La historia de un niño de tres años con graves quemaduras que fue rechazado por cuatro hospitales y luego murió conmovió a la sociedad de China y puso en evidencia la crisis del sistema de salud después de las reformas de mercado.
Cuando Liu Guangxiang, apodado Maomao, llegó a la quinta clínica en su localidad natal de Urumqi, capital de la nororiental Región Autónoma de Xinjiang, ya era demasiado tarde, y falleció al poco rato de deshidratación severa.
Aunque el hecho se produjo en la remota región de Xinjiang, conmovió a todo el país. La noticia fue comunicada primero por el diario local Xinjiang City Daily, y este mes llegó al People's Daily, el órgano oficial del Partido Comunista.
People's Daily publicó un desgarrador informe sobre la noche en que el niño fue rechazado por los hospitales y sobre cómo el personal médico involucrado intenta ahora deslindarse de toda responsabilidad por la tragedia.
Las redacciones de los diarios se vieron inundadas por miles de cartas del público que expresaban indignación por la crisis del sistema de salud y la ocurrencia cada vez más frecuente de hechos deplorables como el rechazo de Maomao en cuatro instituciones.
"¿Cómo puede haber gente tan fría? ¿Acaso no tienen hijos? ¿Adónde ha ido a parar la humanidad?", preguntaba una carta enviada al China Youth Daily.
Pero la muerte de Maomao reveló algo más que una crisis de valores morales.
El desmantelamiento del sistema socialista de bienestar social, que otorgaba apoyo estatal "de la cuna a la tumba", hizo que todos los chinos debieran pagar por su educación, vivienda y atención de la salud.
La reforma menos exitosa y más criticada dentro de las transformaciones orientadas al mercado de los años 80 fue precisamente la del sistema de salud, que introdujo privatizaciones y el pago de servicios por los pacientes.
Como resultado, el Estado dejó de ser un proveedor gratuito de servicios de salud, y los directores de los hospitales pasaron a ser responsables por la rentabilidad de sus instituciones. Esto fue precisamente la trampa fatal para Maomao y sus padres.
En la noche del 16 de julio, Maomao cayó accidentalmente en una tina de agua hirviendo. Mientras la madre sostenía en brazos al niño, que lloraba a gritos, el padre, Liu Huadong, fue a rogar a sus vecinos que le prestasen dinero para el depósito de garantía del hospital.
Tras oir lo ocurrido, un vecino de Liu le entregó 5.000 yuanes (unos 600 dólares) que había apartado para la restauración de su casa.
Sin embargo, cuando la familia llegó al hospital número uno de Urumqi, el médico de guardia se negó a tratar al niño a menos que los padres le entregaran 20.000 yuanes (unos 2.400 dólares) por adelantado.
Temiendo lo peor, Liu se arrodilló y le suplicó al médico que atendiera a su hijo, bajo la promesa de que juntaría el dinero después, pero fue rechazado.
En las tres horas siguientes, los padres llevaron al niño a otros tres hospitales, pero fueron rechazados en uno tras otro.
El Hospital de Obreros de la Construcción de la Región Autónoma no disponía de un pabellón para quemados, y no había camas disponibles en el Hospital Popular de la Región Autónoma ni en el Hospital Universitario de Xinjiang.
Maomao falleció un par de horas después de ser admitido en el Hospital General Militar de la Región, su quinta parada de aquella trágica noche.
"¿No podían haber admitido al niño primero, y luego discutir el paso siguiente?", preguntó la madre entre sollozos.
Sin embargo, nadie está dispuesto a asumir costos de pacientes que no están en condiciones de pagarlos. Debido a la falta de fondos públicos, los cuatro hospitales que negaron atención al niño están desfinanciados, según informes de prensa.
Los depósitos cobrados por un hospital antes del tratamiento tienen por finalidad asegurarse el pago de los servicios. Dado que muchas ciudades todavía carecen de un sistema de seguro médico, muchas personas deben pagar gastos exorbitantes de su propio bolsillo.
Los hospitales escasos de recursos suelen sacrificar algunas prácticas en favor de otras más rentables, como la venta de medicamentos y largas internaciones.
Cuando el primer ministro Zhu Rongji asumió el gobierno en 1998, prometió establecer un nuevo sistema de seguro médico en áreas urbanas para fines de 2000, pero numerosos informes de prensa revelan que todavía queda mucho camino por andar.
La eliminación del antiguo sistema provocó dos situaciones extremas en el sistema nacional de salud.
En la capital, donde las instituciones médicas funcionan bajo el escrutinio de la administración central de la salud, los hospitales en general no rechazan pacientes, pero llevan una pesada carga de deudas incobrables.
El Hospital de Niños de Beijing tenía en mayo facturas sin cobrar por el equivalente a 350.000 dólares.
El otro extremo tiene lugar en las provincias, donde las prácticas médicas, alejadas del control de la administración central, no están reguladas.
Como resultado, los pacientes sin recursos son rechazados directamente o quedan atrapados en el conflicto entre trabajadores de la salud descontentos y hospitales desfinanciados.
Otro caso publicado por la prensa fue el de Yu Yinxiu, de 68 años, quien murió sin atención en el Hospital Hunan Qianshanhong mientras el personal realizaba una huelga en reclamo de salarios impagos.
En medio de la conmoción pública provocada por la muerte de Maomao, su padre expresó su deseo de que lo ocurrido a su hijo "nunca vuelva a sucederle a nadie".
Pero la realidad indica lo contrario, porque en la raíz del problema está la ausencia del Estado y la falta de fondos y control público en un sector social vital. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/he-dv/00