El gobierno de Rusia no cumplió sus promesas de impulsar el desarrollo social mediante la erradicación de la pobreza y promover el pleno empleo productivo, formuladas en 1995 en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de Copenhague.
En aquella ocasión, las autoridades rusas se comprometieron a poner a la gente en el centro del desarrollo sustentable y a trabajar estrechamente con las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para lograr ese objetivo.
Sin embargo, las estadísticas oficiales rusas indican que no se han alcanzado esas metas, y tanto Moscú como funcionarios de la ONU alegan que el fracaso se debió a la crisis económica y social vinculada con la transición desde una economía socialista a una de libre mercado.
Alexander Gorelik, jefe del Centro de Información de la ONU en Moscú, dijo a IPS que el gobierno ruso, y en especial el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Social, colaboraron en forma estrecha con los organismos de la ONU para alcanzar objetivos acordados en Copenhague.
Valentina Matviyenko, viceministra rusa a cargo de asuntos sociales, encabeza la delegación de su país a una sesión especial de la Asamblea General de la ONU que comenzó este lunes en Ginebra, para evaluar el avance hacia las metas fijadas hace cinco años en la Cumbre sobre Desarrollo Social.
La sesión, que concluyó el viernes, se denominó "Cumbre Mundial de Desarrollo Social y más allá: Desarrollo Social para todos en un mundo globalizado", también llamada "Copenhague + 5".
Según funcionarios del Ministerio de Trabajo de Rusia, la delegación de ese país planea dar prioridad a cuestiones vinculadas con el empleo, y en especial a la protección del mercado de trabajo doméstico.
La disminución de la natalidad y un fuerte aumento de la mortalidad en Rusia han causado una grave declinación demográfica durante una década. En la actualidad el país tiene 146 millones de habitantes y los fallecimientos son 1,6 veces más que los nacimientos.
"Está claro que el problema de población ruso parece tener características especiales si se lo compara con los de otros países", dijo Philippe Elghouayel, representante local del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
"El problema crítico para el futuro es la necesidad de lograr un rápido crecimiento demográfico en un país con enormes dimensiones y recursos naturales", agregó.
La actual densidad de población en Rusia es inferior que la que se registra en el desierto de Sahara.
La economía comenzó a dar señales de recuperación tras el derrumbe de agosto de 1998, pero las perspectivas de que esa recuperación se sostenga serán escasas mientras la población tenga poco dinero para gastar.
"En 1999, por primera vez en los últimos años, el aumento de la brecha entre ricos y pobres no se asoció con una declinación general del nivel de vida. Eso significa que la brecha creció porque los pobres se hicieron más pobres" en términos absolutos y relativos, apuntó el economista Mikhail Delyagin.
En 1991, cuando se produjo el colapso de la ex Unión Soviética, los ingresos registrados de los más ricos eran en promedio cinco veces mayores que los de los más pobres, y la relación llegó en 1991 a ser 14,5 a uno, según estadísticas oficiales.
Un compromiso clave de Copenhague fue erradicar la pobreza y aumentar las oportunidades de trabajo productivo, incluyendo el autoempleo.
Según estadísticas oficiales, el salario promedio ruso es 67 dólares por mes, y 40 por ciento de los trabajadores ganan menos de los 41 dólares mensuales indispensables para subsistir. Es muy difícil saber cómo es posible que millones de personas vivan con tan poco dinero.
La respuesta popular es que la gente apenas sobrevive, y apela a ingresos adicionales, entre ellas alquilar departamentos o vender cigarrillos en la calle, para aumentar un poco sus ingresos.
Cualquier salario es bien recibido en Rusia, donde los desocupados son 1,5 millones según las estadísticas oficiales, y 8,7 millones según expertos independientes.
A comienzos de junio, el Poder Ejecutivo logró que la mayoría de los diputados aprobara una reforma impositiva cuyo objetivo es disminuir los altos niveles de evasión y reactivar la economía.
La reforma, que establece un impuesto a los ingresos de 13 por ciento y un nuevo tributo con fines sociales para reemplazar aportes a la seguridad social, enfrentó una dura resistencia de los sindicatos, los cuales temen que tenga un impacto social negativo.
Es probable que el efecto de la reforma fiscal sea un nuevo golpe a los derechos laborales, advirtió Mikhail Shmakov, presidente de la Federación Rusa de Sindicatos Independientes, quien tambien asistirá a la sesión especial de la Asamblea General en Ginebra.
Los sindicatos pronosticaron que el dinero recaudado con el impuesto social desaparecerá en las arcas del Estado en vez de destinarse a los fines anunciados, y señalaron que el gobierno aún no es capaz de pagar en la fecha debida a sus empleados. (FIN/IPS/tra-eng/sb/sm/ego/mp/dv ip/00)