La actividad privada legal en Cuba continúa descendiendo, luego de un auge en los primeros años de la crisis económica iniciada la década pasada, cuando el gobierno amplió a más de un centenar los oficios que pueden ser ejercidos de manera independiente.
Hasta mayo, existían 112.929 personas con licencia para realizar trabajos por cuenta propia, casi la mitad menos que en 1995, cuando había registradas 208.346.
Al total actual se añaden 34.600 transportistas y 11.600 arrendatarios de viviendas, actividad autorizada y regulada en 1997.
"No impulsamos el trabajo por cuenta propia, pero tampoco tenemos intención de hacerlo desaparecer", aseguró a IPS el viceministro de Trabajo Abel Acosta, para quien la solución a problemas económicos del país no está en favorecer los "chinchalitos"(pequeños negocios).
Acosta atribuyó el descenso del número de trabajadores independientes a la reactivación de la economía y a la recuperación del empleo y los servicios, además de la implantación de nuevos sistemas de pago en las empresas estatales.
Pero solo 102 de las de 2.224 personas que en mayo renunciaron oficialmente a sus licencias de "cuentapropistas" lo hicieron para aceptar ofertas de trabajo del Estado, que monopoliza el empleo inclusive en el sector de la inversión extranjera.
Del resto, 379 autorizaciones fueron devueltas por escasez de demanda en el servicio prestado, 257 por deudas al fisco, 407 por problemas personales, 264 por motivos de salud y 102 porque sus titulares no deseaban continuar.
Sólo una persona alegó incremento de la cuota impositiva, en tanto a 211 se les retiró la licencia en castigo por violación de la ley.
Cuba sufre una severa crisis económica desde principios de los años 90, cuando cayeron los regímenes comunistas encabezados por la hoy disuelta Unión Soviética y con los que estaba vinculado por un régimen de comercio preferencial.
Quienes ejercen alguno de los más de un centenar de oficios autorizados para su ejercicio por cuenta propia suelen quejarse de que la falta de materias primas e insumos imprescindibles los empuja a la ilegalidad.
Pero Acosta alegó que los cuentapropistas pueden producir ellos mismos esos recursos, u obtenerlos en las llamadas tiendas de recuperación de divisas (comercios donde se venden todo tipo de productos en dólares), en los mercados agropecuarios e industriales, entre otras posibilidades.
"No me queda más remedio que comprar harina en la 'shopping', en dólares o conseguirla en la bolsa negra", admitió Manuel, quien cobra seis pesos (equivalentes a 30 centavos de dólar) por cada pizza que vende en una concurrida calle del barrio habanero El Vedado.
Los establecimientos de productos alimenticios son sometidos a constantes inspecciones estatales, que examinan con rigor, entre otros aspectos, las boletas de compra de la materia prima empleada.
La considerable merma de los "paladares", pequeños restaurantes surgidos al amparo del cuentapropismo, se debe, al parecer, a sanciones como fuertes multas o el cierre temporal o definitivo del local.
Los 1.562 paladares que existían en 1996 se redujeron en la actualidad a 253, de los cuales 151 están en La Habana.
Estos establecimientos, autorizados a atender no más de 12 comensales por vez, suelen significar el sustento de entre tres y cuatro personas, contando al dueño y la ayuda familiar que le está permitida legalmente.
El éxito que les acompañó inicialmente parece haberse trasladado ahora al alquiler de viviendas.
Los rentistas privados suman en la actualidad casi el doble de lo informado un año atrás, en una actividad que luce lucrativa a pesar de los impuestos, más o menos altos de acuerdo con la ubicación de las viviendas.
"Mi casa está en zona turística, asi que pago más impuestos, pero no puedo decir que me vaya mal", dijo María, quien para no abandonar su trabajo en una empresa estatal dejó a su madre como arrendataria legal.
Acosta aclaró que los profesionales universitarios pueden ejercer como cuentapropistas, pero no "en la carrera en que se graduaron gratuitamente". En Cuba, la educación en todos los niveles, incluido el universitario, es gratuita.
"De hecho, 543 profesionales tienen actualmente licencia de trabajo independiente, cifra que también ha descendido, porque tres o cuatro años atrás eran más de 1.000", agregó.
Una resolución conjunta de los ministerios de Finanzas y Precios y de Trabajo y Seguridad Social, adoptada en 1998, introdujo una serie de limitaciones al ejercicio de oficios en forma independiente, modificando el decreto ley 141, de 1994.
Esas disposiciones dejaron claro el carácter coyuntural del trabajo por cuenta propia y descartaron definitivamente la posibilidad de permitir la formación de asociaciones de cuentapropistas, que al parecer fue estudiada en algún momento por las autoridades.
Investigadores atribuyen esas normas a la intención oficial de poner "una barrera a la formación de una pequeña burguesía informal y mantener en niveles relativamente bajos las desigualdades sociales".
Con anterioridad, economistas no gubernamentales insistían en mencionar los paladares como ejemplo del surgimiento de pequeñas microempresas que "con estímulos bien concertados podrían convertirse en pequeñas y medianas empresas de propiedad colectiva o familiar".
"No es nuestra opción montarnos en la danza de la iniciativa privada, que sólo significa bolsillo lleno para unos pocos", afirmó el viceministro Acosta. (FIN/IPS/pg/mj/if/00