La capital de China se prepara una vez más para ser anfitriona de los Juegos Olímpicos, esta vez para el año 2008 y con el acuerdo de los residentes y las autoridades.
Cuando en 1993 Beijing perdió ante Sidney la carrera por ser la sede de las Olimpíadas de este año, la derrota por un escaso margen fue percibida como una humillación nacional.
Algunos funcionarios atribuyeron el fracaso al deterioro de la imagen internacional de China por la sangrienta represión de las manifestaciones por la democracia en la plaza de Tiananmen, en 1989.
Sin embargo, muchos residentes de Beijing estaban secretamente felices, en gran parte debido a los métodos duros que el gobierno municipal había empleado para impresionar al Comité Olímpico Internacional durante una visita de inspección en 1993.
En medio del crudo invierno, todas las casas de la capital debieron apagar sus estufas a carbón y muchas fábricas sus calderas para que los inspectores vieran el cielo azul en lugar del constante humo que cubre a la capital.
Además, decenas de millones de chinos fueron movilizados para recabar apoyo a la iniciativa, que el gobierno consideraba una cuestión de prestigio nacional.
En ese entonces, muchos residentes murmuraban que poco había cambiado pese a las reformas económicas, ya que las decisiones que afectaban la vida de la gente común todavía eran tomadas a puertas cerradas por los líderes del Partido Comunista.
Pero actualmente, el sentimiento popular es diferente. En mayo, las autoridades municipales presentaron una solicitud formal para ser sede de las Olimpíadas del 2008, aspiración que comparten París, Osaka y Toronto.
El sitio Web oficial lanzado por un comité de Beijing afirma que "94,6 por ciento de los residentes de la capital quieren ser anfitriones de los Juegos Olímpicos".
Algunos periódicos ya comenzaron a publicar mensajes de apoyo de líderes nacionales y miembros del público, porque a fin de mes la ciudad deberá pasar por el primer obstáculo: el Comité Olímpico Internacional elegirá a los cinco candidatos finales, de tres a cinco.
"La victoria de Sidney en 1993 estuvo bien. Mirando a Beijing este año, es obvio que en aquel entonces no podíamos comparar nuestras instalaciones y nuestro ambiente con el de esa ciudad australiana. Pero dentro de ocho años estaremos en condiciones", opinó Du Yingbo, un obrero de la construcción.
Du anticipó que las oportunidades de empleo crecerán mucho si Beijing se convierte en sede. "Muchos desempleados de empresas públicas quebradas tendrán la posibilidad de hacer algún trabajo", dijo.
Xiao Liu, una trabajadora doméstica residente en un bloque de apartamentos que será demolido si Beijing obtiene la luz verde del Comité Olímpico, también apoya la iniciativa.
"Hace mucho tiempo que el gobierno tiene que demoler esos viejos edificios y darnos viviendas nuevas, pero no había dinero. Ahora, debido a las Olimpíadas, tendremos una oportunidad. Ampliarán la calle y construirán más instalaciones deportivas en el barrio", señaló.
Los residentes de la capital consideran como principal ventaja la limpieza del ambiente.
El municipio anunció que invertirá casi 12.500 millones de dólares en la campaña de limpieza, que incluirá la reducción de la contaminación del aire y el agua, la plantación de árboles en 40 por ciento del área urbana y la construcción de instalaciones para el desecho de desperdicios, todo antes del año 2007.
"Aunque solo sea para recuperar el glorioso cielo azul de Beijing, la apuesta por los Juegos Olímpicos habrá valido la pena", consideró Xie Feitong, una maestra.
Más de 700 plantas industriales heredadas de la era de Mao Zedong serán trasladadas hacia fuera de la ciudad en los próximos tres a cinco años. También hay planes de trasladar Capital Steel and Iron Works, una fábrica gigantesca con miles de obreros.
Las autoridades creen que estas medidas mejorarán lo suficiente la imagen de la ciudad para poder ser sede de los Juegos Olímpicos en ocho años.
"El traslado de todas esas fábricas contaminantes definitivamente hará a Beijing más atractiva para los organizadores de los Juegos", observó Zhu Jiaguang, miembro del Instituto de Planificación y Diseño Urbano de Beijing.
Sin embargo, Beijing no debe olvidar que tendrá de rivales a París, Osaka y Toronto. París fue sede del último campeonato mundial de fútbol, mientras Japón fue anfitrión de las Olimpíadas de 1964 y de los Juegos de Invierno en 1972 y 1998.
Al igual que Beijing, Toronto intentará por segunda vez ser sede de los Juegos.
Funcionarios de deportes destacaron que las Olimpíadas no deben limitarse a países industrializados de Europa y América del Norte.
Asia, donde vive la mayor parte de la población mundial, solo fue sede de los Juegos dos veces (Tokio en 1964 y Seúl en 1988). Africa nunca fue sede.
Dado que es el país más poblado del mundo, China debería tener la oportunidad de serlo también, arguye el sitio Web oficial.
"China es la cuna de la civilización oriental y las Olimpíadas son un símbolo de la cultura occidental. Sería muy positivo situar las Olimpíadas en China, para unir las culturas oriental y occidental", agrega el sitio. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/ip-cr/00