El reencuentro de familias separadas en las dos Coreas causó lágrimas de alegría esta semana, pero integrantes de esas familias dijeron que se preparan para nuevas esperas e incertidumbres, porque no saben si volverán a verse.
El martes, mientras se conmemoraba el 55 aniversario de la liberación de Corea del dominio colonial japonés, 100 norcoreanos llegaron a Seúl para reunirse durante cuatro días con sus familiares, y 100 sudcoreanos arribaron a Pyongyang con el mismo propósito.
Los reencuentros son consecuencia de un acuerdo en junio entre el presidente norcoreano Kim Jong-Il y el sudcoreano Kim Dae Jung, quienes atendieron un antiguo pedido de familias separadas en 1953, cuando la guerra de Corea teminó con la división de la península en dos países.
Desde entonces, Pyongyang y Seúl limitaron en forma severa los contactos entre familias separadas. La reciente distensión de las relaciones diplomáticas entre los dos gobiernos crea esperanzas de reunificación, pero los beneficiados por el reencuentro no saben si ese objetivo se alcanzará mientras estén vivos.
"Si no volvemos a reunirnos, el dolor de no poder ver más a nuestras familias se hará aún mayor" comentó Lee Byong-Chull, un residente en Corea del Sur que se encontró con su hermana en Seúl en 1985 y volvió a hacerlo esta semana.
Hace 15 años "me ponía muy nervioso estar en lo que parecía el país de la muerte, y ni siquiera fui capaz de pedirle a mi hermana la dirección postal de su hogar. Pero ésta parece ser una nueva Corea del Norte" añadió.
En Pyongyang y Seúl pueden llegar a derramarse más lágrimas, pero de dolor, si no se promete a quienes se reencontraron que podrán volver a verse, dijo Lee Jae-Un, un abogado de Seúl de 62 años de edad.
Lee tuvo en 1992 un encuentro privado con su padre, a quien no podrá volver a ver porque falleció hace dos años. "Luego de reunirme con mi padre me sentí aun más vacío y triste que antes de hacerlo. Sólo me quedaron lágrimas y un agudo dolor", recordó.
Jo Jin-Young , una norcoreana de 69 años de edad, dijo a su madre que debía "mantenerse viva hasta la reunificación" cuando se reencontró con ella el martes, en un centro de convenciones de Seúl.
Para Soe Soon-Hwa, de 81 años de edad, fue suficiente volver a abrazar el martes, en el Hotel Corea de Pyongyang, a su hijo, Kim Byong-Gil, de 54 años de edad.
Ambos se habían separado en 1953 porque Kim, entonces un niño de seis años de edad, no tenía zapatos y el frío habría lastimado sus pies si acompañaba a su madre en un viaje al sur.
Soe dejó a su hijo en Pyongyang, la casa de sus suegros, y recuerda que le dijo: "Te prometo que volveré en un par de semanas. Pórtate bien hasta entonces".
Las fronteras se cerraron y la mujer, que tenía entonces 31 años de edad, nunca pudo regresar.
Todos los sudcoreanos llevaron anillos de oro, relojes, fotografías familiares a sus parientes, así como una variedad de artículos que incluyó azúcar, especias, vestimenta y dentífrico, hasta un valor de unos 896 dólares según lo acordado por Seúl y Pyongyang.
Pero Soe llevó un regalo especial para Kim: cuatro pares de calzado deportivo. "Ojalá hubiera tenido un par de estos hace 47 años", dijo con emoción.
"Siento tanta pena por otros sudcoreanos que no pudieron viajar conmigo, que prefiero no decir más" añadió.
El reencuentro dejará de ser posible pronto para muchas familias, subrayaron muchas personas con más de 80 años de edad.
Unos 690.000 sudcoreanos mayores de 60 años desean reunirse con familiares de Corea del Norte, y Seúl calcula que los norcoreanos que se trasladaron a la actual Corea del Sur durante la guerra fueron aproximadamente 1,2 millones.
Casi 74 por ciento de las personas que se presentaron en 1992 como aspirantes a visitar a sus parientes en Corea del Norte ya han falecido, dijo Kim Dong-Soo, un sudcoreano que tuvo ese año un encuentro privado con su primo en Pyongyang.
"En 10 años más, casi no quedará en Corea del Sur ninguna de las personas que llegaron durante la guerra", señaló.
Ko Chan-Ha, un residente en Corea del Sur de 76 años de edad, quien viajó esta semana a Pyongyang para reunirse con su hermano, le dijo: "Tu hijo y tu nieto no tendrán tantos deseos de reunirse con sus parientes".
Muchos norcoreanos que emigraron hacia otros países también desean reencontrarse con sus familiares.
"Las reuniones de esta semana deberían ser sólo el antecedente de muchas otras, en las cuales podamos participar quienes vivimos en Japón" declaró en Tokio el norcoreano Kim Hae-Gon, de 70 años de edad, según informes periodísticos.
Algunos analistas políticos comentaron que es difícil prever hacia dónde conducirán los actuales reencuentros, y si Pyongyang y Seúl avanzarán en la negociación de asuntos muy delicados, entre ellos la cuestión del presunto cautiverio de soldados sudcoreanos en Corea del Norte desde la guerra.
"Debemos tener la sabiduría de esperar a que el ambiente se vuelva más cordial antes de plantear a Pyongyang cuestiones como esa", comentó Lee Jong-Sok, un investigador de Seúl
"Si nos apresuramos en este momento, podemos volver al congelamiento de las relaciones bilaterales", explicó.
Muchos quieren creer que Kim Jong-Il fue sincero cuando dijo a periodistas sudcoreanos la semana pasada: "¿Por qué no permitir que las familias separadas vuelvan a reunirse en septiembre y octubre de este año? Incluso es posible que el año próximo vuelvan a caminar por sus antiguos pueblos y hogares" (FIN/IPS/tra- eng/amy/js/mp/ip pr/00