CINE-ARGENTINA: «Fuckland», la invasión sexual de Malvinas

Una original película argentina, que juega con la realidad y la ficción, llama la atención por haberse filmado en forma clandestina en las islas Malvinas y por proponer la recuperación de ese territorio a través del sexo.

Se trata de «Fuckland», un juego de palabras que combina fuck, término inglés que significa coito y que también es utilizado como insulto, con Falklands, nombre dado por los británicos a las islas Malvinas.

La película, en la que participan seis argentinos y una actriz británica, fue rodada de manera clandestina en el archipiélago ubicado al sudeste de Argentina en sólo una semana y con una cámara digital cargada al hombro, como todo equipo.

Los cineastas aventureros viajaron a las islas en diciembre en calidad de turistas, simulando no conocerse entre ellos. El filme será estrenado el 21 de septiembre en Buenos Aires.

Al llegar comenzaron filmando un cartel ubicado en el aeropuerto que rezaba en inglés «prohibido filmar», y, sin guión, sólo con la historia de la película en la cabeza, hicieron el largometraje.

Camila Heany, una desconocida actriz egresada del Instituto Británico de Arte, fue seleccionada por los realizadores vía Internet y convocada a Buenos Aires con la promesa de participar en un rodaje en la Patagonia, zona del sur del país.

Heany se enteró que el sito elegido para la filmación era en realidad las islas Malvinas sólo al llegar a la capital argentina, pero aceptó el desafío.

El argumento se anticipa tan controversial como la forma en que fue realizado el filme.

La historia transcurre en las islas que Argentina reclama a Gran Bretaña y que en 1982 motivó una guerra entre ambos países, tras la invasión dispuesta por la dictadura militar argentina (1976-1983).

El personaje central es un argentino que viaja hasta allí con la idea de enamorar a mujeres malvinenses y dejarlas embarazadas para así poblar las islas de niños argentinos.

«La película no es ofensiva, es más bien una crítica a los argentinos e ironiza sobre sus conquistas», dijo a IPS el director del filme, José Luis Marqués.

«El argumento lo teníamos antes del viaje, pero no había un guión tradicional y los actores tenían que improvisar mucho todo el tiempo para tratar de rodar una gran cantidad de escenas en poco tiempo y lograr armar con eso después una película decente», relató este cineasta de 42 años.

La promoción es similar al del filme de terror estadounidense «The Blair Witch Project».

La publicidad en la pantalla de las salas cinematográficas deriva a un sitio en Internet (http://www.fuckland.com.ar/) donde el protagonista de la película, Fabián S., se refiere a ella como si fuera un hecho real.

Cientos de usuarios de Internet dejaron sus mensajes en la página, muchos de los cuales aparentan creer que Fabián S. vivió en la realidad el argumento de «Fuckland» o entraron en el juego.

Marqués, publicista que aquí debuta como director, entiende que este largometraje «no se puede interpretar como una burla" e informó que fue invitado a participar en noviembre en un festival que se realiza en Londres.

«Los distribuidores británicos recibieron la película con entusiasmo», confió el novel director.

«Mi proyecto fue experimentar con el género que mezcla realidad y ficción, ya que permite una forma de narración muy original, es decir hacer una película sin que se note que la estoy haciendo», señaló Marqués.

«Esta búsqueda coincidió con la decisión política de volver a autorizar vuelos argentinos a las islas Malvinas», precisó.

Aunque insiste en que el filme no defiende una postura política ni se embandera con reivindicaciones de ningún tipo, admite que hay en ella representaciones cómicas sobre la política «de seducción» que impulsó el canciller Guido Di Tella, durante el gobierno de Carlos Menem (1989-1999).

Di Tella enviaba regalos a los isleños, como vídeos de sus nietos, libros y juguetes, convencido de que de esa manera se ganaría su confianza.

Pero, antes de llevar adelante esta estrategia, había fracasado en el intento de otra más prosaica: ofrecerle a cada familia una indemnización para alcanzar un acuerdo con la población del lugar para que aceptara la soberanía argentina.

Este planteo, que sólo podría funcionar en la ficción, fue en parte una fuente de inspiración para que Marqués eligiera las islas Malvinas como laboratorio para experimentar con un género indefinido y poco explotado hasta ahora, que en inglés se conoce como «real fiction» (ficción real, en su traducción literal).

Fabián Stratas es también un actor desconocido que habla inglés muy bien. La meta de su personaje, que se llama igual que el actor, es recuperar las islas Malvinas haciendo el amor y no la guerra.

«El hecho de que sean actores vírgenes (debutantes en cine) le da más fuerza a la experiencia de ficción-realidad», acotó Marqués.

El resto de los actores nunca supo que lo fue. Se trata de un «elenco» formado por isleños que intervienen en distintos diálogos con los protagonistas.

La cámara está siempre a la vista —sobre una mesa o en las rodillas de Stratas— y pasa como un típico implemento utilizado por cualquier turista en la actualidad.

«Los isleños no vieron la película, pero supe por Internet que algunos se enteraron y pidieron al procurador general, de las islas que la pasen allí, pero será difícil porque existe un consejo de censura que es muy estricto y el único cine está en una base militar», lamentó Marqués.

«A mí me encantaría que ellos pudieran verla», aseguró, pese a suponer la poca gracia que puede tener para los isleños saber que fueron víctimas de un engaño.

El equipo estuvo integrado por los dos actores, un sonidista, un camarógrafo, un jefe de producción, un asistente y el director.

El filme fue hecho de acuerdo al sistema creado por el director danés Lars von Trier, llamado Dogma 95, que implica filmar sin decorados, sin luz artificial ni filtros, con sonido ambiente y sin retoques, entre otras reglas que constituyen los «votos de castidad» del grupo.

Desde que se creó Dogma en 1995 son apenas 14 las películas que ingresaron a esta especie de selecto club. Cinco son danesas, la más conocida de ellas es «La Celebración», iniciadora del sistema, tres estadounidenses, una italiana, una francesa, una suiza, una sueca, otra coreana y esta argentina. (FIN/IPS/mv/dm/cr/00

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