El primer ministro de India, Atal Bihari Vajpayee, se abstuvo esta semana de responder a una amenaza nuclear de Pakistán, y en cambio se limitó a advertirle que no utilice la fuerza para intentar retrazar sus fronteras.
La cuestión de Cachemira, el único estado indio de mayoría musulmana, dominó el lunes y el martes los discursos de Vajpayee y de su homólogo paquistaní Pervez Musharraf en ocasión del 53 aniversario del fin del dominio colonial británico en el subcontinente.
Pakistán, que controla dos tercios de la región de Cachemira, reclama para sí el tercio incorporado a India poco después de la independencia, en 1947. Ambos países surasiáticos, actualmente armados de bombas nucleares, ya pelearon dos guerras por ese territorio.
El general Musharraf prometió el lunes, en el Día de la Independencia, que Pakistán continuará apoyando a los separatistas cachemiros y culpó a Nueva Delhi por el fracaso de la tregua ofrecida por uno de los principales grupos secesionistas.
"Pakistán les continuará ofreciendo apoyo moral, diplomático y político en su lucha contra el terrorismo de Estado", declaró Musharraf.
Un día después, en el tradicional discurso del 15 de agosto desde la muralla del Fuerte Rojo, en el corazón de Nueva Delhi, Vajpayee recalcó que Cachemira es parte integrante de India.
"Las fronteras de nuestro país nunca podrán retrazarse por la fuerza o la violencia, y el tiempo no puede volverse atrás", dijo a una multitud controlada por miles de policías y paramilitares, debido a amenazas de bomba.
El primer ministro indio se abstuvo de hacer cualquier referencia a la amenaza lanzada por el presidente paquistaní Rafiq Tarar de que la cuestión de Cachemira podría conducir a un conflicto nuclear.
Analistas políticos atribuyeron la respuesta mesurada de Vajpayee al reconocimiento de que la comunidad internacional está ahora más solidaria hacia la postura de Nueva Delhi.
El primer ministro indio recordó el derramamiento de sangre producido en el subcontinente tras su subdivisión según líneas religiosas hace 53 años, y dijo que las naciones ya no pueden separarse sobre la base de la religión.
Shejar Gupta, jefe de redacción del diario Indian Express, consideró que el discurso de Vajpayee fue "maduro y positivo".
Vajpayee reafirmó su voluntad de resolver la cuestión de Cachemira por la vía del diálogo pese al fracaso este mes de las negociaciones con uno de los grupos militantes, destacó Gupta.
La tregua de dos semanas y las conversaciones de paz ofrecidas por el grupo Hizbul Mujahideen, con sede en Pakistán, fracasaron cuando Vajpayee rechazó la demanda de los militantes de incluir a Islamabad en el diálogo.
En su discurso de el martes, Vajpayee reiteró que su gobierno solo dialogará con Pakistán cuando éste "deje de promover la violencia en Cachemira".
La acusación de India fue respaldada por un informe del diario The Washington Post, el cual señaló que 1,75 millones de hombres reciben entrenamiento militar en Pakistán.
Islamabad niega esa acusación, sostiene que solo ofrece a los separatistas "apoyo moral" y acusa al ejército indio de excesos contra civiles cachemiros.
Las celebraciones de la independencia en India se realizaron bajo estrictas condiciones de seguridad debido al temor de atentados terroristas. En la noche del lunes, una bomba colocada en un tren de pasajeros mató a siete personas e hirió a otras 60 en el estado norteño de Uttar Pradesh.
A diferencia de Vajpayee, la cancillería india sí hizo referencia a la advertencia formulada por el presidente de Pakistán, a la que describió como "alarmista".
"No compartimos su opinión sobre la posibilidad de una guerra nuclear", declaró Raminder Singh Jassal, portavoz de la cancillería.
Además, "creemos que las amenazas nucleares no contribuyen a la construcción del necesario clima de confianza, paz y seguridad", agregó Jassal.
Sin embargo, la disposición de Vajpayee a dialogar con Pakistán sobre Cachemira no es compartida por algunos sectores de su Partido Bharatiya Janata, de corte nacionalista e hinduísta.
Esos sectores presionan a la coalición de gobierno a adoptar una dura postura militar frente a lo que describen como "una guerra por poder" de Pakistán en Cachemira, e incluso a perseguir a separatistas cachemiros del otro lado de la frontera. (FIN/IPS/tra-en/rdr/mu/mlm/ip/00