Líderes islámicos radicales de Pakistán hostigan a organizaciones no gubernamentales (ONG) que educan a niñas en el noroeste del país, cerca de la frontera con Afganistán, y acusan a sus integrantes de violar normas religiosas.
Altos funcionarios gubernamentales en el área advirtieron a los trabajadores de ONG que no salgan de sus casas para no arriesgarse a ser víctimas de ataques de grupos fundamentalistas.
La ONG Khwendo Kor ("Hogar de Hermanas" en el idioma pashto local), con sede en la ciudad noroccidental de Peshawar, se vio obligada a cerrar algunas de sus escuelas para niñas en la zona rural de la Provincia de la Frontera Noroccidental.
El problema se debe a que Maulvi Ziaul Haq, un joven clérigo islámico que vive a unos 200 kilómetros de Peshawar comenzó a promover el odio contra las ONG en sus sermones semanales en mezquitas de la región.
Ese clérigo vive en el área Maidan del distrito Dir de la provincia, y a comienzos del mes pasado acaparó titulares en la prensa del país cuando afirmó que las trabajadoras de las ONG debían ser obligadas a permanecer recluidas en sus casas.
También vive en esa área Maulvi Sufi Mohammad, quien lanzó hace seis años un movimiento armado con el objetivo de fortalecer la aplicación de la Shariah (ley islámica), y causó episodios de violencia en los cuales fueron asesinadas 15 personas.
En aquella ocasión el gobierno paquistaní resolvió establecer tribunales islámicos en el área, y fue criticado por ceder a las presiones y alentar el aumento del radicalismo religioso.
Ese antecedente impone cautela a los trabajadores de las ONG. "No queremos enfrentamientos con nadie. Deseamos resolver esta cuestión enforma pacífica junto con la comunidad", dijo Marian Bibi, una integrante de Khwendo Kor.
"El subcomisario local nos comunicó que la situación se mantiene tensa, y que es mejor que las ONG se mantengan alejadas del área", añadió.
Syed Badshah, un discípulo de Maulvi Haq a cargo de la custodia de una mezquita y maestro en una escuela de Dir, sostuvo que "mujeres elegantes y occidentalizadas de las ONG vienen aquí y difunden obscenidades".
El propio Maulvi Haq fue más explícito al afirmar: "No aceptamos a las ONG porque difunden el secularismo. No permitiremos que trabajen aquí. Nos oponemos a la democracia y no queremos que este lugar se convierta en otra Turquía", en alusión a la difusión de la cultura occidental en ese país.
El personal de Khwendo Kor ha dejado de usar vehículos oficiales.
La ONG estableció en Maidal 40 escuelas comunitarias en el marco del Proyecto Amal, financiado por el Departamento para Desarrollo Internacional del gobierno británico y parte del Programa de Acción Social del gobierno militar paquistaní, en el área de educación primaria.
En el proyecto, las comunidades locales proveen edificios y maestras para las escuelas, que son supervisadas por comisiones de aldea para la educación. Las escuelas cobran una cuota simbólica de unos 25 centavos de dólar y se prevé que pasen a ser administradas por el gobierno después de agosto de 2001.
Asisten a las escuelas unas 1.500 niñas, y familias de otras áreas han escrito cartas a Khwendo Kor con el pedido de que abra instituciones similares para sus hijas.
La ONG planea instalar 50 escuelas más en otras áreas de la provincia.
"Estamos comprometidos con la comunidad y satisfechos de nuestro trabajo. Seguiremos actuando mientras las comunidades nos necesiten. Las denuncias de que enseñamos vulgaridades y fomentamos una agenda occidental son propaganda sin fundamento", dijo Anita Qamar, gerente de programación de Khwendo Kor.
Integrantes de ONG señalan que Badshah critica a esas organizaciones porque su hija no fue aceptada como maestra del Proyecto Amal, y que la hostilidad del líder local de un importante partido político islámico se debe a que su hijo no consiguió trabajo como operador de computadora en un proyecto gubernamental financiado por una ONG.
Noor Marjan, una pobladora local que trabaja como maestra con el Proyecto Amal, aseguró que los clérigos islámicos temen que las mujeres avancen hacia la igualdad de género.
"No quieren mujeres educadas a su alrededor y se sienten en peligro", añadió la maestra, quien dijo estar decidida a continuar la educación de niñas mientras la gente se lo permita.
"¡Mantendremos funcionando las escuelas a cualquier costo!", afirmó Azizullah Khan, padre de una niña beneficiada por el programa en la aldea de Shingara, cercana a la frontera con Afganistán.
Habitantes de la provincia culparon a algunos funcionarios de distrito de estimular la hostilidad de los fundamentalistas, y sostuvieron que esos funcionarios están preocupados porque la creciente participación de comunidades locales en programas de las ONG les quita control de recursos económicos. (FIN/IPS/tra- eng/ny/mu/ego/mp/hd ed/00)