La Gran Muralla China soportó invasiones, guerras y revoluciones, pero la famosa estructura militar, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, parece sucumbir a lo que un experto describió como "ataques modernos".
Varias secciones de la serpentina muralla, que se extiende más de 6.000 kilómetros por el norte de China y tiene 2.000 años de antigüedad, no solo están deterioradas sino que sufren ataques de vándalos y las consecuencias del desarrollo mal planificado.
Sin embargo, por su condición de Patrimonio Cultural, su preservación debería integrar la lista de prioridades del gobierno.
Como resultado, un grupo de expertos respaldados por la Administración Estatal del Patrimonio Cultural, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la empresa noruega Norsk Hydro lanzaron una campaña para "defender la Gran Muralla".
El objetivo a largo plazo consiste en crear un parque nacional que rodearía toda la estructura, explicó Briton Lindesay, quien encabeza el grupo de expertos en Beijing.
Agregó que el muro debe ser preservado en su integridad, y no por secciones, como se hace ahora.
Las medidas iniciales incluyen la fundación de los "Amigos Internacionales de la Gran Muralla" y el reclutamiento de expertos chinos y extranjeros, así como de individuos y empresas en general interesados en proteger y preservar la antigua estructura.
También hay planes de realizar un seminario sobre el futuro de la muralla y de presionar para obtener leyes específicas que aseguren la conservación de su estructura única, que se extiende desde Paso Jiayu, en la provincia occidental de Gansu, hasta el río Yalu, en la provincia oriental de Liaong.
El gobierno chino trató de protegerla de varios elementos destructivos, entre ellos turistas descuidados. Desde 1990, se realizaron seis campañas de limpieza en diferentes secciones de la pared, en Beijing y en la provincia vecina de Hebei.
Pero solo la longitud del muro constituye un obstáculo a los esfuerzos de preservación, y además, la apertura de regiones aisladas a los visitantes lo volvió más vulnerable al daño.
Los propios expertos dividen a la muralla en dos categorías: "civilizada", es decir los 100 kilómetros relativamente accesibles, dentro del área de Beijing, y "agreste", que es todo el resto.
Las secciones agrestes, en su mayoría situadas en regiones pobres, son las que más preocupan a los expertos, pero éstos también consideran "problemáticas" a las secciones civilizadas.
Según Lindesay, quien guió una expedición de una semana a algunas partes de la muralla en junio, las costosas reparaciones realizadas por el gobierno a las secciones civilizadas no fueron fieles a su estructura original, ya que en cierto sentido las "modernizaron".
Además, observó, gran parte de las secciones de difícil alcance están deterioradas en mayor o menor grado.
Esas secciones atraen a numerosos excursionistas por la espléndida vista que ofrecen, pero como no hay vigilancia, algunos arrojan basura y escriben grafitos sobre la muralla.
Otros expertos afirmaron que incluso "programas de desarrollo" iniciados por algunos gobiernos locales dañaron la pared.
Aparentemente, algunos sectores fueron cedidos en concesión a empresarios privados que les agregaron estructuras, supuestamente como atracciones turísticas adicionales, a cambio del pago de derechos y del mantenimiento de "sus" secciones.
Pero las estructuras adicionales no solo son antiestéticas, sino que destruyen la integridad de la muralla, denunciaron los expertos.
Las autoridades están redactando normas sobre la protección y administración de la Gran Muralla en la región de Beijing, que podrían entrar en vigor el año próximo, anunció Mei Ninghua, director de la Administración de Reliquias Culturales de Beijing.
Peng Jianxin, director del Departamento de Política y Normas de la Administración Estatal del Patrimonio Cultural, señaló la necesidad de una estricta aplicación de la ley para que el público sepa que dañar la Gran Muralla es un delito.
Mientras, en el condado de Huairou, Beijing, cinco campesinos fueron contratados como vigilantes de tiempo completo. Cada uno será responsable de ocho kilómetros de muralla "agreste" y de decenas de caminos que conducen hacia ella.
Las tareas de los cuidadores incluirán la recolección de basura y la vigilancia de la conducta de los turistas.
La última vez que la totalidad de la Gran Muralla recibió atención de las autoridades fue durante la dinastía Ming (1368- 1644), que realizó una gran remodelación de dos siglos de duración.
Pero el responsable de unir varias secciones del muro y formar un sistema único de defensa contra invasores del norte fue Qin Shin Huang, en el año 220 antes de Cristo. Bajo su gobierno, la muralla fue extendida a unos 5.000 kilómetros de largo. (FIN/IPS/tra-en/cf/ccb/js/mlm/cr-dv/00