La decisión del presidente electo de México, Vicente Fox, de acercarse a América Latina, ahora realzada por su gira por el Cono Sur, que finalizó el viernes, sorprendió a la diplomacia brasileña, que estaba concentrada en promover una integración exclusivamente sudamericana.
Fox visitó Brasil el miércoles y jueves, con su vigoroso discurso latinoamericanista, mientras el gobierno de Fernando Henrique Cardoso preparaba la reunión de presidentes de América del Sur convocada para el 31 de agosto y 1 de septiembre en Brasilia.
La cumbre, una iniciativa de Cardoso, responde a la estrategia brasileña de unir el sur del continente, incluso para enfrentar en mejores condiciones las negociaciones comerciales con las grandes potencias, en especial Estados Unidos y Unión Europea.
Brasil intenta así cerrar el segundo «círculo concéntrico» de su gradual integración internacional. El primero fue el Mercado Común del Sur (Mercosur), que se procura ampliar ahora con la incorporación plena de Chile.
Pero la exclusión de México, al limitarse la cumbre a América del Sur, ya provocó incomodidades diplomáticas y requirió explicaciones del propio Cardoso a su par mexicano Ernesto Zedillo, y suena ahora más discriminatoria, ante la política externa anunciada por Fox.
América Central y el Caribe constituyen un área bajo influencia económica y política directa de Estados Unidos, tal como México, que integra el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), argumenta la diplomacia brasileña para justificar la constitución de un bloque sudamericano.
Al elegir a Argentina, Brasil, Chile y Uruguay como destinos de su primera gira como presidente electo, Fox trata de estrechar vínculos con el Mercosur para un acuerdo de libre comercio, una alianza en las negociaciones internacionales y un acercamiento cultural, según su asesor Jorge Castañeda.
Sociólogo considerado de izquierda y autor de una biografía de Ernesto Che Guevara, Castañeda integró un grupo de intelectuales latinoamericanos que trató de definir una alternativa para la región al Consenso de Washington, que promueve el libre mercado, las privatizaciones y la desregulación.
Castañeda reconoció, en un artículo publicado por el diario Folha de Sao Paulo el 30 de julio, la existencia de fuertes discrepancias entre México y Brasil, que una negociación comercial con el Mercosur podría superar.
En realidad, los dos países se esfuerzan desde el año pasado en restablecer un acuerdo de preferencias arancelarias que Brasil dejó caducar en 1997, para presionar México a afrontar una negociación con el Mercosur.
El intercambio bilateral creció poco en los últimos años, al mantenerse en menos de 1.700 millones de dólares, muy inferior a las potencialidades reconocidas por ambas partes.
Las exportaciones brasileñas más que duplicaron desde 1995, alcanzando 1.068 millones de dólares en 1999, pero las importaciones cayeron 25 por ciento, a 618 millones de dólares.
México representa sólo 1,73 por ciento en el comercio exterior de Brasil, el segundo país América Latina por su población, con 95 millones de habitantes.
El gran obstáculo para una mayor liberalización comercial son las reglas de origen, según negociadores brasileños. Con una gran industria de maquila, que se limita a ensamblar piezas producidas en el exterior, México puede estar favoreciendo exportaciones de terceros países con un acuerdo comercial.
Además de las negociaciones con Brasil, que ya definieron una ampliación del intercambio de vehículos, México decidió buscar un acuerdo de libre comercio con el conjunto del Mercosur, objetivo que Fox anunció como parte de una integración latinoamericana más amplia y profunda.
Pero será dificil conciliar las dinámicas hasta ahora divergentes de Brasil y México, que se disputan el liderazgo regional. No faltan voces que acusan el gobierno mexicano de haberse excluido de América Latina al firmar el TLCAN junto con Canadá y Estados Unidos.
Con 80 por ciento de sus exportaciones concentradas en Estados Unidos, la relación de dependencia dificultaría un verdadero acercamiento económico y comercial de México a los demás países latinoamericanos.
Sin embargo, diversificar las relaciones comerciales es una necesidad para México, lo que puede favorecer negociaciones con el Mercosur. Además, la resistencia a la hegemonía estadounidense en el Area de Libre Comercio de las Américas tiende a acercar a los dos mayores países latinoamericanos.
La búsqueda de posiciones conjuntas en las negociaciones que se intensificarán el próximo año es «indispensable», reconocen incluso ideólogos de la izquierda brasileña como Emir Sader, sociólogo vinculado con el Partido de los Trabajadores que criticó la política «neoliberal» prevista para el gobierno de Fox.
De todas formas, el presidente mexicano que tomará posesión el 1 de diciembre agregó, con su propuesta de una integración latinoamericana encabezada por Argentina, Brasil, Chile y México, un dato nuevo a ser considerado en la Cumbre Sudamericana promovida por el gobierno de Cardoso. (FIN/IPS/mo/mj/if/00