Cincuenta y cinco años después de la explosión de dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, el menguante número de sobrevivientes se enfrenta a la ancianidad, las enfermedades y la incomprensión.
Toyoko Yoshino, de 76 años, sobrevivió a la bomba atómica que explotó en Hiroshima aquel 6 de agosto de 1945, lanzada desde aviones estadounidenses que cumplían órdenes de poner fin a la guerra del Pacífico.
"He alcanzado mi límite. Me siento cansada y desanimada últimamente", expresó la anciana, que vive sola y pertenece al Foro de Conversaciones sobre Hiroshima.
Se trata de un grupo voluntario formado por 14 sobrevivientes que, desde hace 16 años, comparten su experiencia de aquel día y su vida posterior con visitantes de la ciudad japonesa, y les hablan sobre los horrores de la guerra.
Más de 140.000 personas murieron a causa de la bomba arrojada sobre Hiroshima, y una segunda bomba arrojada sobre Nagasaki tres días después dejó 74.000 muertos más.
Actualmente, el gobierno sostiene que hay 297.613 sobrevivientes, y es la primera vez que el número cae por debajo de 300.000.
El hospital de la Bomba Atómica de Nagasaki, perteneciente a la Cruz Roja, admitió 1.242 víctimas en el año fiscal 1999, que terminó en abril. Más de 29 por ciento ingresaron por cáncer y 12,6 por ciento por enfermedades cardíacas o cerebrales, informó el hospital.
Yoshino todavía tiene problemas para dormir porque los recuerdos de aquellos días de 1945 la atormentan.
"Los niños tenían quemaduras horribles y lloraban por sus madres, y yo les decía que vendrían pronto, aunque sabía que estaban muriendo como moscas", relató a su audiencia.
Aunque el Foro tiene una agenda muy ocupada y ya habló con más de 400.000 visitantes, la organización se desintegrará en marzo debido a dificultades financieras y a problemas de salud de sus integrantes.
Cuatro miembros murieron desde que el grupo inició sus actividades, y la edad promedió alcanzó los 74 años. Es difícil encontrar fondos para los gastos de transporte para reunirse con los visitantes, explicó Yoshino.
Lo peor es que Japón no parece haber aprendido la lección, opinó Seiko Ikeda, vicepresidenta del Consejo de la Organización de Víctimas de Hiroshima.
"El mayor golpe para todos nosotros es que el gobierno continúa apoyando la expansión de la industria nuclear nacional, y continúa respaldando a Estados Unidos pese a su proliferación nuclear", expresó.
Ikeda, de 71 años, quedó anonadada el pasado septiembre tras oir la noticia de un accidente nuclear en una central japonesa, donde murió un obrero debido a la radiación recibida y otros trabajadores resultaron afectados.
El día en que la bomba cayó sobre Hiroshima, Ikeda tenía 16 años. El ejército la había reclutado para limpiar un viejo edificio a 1,5 kilómetros del epicentro de la explosión, lo suficientemente cerca para recibir quemaduras que la dejaron irreconocible.
Le realizaron 15 operaciones en su rostro, cuya piel colgaba "como la cera derretida de una vela", recordó.
"El dolor físico y mental era atroz. Me volví enemiga de las armas nucleares y de la guerra", relató Ikeda, quien ha viajado a Estados Unidos, India y Pakistán para hacer campaña contra las armas atómicas.
Sin embargo, más de la mitad de los sobrevivientes creen que las armas nucleares no serán eliminadas en el siglo XXI, reveló una encuesta realizada en junio entre 239 personas de 54 a 91 años.
"Las Naciones Unidas deberían tratar de impedir el desarrollo de armas más fuertes que reemplacen a las nucleares en la próxima generación, pero es improbable que eso suceda, porque el foro mundial no logró eliminar las actuales armas nucleares", respondió un residente de Nagasaki de 71 años en la encuesta.
Otro residente de 79 años manifestó que los activistas antinucleares son considerados "ovejas negras" en Japón.
Mientras, 58 por ciento de los encuestados coincidieron en que será difícil transmitir sus experiencias a la generación más joven.
Pese al desánimo que con frecuencia se apodera de los sobrevivientes de las bombas atómicas, los activistas por la paz destacan su importancia en la lucha contra las armas nucleares.
"Su testimonio de primera mano es una herramienta poderosa para nosotros los pacifistas, en especial cuando Japón se dispone a ejercer un papel más activo en el siglo XXI", subrayó Rie Nakamura, de 25 años. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/mlm/ip/00