El nacionalismo vasco moderado, que gobierna esa región autónoma española, corre peligro de romperse, presionado por una intensa campaña de atentados de la organización ilegal ETA.
La más significativa señal de ese proceso la protagonizó el presidente del gobierno autónomo vasco, Juan José Ibarretxe, quien el domingo manifestó que es necesario construir un espacio político y social basado «en un contundente no a la violencia y sí al diálogo».
Otra señal es la actuación de la policía autónoma, que depende del gobierno vasco y que también el domingo desarticuló un grupo operativo de ETA y detuvo a cuatro de sus miembros en la capital de esa comunidad, Vitoria.
Esa policía no se había caracterizado hasta ahora por sus iniciativas contra ETA y sus partidarios, tarea que por lo general ha estado a cargo de fuerzas policiales dependientes de Madrid.
En el último atentado, perpetrado el domingo, ETA hizo estallar una bomba debajo de un automóvil de la Guardia Civil (policía militarizada) que ocasionó la muerte de dos guardias, uno de ellos una mujer de 23 años, en la provincia de Huesca, limítrofe con Francia y próxima al País Vasco.
Las provincias de Guipúzcoa, Vizcaya y Alava integran la Comunidad Autónoma del País Vasco, una de las 17 que componen el Reino de España. Una cuarta provincia que el nacionalismo considera vasca, Navarra, está constituida como comunidad autónoma, refrendada por sus ciudadanos.
Hay también tres provincias vascas bajo soberanía francesa, y en ellas los sectores nacionalistas carecen de fuerza política.
El País Vasco español está gobernado por la alianza que conforman el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y su escisión Eusko Alkartasuna.
Pero esos dos partidos carecen de mayoría absoluta en el parlamento autónomo y para consagrar presidente del ejecutivo a Ibarretxe, del PNV, necesitaron el voto de los parlamentarios de Euskal Herritarrok, una coalición próxima a ETA.
Los partidos de ámbito nacional español, Partido Popular (PP, de centroderecha), Partido Socialista Obrero Español (de centroizquierda) e Izquierda Unida (coalición basada en el Partido Comunista) sumaron en las últimas elecciones 45 por ciento de los votos en esa comunidad.
Según varias encuestas recientes, el PP estaría igualando en intención de voto al PNV.
El motivo fundamental de la pérdida de apoyo del PNV es su condescendencia con ETA y su diálogo con Euskal Herritarrok.
Mientras, el PP obtiene el respaldo de quienes rechazan la violencia, tanto de ETA como de otras organizaciones que diariamente atentan contra autobuses, sucursales bancarias, cabinas telefónicas, pequeños comercios y viviendas de quienes no comulgan con sus exigencias.
Tras la ruptura de una tregua unilateral de un año y medio en marzo de este año, ETA aumentó su presión.
Entre sus víctimas se contaron nacionalistas moderados, como el presidente de los empresarios guipuzcoanos, José María Korta, asesinado a principios de mes, y un dirigente de Eusko Alkartasuna, Juan Manuel Jaio, en cuyo domicilio de la localidad vizcaína de Bermeo, ETA hizo estallar un artefacto explosivo el sábado.
La dirección del PNV, encabezada por el ex jesuita Xavier Arzalluz, sostiene la necesidad de negociar con Euskal Herritarrok y ETA.
Incluso se niega a romper con Euskal Herritarrok, algo que los partidos de ámbito español le exigen como condición para dialogar y en tanto esa coalición próxima a ETA no condene expresamente la violencia. Esos partidos también ponen como condición para dialogar con ETA que ésta abandone la violencia.
La negativa de los empresarios vascos a seguir pagando cuotas mensuales a ETA, que esa organización denomina «impuesto revolucionario», y la firmeza del ejecutivo encabezado por Ibarretxe, evidencian el crecimiento de una alternativa a Arzalluz.
El presidente vasco ha advertido de que «toda la sociedad vasca, todo el que no piensa como ellos es objetivo de ETA». Por eso, añade, se debe «responder ante la barbarie con un compromiso con la democracia sin fisuras, condenar la violencia sin fisuras, manifestarnos contra ETA sin fisuras».
Ante la negativa del PP a dialogar con el gobierno vasco mientras el PNV no rompa con Euskal Herritarrok, Ibarretxe replica que es preciso abrir espacios de diálogo «entre todos los que respetamos el derecho a la vida y rechazamos todo tipo de violencia».
Además, subraya que todos los proyectos políticos son legítimos y que «hay que dejar de confundir interesadamente la violencia que practican unos pocos con las ideas nacionalistas vascas legítima y democráticamente expresadas». (FIN/IPS/td/ff/ip/00