El cuartel general de 39 pisos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, corre peligro de derrumbarse y será refaccionado a un costo de 964 millones de dólares, si la Asamblea General aprueba el plan.
La histórica y emblemática sede de 50 años, cuya cúpula casi se desplomó en 1999, fue declarada inadecuada para la habitación humana.
Joseph Connor, subsecretario general administrativo, declaró a la prensa que la ONU no tiene más remedio que llevar a cabo un gran programa de rehabilitación del edificio.
El complejo edilicio, que fue calificado riesgoso para la salud y el ambiente, necesita una restauración urgente para poder atender las necesidades de los 188 estados miembros, agregó.
Connor explicó que la ONU elaboró un Plan Maestro Capital a largo plazo, a un costo de 964 millones de dólares, que será sometido a la aprobación de la Asamblea General a fin de año.
Una revisión del estado físico del edificio reveló graves deficiencias como contaminación con amianto, terrazas húmedas y porosas, mala iluminación, ineficientes sistemas centrales de refrigeración y cañerías corroídas que provocan grandes pérdidas de agua.
El edificio, que goza de estatuto diplomático y por lo tanto se encuentra fuera de la jurisdicción legal de la ciudad de Nueva York, carece incluso de un sistema básico de rociado automático para combatir incendios.
Según la revisión, el edificio también es ineficiente en materia de energía, porque carece de sistemas automáticos de calefacción, refrigeración y ventilación, y tiene equipos anticuados con motores de 40 años.
Connor advirtió que si persiste la metodología de realizar reparaciones "ad hoc", en los próximos 25 años se habrán gastado 1.100 millones de dolares en trabajos de emergencia y restructuración y 490 millones adicionales en gastos de electricidad.
"A pesar de esos gastos significativos, el edificio y los sistemas quedarán sin las mejoras fundamentales para adaptarse a los códigos y normas, o reducir drásticamente los costos de energía", agregó.
La administracion recomendó un programa de restauración de seis años contenido en el Plan Maestro Capital. Si el plan fuera aprobado, las obras serían encaradas de manera que la organización siguiera funcionando durante todo el período de restauración.
La ONU dijo que todas las reuniones previstas podrían ser arregladas de otro modo, y una parte del personal reubicada en lugares provisorios con distintas alternativas, desde alquileres a nuevas contrucciones.
Aparte de la estructura básica y la adaptación a nuevas normas edilicias, el Plan Maestro identificó tareas largamente postergadas.
La ONU no solamente necesita más espacios para conferencias, sino también mejoras en las áreas públicas y rutas de visitas guiadas, además de la consolidación de los espacios para los nuevos servicios tecnológicos. El edificio, construido entre 1949 y 1952, fue diseñado originalmente para 70 estados miembros.
Como organización intergubernamental, la ONU ahora deberá depender en gran medida de sus 188 estados miembros para financiar las obras. Una de las opciones económicas es un aporte especial obligatorio de todos los países durante seis u ocho años.
Sin embargo, también se considerará extender el pago de los costos durante un período de 25 años, ya sea mediante préstamos sin interés o créditos comerciales mediante compromisos especiales, o una combinación de ambos.
El complejo edilicio de la sede, que abarca alrededor de 250.000 metros cuadrados sobre una superficie equivalente a siete hectáreas, nunca recibió las reformas necesarias para adecuar su sistema energético de los años 40 a los modernos conceptos conservacionistas.
Tras una donación de 8,5 millones de dólares (equivalentes a 72,6 millones actuales) de John Rockefeller, la Asamblea General decidió en 1946 instalar el cuartel general de la ONU en Nueva York.
En 1948, el país anfitrión otorgó un préstamo de 65 millones de dólares (445 millones actuales) por un período de 31 años sin interés, que fue reembolsado con el presupuesto regular de la ONU entre 1951 y 1982.
Tanto la ciudad de Nueva York como Estados Unidos hicieron contribuciones a la ONU. En 1961, fue construida en el recinto de la ONU la biblioteca Dag Hammarskjold, a un costo de 6,7 millones de dólares (37,3 millones actuales), como obsequio de la Fundación Ford.
Una de las mayores renovaciones se produjo en 1976, cuando la Asamblea General aprobó un programa de ampliación por 55 millones de dólares (161 millones actuales), financiado del presupuesto regular, para la remodelación de las salas de conferencias, la construcción del Anexo Sur y el Parque Norte.
En ese entonces, la organización tenía apenas 147 estados miembros. (FIN/IPS/tra-en/td/da/ego/mlm/ip/00