La mortalidad infantil cayó acentuadamente en miles de comunidades pobres de Brasil gracias a la no gubernamental Pastoral de la Niñez, cuya acción equivale a un ministerio de salud paralelo.
El grupo perteneciente a la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica acompaña a más de 1,5 millones de niños menores de seis años y a casi 80.000 mujeres embarazadas en 60 por ciento de los 5.500 municipios del país. Para esa actividad moviliza a 145.000 voluntarios.
La mortalidad infantil en las más de 31.000 comunidades asistidas por la Pastoral varió de 18 a 12 por mil en 1999, mientras el promedio nacional es de 36 muertes por mil nacidos vivos en el primer año de vida.
Pero la comparación cuantitativa no refleja la dimensión de la hazaña. Hay que considerar que la Pastoral de la Niñez actúa exclusivamente en los «bolsones de miseria», donde usualmente mueren mucho más niños por desnutrición y enfermedades ordinarias.
Además, sus costos son insignificantes, menos de un real (55 centavos de dólar) al mes por cada niño asistido.
Eso es posible por el trabajo voluntario de los líderes comunitarios, gente sencilla que moviliza y orienta a sus vecinos en acciones básicas de salud, como identificar y tratar la desnutrición, estimular el amamantamiento materno, controlar enfermedades respiratorias y diarreas, causas de muchas muertes.
Una vez al mes cada líder visita entre 10 y 20 familias a su cargo para la educación y acompañamiento nutricional.
Cada comunidad realiza también mensualmente el control de peso de los niños en la llamada «fiesta de la vida», en la que también se canta y se dicen oraciones «para fortalecer los lazos comunitarios», explicó Zilda Arns Neumann, pediatra y sanitarista que fundó la Pastoral en 1983 y la sigue coordinando.
Entre los 1,5 millones de niños acompañados, la desnutrición se redujo a ocho por ciento, la mitad del promedio nacional.
Las razones del éxito de la Pastoral de la Niñez son muchas, empezando por la fe, la fidelidad al objetivo de luchar por la vida «ayudando a las familias para que ellas mismas manejen sus problemas», agregó Arns Neumann.
Un sistema de información, con indicadores para evaluar la salud del niño, evaluaciones periódicas del trabajo en cada comunidad por la coordinación central, capacitación de la población, tecnologías de fácil reproducción y adaptación a condiciones locales, son otros factores favorables.
El amamantamiento materno superó 80 por ciento de las madres asistidas, precisó la coordinadora de la organización católica.
El trabajo voluntario es también decisivo, al permitir un atención más cercana y frecuente, con un líder comunitario para un máximo de 20 familias, mientras los agentes del Ministerio de Salud tienen que atender hasta 200 grupos familaires, comparó.
Además, la Pastoral es ecuménica, aunque sea una organización católica, por lo cual aúna esfuerzos de distintas áreas, desde salud y alimentación a responsables de saneamiento básico y educación.
Su actuación y metodologías sirvieron de modelo a la iniciativa gubernamental, denominada Programa Comunitario de Salud, aplicada desde 1991 por agentes que se dedican a una asistencia local de familias de una comunidad limitada.
Los primeros 700 de estos agentes fueron entrenados por la Pastoral, señala con orgullo Arns Neumann.
«Somos más eficientes donde trabajan juntos los agentes (gubernamentales) y los líderes comunitarios», ya que el voluntario aporta una relación más afectiva y presencia «también los sábados y los domingos», que se agregan a las posibilidades técnicas del funcionario, sostuvo.
La organización amplió sus actividades a la educación de adultos, salones de juguetes para niños y grandes reuniones comunitarias con 200 a 300 personas para evaluar y «celebrar» los avances, intercambiar informaciones, discutir formas de reducir la violencia doméstica y otros temas de interés.
También promueve una forma de «terapia comunitaria de salud mental», con masajes para reducir la tensión del embarazo, ayuda a ancianos con insomnio y otros tipos de asistencia mutua.
La Pastoral de la Niñez, reconocida internacionalmente con premios como el otorgado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, puede ser presentada por el gobierno brasileño como candidata al Premio Nobel de la Paz de 2001.
La campaña en ese sentido es apoyada por el ministro de Salud, José Serra, quien destaca la acción pastoral como la más efectiva de las realizadas por organizaciones no gubernamentales en el área social.
Del presupuesto anual de la organización, poco más de 16 millones de reales (nueve millones de dólares), 82 por ciento proviene del Ministerio de Salud, informó Arns Neumann.
La Pastoral, además de contribuir decisivamente a reducir las muertes de niños hasta seis años en Brasil, indica con antelación las tendencias de la mortalidad infantil en el país, como reflejo de la situación social, gracias a la agilidad de su red de solidaridad.
Es lo que ocurrió a comienzos del año pasado, cuando sus voluntarios registraron un aumento de la mortalidad en las áreas más pobres del estado de Sao Paulo, atribuido por su coordinador local, Waldemar Caldin, al crecimiento de la miseria.
Los niños de Brasil fueron las principales víctimas del estancamiento económico causado por las dificultades financieras del país y los efectos de las crisis de Asia y Rusia. (FIN/IPS/mo/dm/hd pr/00