Si Israel y Palestina deciden continuar con las negociaciones que fracasaron en Estados Unidos, tendrán el apoyo de un grupo de israelíes que se convirtieron en partidarios de la paz después de perder a seres queridos en la guerra.
Este pequeño grupo tenía grandes esperanzas en la cumbre celebrada en Camp David, Estados Unidos, entre el primer ministro israelí Ehud Barak y el líder palestino Yaser Arafat, que concluyó en fracaso este martes.
Esta semana armaron una carpa en la plaza Rabin, en el centro de Tel Aviv, para alentar a Barak y a Arafat "a no tener miedo a la hora de comprometerse con la paz", según Yehuda Wachsman, profesor de física y activista por la paz de Jerusalén.
Ambos líderes se recriminaron mutuamente el fracaso de las negociaciones de Camp David, que no lograron subsanar el problema planteado por la soberanía de Jerusalén.
La debacle prometió debilitar aun más a Barak, quien había abogado enérgicamente por la cumbre, y fortalecer a Arafat, quien demostró a los palestinos y al mundo árabe que pudo soportar la presión de Estados Unidos e Israel.
Pero ambos líderes dejaron en claro este miércoles que esperan reanudar las negociaciones antes del 13 de septiembre, día en que la Autoridad Nacional Palestina pretende declarar la independencia de Palestina en forma unilateral.
"Creo que aún queda margen para negociar entre ambas partes", comentó Marwan Barghuti, líder del movimiento Fatah, de Arafat, en Cisjordania.
"La cumbre fracasó, pero eso no significa que sea el fin de las negociaciones. Es el fin de esta ronda, pero no del proceso de paz", opinó.
La cumbre "brindó la oportunidad para que ambos bandos conocieran y reconocieran sus mutuas posturas", agregó.
Wachsman, un judío ortodoxo, narró en la carpa cómo perdió a su hijo Nachshon, un soldado de 19 años, en 1994, y cómo pasó de la desesperanza y la ira a sentir compasión por el dolor palestino.
Nachshon Wachsman fue secuestrado por integrantes del radical Movimiento de Resistencia Islámica Hamas mientras hacía autostop cerca del aeropuerto Ben Gurion, en las afueras de Tel Aviv.
Hamas filmó y distribuyó a agencias de noticias el pedido de Wachsman, dirigido al entonces primer ministro Yitzhak Rabin, de liberar a prisioneros de Hamas. "De otra manera, me matarán", dijo el secuestrado, vigilado por un pistolero.
En su lugar, Rabin ordenó la redada del escondite de Hamas, en la cual Wachsman y tres pistoleros murieron.
"Pasaron dos años antes de que mi pena y mi deseo de venganza disminuyeran", recuerda Wachsman.
"Lo primero que me pregunté fue por qué el Dios que adoraba me castigaba. La respuesta fue que en una situación de guerra, no hay diferencia entre alguien religioso y alguien que no lo es. Todos salen heridos y no basta rezar para que mejoren las cosas".
"Debemos hacer algo al respecto, hallar una solución. Me di cuenta que el Nuevo Testamento, el Antiguo Testamento (de la Biblia) y el Corán (el libro sagrado musulmán) todos piden una solución que no sea violenta", comentó.
Wachsman también se refirió al pueblo palestino. "Han pasado por un trauma y quien no piense sobre los pensamientos y las emociones de sus vecinos no podrá llegar a una solución sin derramamiento de sangre".
Wachsman aplica un mandato de la Biblia a las relaciones de Israel con los palestinos: "Ama al extranjero, porque ustedes fueron extranjeros en la tierra de Egipto".
Sin importar si un niño es judío o árabe, la pérdida de su casa o de sus padres lo marcarán, agregó Wachsman.
"No importa quien está bien o mal políticamente. Si le digo a un niño árabe que Israel volvió a su tierra después de 2000 años, eso no resolverá su problema. El quiere volver a casa", señaló.
La respuesta, por lo tanto, es una transacción, por la cual los palestinos tendrán su estado e Israel tendrá que renunciar a tierras con remembranzas bíblicas. Los palestinos no conseguirán todo lo que quieren, pero tampoco lo harán los israelíes.
Jerusalén, actualmente una fuente de animosidad, debe convertirse en un modelo de mutua tolerancia, propone.
"Las tres religiones tienen el mismo Dios y debemos demostrarle al mundo que todos pueden adorarlo a su manera. Jerusalén es más un símbolo de verdad, justicia y amor que un lugar", sostuvo.
Para la derecha política, Wachsman es un hombre ingenuo que beneficia a los enemigos de Israel.
"No comprende al otro bando. El hecho es que, hasta ahora, nuestra experiencia de intercambiar tierra por paz no ha funcionado", dijo Ehud Na'or, un colono israelí en Cisjordania. (FIN/IPS/tra-en/bl/sm/aq/ip/00