/Integración y Desarrollo/ JAPON: Gobierno recibe elogios y críticas como anfitrión del G-8

Miles de millones de yenes y una legión de funcionarios, policías y voluntarios ayudaron a Japón a jugar el papel de anfitrión de la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8), realizada en la isla austral de Okinawa.

Tokio recibió elogios como buen anfitrión, pero también críticas por su liderazgo de una cumbre que debía dar voz a los países en desarrollo y que no logró superar diferencias internas de los siete países más industrializados del mundo y Rusia sobre cuestiones clave.

Funcionarios japoneses informaron que se gastó en la cumbre y en otras conferencias relacionadas, incluida la reunión de ministros de Finanzas en junio, 81.000 millones de yenes (unos 750 millones de dólares), sin contar el gasto de la prefectura de Okinawa.

El enorme presupuesto, superior al de la cumbre del año pasado en la ciudad alemana de Colonia, cubrió la presencia de 20.000 policías en las calles y playas de Nago y en el aeropuerto de la isla.

También incluyó comida para todos los participantes, incluidos 4.000 periodistas extranjeros.

"La preocupación por la salud y el bienestar de todos era una prioridad para nosotros", explicó un funcionario de la cancillería.

La prensa japonesa aprobó la actuación del primer ministro Yoshiro Mori, a la que la agencia de noticias Kyodo describió como "afable". La cumbre constituyó el debut de Mori ante líderes mundiales, luego de asumir la jefatura de gobierno en sustitución del fallecido Keizo Obuchi.

Mori, conocido por sus polémicas declaraciones de los últimos meses, se atuvo a un guión cuidadosamente redactado y se movió siempre con la ayuda de sus colaboradores, que lo asistían desde detrás de su silla, literalmente.

Pese a los cuidadosos preparativos, no todos quedaron contentos con el papel de Japón en la cumbre de Okinawa.

Las organizaciones no gubernamentales (ONG) constituyen el sector más decepcionado, y muchas manifestaron que el alto presupuesto de la cumbre vuelve más decepcionante sus resultados, en referencia a la falta de compromisos significativos para ayudar a los países pobres.

Aunque los proponentes del alivio de la deuda externa apreciaron los esfuerzos de Mori por incluir la reducción de la pobreza como punto principal del orden del día, criticaron la declaración final emitida el domingo 22, a la que consideraron "vacía y un paso atrás" en los esfuerzos de ayuda al Sur.

"La falta de liderazgo de Japón para obtener respuestas concretas a la cancelación de la deuda fue muy decepcionante. No podemos esperar mucho del G-8", manifestó Yoko Kitazawa, de la filial japonesa de Jubileo 2000, una federación de ONG que promueve el perdón total de la deuda.

El fondo de 15.000 millones de dólares del gobierno japonés para cerrar la "brecha digital" entre el Norte y el Sur también fue rechazado por Jubileo 2000, que quemó una computadora "laptop" en la playa como protesta.

Las ONG señalaron que las computadoras no sirven para nada para la vasta mayoría de la población de los países pobres, que no saben leer ni escribir.

Pero las protestas más estridentes de los últimos tres días fueron las de activistas de Okinawa, que esperaban alguna decisión sobre la presencia en la isla de bases militares estadounidenses, desde hace cinco décadas.

La indignación alcanzó su punto máximo en Okinawa a comienzos de este mes, cuando un infante de marina estadounidense alcoholizado intentó violar a una adolescente japonesa de 14 años.

"El gobierno utilizó la cumbre del G-8 para engañar a la gente, hacerla sentir importante y hacerla olvidar el problema de las bases", declararon las ONG de Okinawa.

El área en que Japón se desempeñó mejor fue en la diplomática, en un papel de mediador y armonizador de situaciones contenciosas.

En este sentido, los analistas coinciden en que Japón logró convertir a los países en desarrollo en el punto principal de la cumbre, en constraste con la temática habitual de las reuniones de países ricos.

Mori impulsó temas como las enfermedades infecciosas, la brecha digital, la seguridad alimentaria y la educación por primera vez en una cumbre del G-8, destacó la prensa.

Para ganar apoyo de la sociedad civil, Tokio también creó un nuevo fondo para ONG y obtuvo la aprobación del G-8 y la sociedad civil.

Sin embargo, el liderazgo de Japón fue débil en otros asuntos importantes. Por ejemplo, por presión de Estados Unidos, no adoptó una decisión concreta sobre los alimentos modificados genéticamente.

Estados Unidos discrepa con los países europeos, que pretenden leyes más estrictas para regular el uso de organismos transgénicos, y en Japón también crece la oposición a ellos.

Finalmente, la cumbre solo decidió realizar una conferencia de seguimiento sobre el asunto.

"Japón ofreció antes de la cumbre 15.000 millones de dólares para reducir la brecha digital", pero "cuando pidió cooperación a los otros miembros del G-8, no la obtuvo", lamentó el periódico Yomuiri Yimbun, el de mayor circulación nacional. (FIN/IPS/tra- en/sk/js/mlm/ip/00

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