necesaria hasta la breve estación de lluvias esperada para febrero en las zonas agrícolas áridas y marginales que integran 70 por ciento de las tierras cultivables, según un informe del gobierno.

Un grupo de 13 organizaciones no gubernamentales (ONG) dedicadas a las operaciones de ayuda de emergencia anunciaron esta semana que la escasez de víveres es desesperante y exhortaron a los donantes a dar apoyo adicional a su reclamo.

"La mayor parte de los víveres distribuidos en julio fueron entregas tardías del primer pedido que finalizó en junio", expresó un comunicado de las ONG.

El taller de trabajo, sin embargo, señaló que los problemas alimentarios no comenzaron con la sequía actual.

El año pasado cifras oficiales indicaron que el consumo de alimentos excedió largamente la producción. La cosecha de maíz consistió en 30 millones de sacos de 100 kilos, tres millones de sacos menos del total requerido.

La producción de trigo alcanzó sólo tres millones de sacos a pesar de la demanda de siete millones. La producción de arroz, que se mantuvo en 450.000 toneladas, debe aumentar a 700.000 toneladas para hacer frente a la demanda.

Uno de los motivos de esta situación, según el NCWK, es que las políticas oficiales utilizan un método verticalista, negando la propiedad a la gente más afectada. Esas políticas también son insensibles a los problemas de género porque no consideran las diferentes necesidades de hombres y mujeres.

"Las mujeres llevan a cabo la mayor parte de las actividades agrícolas pero tienen poco control sobre ellas", admitió Beth Ndun'gu, una funcionaria de KARI.

Instituciones agrícolas como KARI realizan actividades formativas para que los campesinos aumenten la producción alimentaria, pero sus esfuerzos se frustran por actitudes culturales que discriminan la base del género.

Por ejemplo, mientras esos programas de formación son asistidos en su mayoría por hombres que supuestamente son jefes del grupo familiar, en la práctica la actividad la realizan mujeres poco preparadas y niños, un factor que actúa contra la seguridad alimentaria.

Anne Onyango, una funcionaria del Ministerio de Agricultura que está a cargo de la producción alimentaria, atribuyó la situación actual a la política uniforme del gobierno, "que no puede resolver los problemas de los campesinos porque difieren de un lugar a otro".

Un nuevo proyecto de revisión política tambien quedó paralizado tras la designación del equipo encargado de relanzar la alicaída economía para satisfacer las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI).

En este contexto, la estrategia alimentaria se integró a la política general de alivio de la pobreza planeada por el FMI.

El ministro de Agricultura Chris Obure admitió que la política alimentaria ha sido un fracaso. "Si bien el gobierno eliminó aranceles a los fertilizantes y otros insumos rurales para fomentar la producción alimentaria, siguen siendo costosos".

La seguridad alimentaria también depende de las costumbres en materia de nutrición, que alientan la diversificación de las cosechas para reducir la dependencia sobre el maíz, el trigo y el arroz, especialmente en zonas agrícolas marginales que producen cultivos resistentes, como el sorgo. (FIN/IPS/tra-en/ja/sm/ego/aq/dv/00

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