El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, recorrió durante 10 días más de 50.000 kilómetros para invitar en persona a sus pares de la OPEP a una histórica cumbre, precedida por llamados a la unidad dirigidos a determinar un «precio justo» del petróleo.
La gira fue la más controversial realizada por Chávez desde su llegada al poder en febrero de 1999, y lo convirtió en protagonista de las noticias internacionales por su visita a Iraq, que causó visibles molestias al principal comprador de petróleo venezolano, Estados Unidos.
Pero en medio del ajetreo del viaje, Chávez logró su misión: en sus reuniones con soberanos, jefes de Estado y de gobierno cosechó apoyo para la segunda cumbre en los 40 años de historia de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) convocada del 27 al 29 de septiembre en Caracas.
El presidente venezolano, quien partió a Medio Oriente el día 6 y regresó desde el norte de Africa el miércoles, planteó a sus pares la necesidad de reforzar la OPEP, con la finalidad de aumentar su influencia sobre los mercados.
Antes de partir, Chávez también había admitido que se proponía afianzar el liderazgo venezolano dentro del grupo, del cual este país, el tercer exportador mundial de petróleo, es miembro fundador.
Chávez practica desde su llegada al gobierno una «diplomacia petrolera» basada en el apego de Venezuela a los principios y las decisiones de la OPEP, lo que se ha traducido en una ardorosa defensa de la estrategia de cuotas de producción practicada con particular celo desde marzo de 1999.
La OPEP restringió su oferta de petróleo para aumentar los precios, que entonces estaban en su nivel más bajo en dos décadas. Un año después se habían triplicado, lo que llevó a la organización a aumentar su producción dos veces durante 2000.
Los principales consumidores del mundo, encabezados por Estados Unidos, alegan que los precios aún son altos, pero Chávez manifestó a los socios de la organización su opinión en contrario y sostuvo que es necesario defender su nivel.
«No sólo de petróleo vive el hombre, pero tenemos que cuidar el petroleo y su precio, estabilizar el mercado y fortalecer la OPEP», planteó el mandatario venezolano en su gira.
La primera escala de Chávez fue Arabia Saudita, donde sostuvo entrevistas con el rey Fahd. Ambos gobernantes estuvieron de acuerdo en la necesidad de adoptar medidas para estabilizar los mercados, según trascendió en Caracas.
Esa visita se produjo en medio de insistentes rumores sobre la intención de Arabia Saudita de colocar 500.000 barriles diarios adicionales. Pero un repunte de precios de fines de la semana pasada indicaba que esa oferta de petróleo no se había materializado, según analistas del mercado.
Arabia Saudita también confirmó su presencia en la cumbre, donde será representada por el príncipe heredero Abdullah.
Chávez siguió después rumbo a Kuwait, Qatar y Emiratos Arabes Unidos, países donde también habría conseguido el compromiso de asistencia a la cumbre de Caracas, de acuerdo con informaciones de miembros de la delegación venezolana citados por la prensa de este país.
La siguiente escala de su viaje fue Irán, donde se entrevistó con el presidente Mohamed Jatami, quien calificó la cumbre convocada por Chávez como «un paso efectivo» para reforzar a la OPEP. «Nuestros puntos de vista son muy similares», aseguró.
A partir de ese momento la gira produjo interés mundial, pues Chávez decidió entrar por tierra a Iraq y se convirtió en el primer jefe de Estado democrácticamente elegido en visitar ese país después de la guerra del Golfo (1991).
Países de la OPEP que fueron rivales de Iraq en el pasado, como Irán, Arabia Saudita y Kuwait, no hicieron comentarios sobre la visita a Bagdad, pero Estados Unidos sí reaccionó públicamente ante lo que consideró como una «mala idea».
Venezuela respondió alegando que la visita a Iraq fue una decisión soberana inspirada por una relación petrolera y no por motivos ideológicos. Las imágenes de Chávez y Saddam Hussein dieron la vuelta al mundo, y, según trascendió, se habría logrado apoyo de Bagdad para las estrategias de la OPEP.
Sin embargo, se considera casi imposible que Hussein viaje a Caracas. Si lo hiciera, sería su primera salida oficial del país en una década.
Chávez siguió hacia Indonesia, donde el presidente Abdurrahman Wahid aceptó la invitación a Caracas y coincidió en la necesidad de defender los precios petroleros. Los dos mandatarios también protestaron en conjunto por las sanciones de la Organización de las Naciones Unidas contra Iraq.
Desde Indonesia, Chávez voló rumbo a Libia, donde aseguró que el actual nivel de los precios «permite el desarrollo de nuestros pueblos», mientras acusaba a los países industrializados de «intentar imponer los precios que les convienen».
Muammar Gadhafi coincidió en la importancia de contar con una OPEP fortalecida, y de paso alabó el proyecto de cambios políticos desarrollado por Chávez en Venezuela, que calificó de «una revolución popular».
Chávez, un militar retirado, auspició la aprobación de una nueva Constitución y un cambio de la institucionalidad para refundar la democracia venezolana, iniciada hace 42 años. Pero Gadhafi tampoco asistiría a la cumbre, según trascendió en esta capital.
Nigeria fue la siguiente parada del gobernante sudamericano, quien también logró respaldo a su convocatoria por parte del presidente Olusegun Obasanjo.
La última escala fue Argelia, donde se reunió con el presidente Abdelaziz Bouteflika, quien también asistiría al encuentro en Caracas.
Argel fue escenario de la única cumbre realizada en toda la historia de la OPEP de 11 miembros, en 1975. El secretario general de la organización, el nigeriano Rilwanu Lukman, quien visitó Caracas hace un mes, consideró que una nueva convocatoria 25 años después es «un hito». (FIN/IPS/lc/mj/if/00