Un nuevo aniversario de la derrota de Japón en la segunda guerra mundial reavivó el debate sobre el papel de este país en ese conflicto y la actitud que deben adoptar los japoneses hacia su pasado.
Algunos nacionalistas proclaman que es hora de superar la historia bélica de Japón y trabajar por un nuevo espíritu nacional en el siglo XXI.
Un paso positivo, sugieren, sería la visita oficial de autoridades y miembros de la familia imperial al santuario Yasukuni, símbolo del militarismo nacional construido en homenaje a los 2,4 millones de japoneses caídos en guerra.
En el santuario están enterrados seis criminales convictos de la segunda guerra mundial.
"Los líderes deberían ignorar las protestas de países como Corea del Sur y China, que siempre se refieren a la colonización de sus países en este aniversario", opinó Hakugaki Kuriyabashi, de 84 años, quien pasó siete años en Siberia tras la derrota de Japón.
"Deberían dejar claro que Japón ya pidió perdón por las cosas malas que les hizo y luego dedicarse a honrar a sus muertos", insistió Kuriyabashi, uno de las 10.000 personas que visitaron el santuario el martes.
Yasukuni, que significa "país pacífico", es el lugar de congregación de miles de japoneses cada 15 de agosto, la fecha en que Japón se rindió a las fuerzas aliadas, hace 55 años.
El santuario, situado en el corazón de Tokio cerca del Palacio Imperial, honra a todos los japoneses muertos en guerra. Fue creado en 1869, pero solo comenzó a conocerse como Yasukuni en 1879.
Ningún miembro de la familia imperial se hizo presente en Yasukuni el martes, y tampoco lo hizo el primer ministro Yoshiro Mori, para evitar enojar a países vecinos que padecieron atrocidades a manos del Ejército Imperial Japonés en la segunda guerra.
En cambio, el emperador Akihito y Mori asistieron a un acto conmemorativo en otra parte de Tokio y expresaron su dolor por la agresión de la guerra, por los caídos y sus familias.
Pero 10 miembros del gabinete y el popular gobernador de Tokio, el nacionalista Shintaro Ishiharo, estuvieron entre los numerosos visitantes del santuario.
Algunos observadores consideraron que la presencia de funcionarios de gobierno en Yasukuni es solo una de numerosas señales de cambio en la manera en que los japoneses ven su pasado bélico.
Muchos creen que, para aumentar su confianza, este país debe superar de una vez lo que hizo a otras naciones hace más de medio siglo. El problema es que todavía no hay consenso sobre la manera de hacerlo.
Los esfuerzos de Japón por llegar a un acuerdo con su pasado son obstaculizados por eternos debates sobre las atrocidades que cometió en la guerra, por ejemplo haber forzado a miles de mujeres de Corea del Sur, Filipinas e Indonesia a la esclavitud sexual.
También surgen permanentemente discusiones sobre la manera en que Japón debería disculparse por esos actos, y esta cuestión todavía afecta sus vínculos con países vecinos.
Todo el país se vio envuelto en un feroz debate hace un año cuando el parlamento se disponía a aprobar una ley que ordenaba a las escuelas emitir el himno nacional y enarbolar la bandera del sol en las ceremonias.
Ambos son vistos como símbolos del Japón que invadió países vecinos hace varias décadas.
En los últimos días, varios políticos y académicos propusieron una reforma de la Constitución de posguerra. La ley fundamental establece que Japón solo puede tener fuerzas de autodefensa, y no un ejército capaz de agresiones.
Los partidarios de la reforma constitucional arguyen que Japón ya maduró lo suficiente para ejercer un papel más activo en los asuntos internacionales sin la bendición de Estados Unidos.
Por otra parte están los esfuerzos de la Asociación de Japón, una organización de unos 23.000 japoneses en su mayoría ancianos que pretenden restaurar la "antigua gloria" nacional.
"Queremos la paz, no la guerra. Pero también queremos que los japoneses tengan confianza en su pasado", declaró una integrante de la Asociación que distribuía panfletos en Yasukuni.
Algunas personas mayores sostienen que la culpabilidad expresada por Japón en el último medio siglo fue por motivos equivocados, y por eso los jóvenes de hoy tienen una visión distorsionada de la segunda guerra mundial y del papel de Japón en ella.
"Japón fue arrastrado a la segunda guerra por Estados Unidos", afirmó Shusaku Moriyama, de 77 años, quien durante el conflicto estaba estacionado en Manchuria y vio a muchos de sus amigos morir allí.
"Muchos japoneses murieron para defender a su país y liberar a Asia de la agresión occidental. Me enfurece que la nueva generación no vea el pasado de esta manera", agregó.
Lo mismo opinó Taro Hasegawa, de 72 años, que fue enviado a Filipinas como oficial del Ejército Imperial y vivió un infierno en la selva de ese país.
"Me preocupa el futuro de Japón porque nuestros jóvenes no tienen fuerza moral ni identidad. No se les ha enseñado a respetar a su nación", declaró.
Yayoi Saeki, de 79 años, se conforma con visitar Yasukuni silenciosamente cada 15 de agosto y rezar por su esposo, que murió a los 28 años en la guerra.
"Lo que le sucedió a la mayoría de los que yacen en Yasukuni y a otros asiáticos que sufrieron como resultado del militarismo japonés no debería volver a pasar nunca", dijo a IPS. (FIN/IPS/tra-en/sk/ccb/js/mlm/ip/00