La cinematografía del Caribe tiene problemas de distribución y está afectada por la crisis económica global, pero mantiene una buena producción de filmes en español, inglés, francés y créole con identidad propia.
A esa conclusión llegaron los directores, productores y expertos reunidos entre los días 4 y 9 en el V Salón Internacional del Autor Audiovisual, convocado por la fundación Cinemateca del Caribe en la ciudad de Barranquilla, en el norte de Colombia.
En el foro, que trató de determinar la existencia o no de un «cine del Caribe», el realizador cubano Arturo Sotto afirmó que la particular luz de la zona es lo «que hace única» la filmografía de la región.
Una película caribeña sin luz sería «como si le faltara el alma», sostuvo.
Sotto, uno de los jóvenes realizadores cubanos, presentó en Barranquilla «Amor vertical», una comedia que habla de los problemas que afrontan las parejas en La Habana por falta de lugares para hacer el amor y que, a la vez, critica la burocracia estatal.
Los directores y expertos coincidieron en esta oportunidad que los une más los problemas que deben afrontar, que una estética y la costumbre común de contar historias locales, dijo a IPS la directora de Cinemateca del Caribe, Sara Harb.
«Las circunstancias en que se produce cine en los distintos países de la región son muy parecidas y el común denominador es la escasez de recursos, la mala distribución y los problemas de exhibición, que impide a 80 por ciento de la población el acceso a las salas», comentó.
Harb se manifestó satisfecha con los resultados del encuentro de Barranquilla, porque «permitió a los realizadores hacer un examen conjunto de las dificultades que enfrentan y debatir sobre posibles soluciones»
Por su parte, el dominicano Pericles Mejía aclaró que no sólo el cine cubano es el referente de la filmografía caribeña.
Mejía, asesor de la Cinemateca Nacional de su país, aseguró existen numerosas historias contadas por jóvenes realizadores de la región, que pueden ser ubicadas en la clasificación de buen cine pese a que no estén presentadas en el clásico formato de 35 milímetros.
Este director llevó a Barranquilla «Cuatro hombres y un ataúd», una película que narra como el funeral de un amigo se transforma en un episodio macondiano (en alusión a la historia de "100 años de soledad", del colombiano Gabriel García Márquez), con la fuga del muerto incluida.
Cinemateca del Caribe, organización sin fines de lucro, realiza cada año su Salón del Autor Audiovisual, en el que se desarrollan conferencias y foros con expertos sobre el tema y una muestra no competitiva de cine y vídeo.
En esta quinta versión se rindió homenaje al fallecido director cubano Tomás Gutiérrez Alea, recordado por «Fresa y Chocolate» , nominada para el premio Oscar de Hollywood en 1994 en el rubro mejor película extranjera.
Además de Sotto y Mejía, también participó Cristian Lara, del territorio de ultramar francés Guadalupe, con «Azúcar Amarga», un fresco histórico en el que revisa y critica la historia de Francia, con Napoleón a la cabeza, y rescata personajes del archipiélago olvidados por la historia oficial.
Venezuela estuvo presente de la mano de Solveig Hoogesteijn, con su cortometraje «Santera» que, como la película de Lara, recoge lo mítico del Caribe con sus siete colores.
En tanto, Colombia estuvo representada por Jaime Osorio, con «Confesiones a Laura», una historia de amor intimista que se encuentra entre los mejores filmes producidos en este país, y por los realizadores Francisco Bottìa y Ernesto McCausland. (FIN/IPS/yf/dm/cr/00