Las naciones industrializadas lograron en la cumbre social "Copenhague + 5" la aceptación de su inciativa sobre la democratización en los países en desarrollo, pero no cedieron ni un ápice cuando se trató la cuestión de democratizar las instituciones financieras internacionales.
La propuesta de establecer instituciones nacionales y locales democráticas, eficaces, transparentes y responsables, fue presentada por la Unión Europea en la Asamblea General especial de la ONU en Ginebra, y tenía por destinatarios a los países del Sur, a menudo indentificados con el estereotipo de la ingobernabilidad.
El Grupo de los 77 (G-77), integrado por los países en desarrollo y por China, aceptó la iniciativa, que se incorpora como una de las fórmulas para aplicar el compromiso de crear un entorno económico, político, social, cultural y jurídico que permita a los pueblos lograr el desarrollo social.
En cambio, fracasó una idea del G-77 que, para reforzar esos mismos objetivos, proponía que los países en desarrollo y las naciones de economía en transición participaran de manera cabal y efectiva en el proceso de adopción de decisiones de los organismos financieros multilaterales.
El párrafo auspiciado por el G-77 sostenía que dicha participación se debía alcanzar por conducto de la reforma y democratización de los organismos multilaterales, a los que también se exigiría transparencia y la rendición de cuentas de su gestión y sus actividades.
El debate se refería básicamente a las dos instituciones financieras, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, cuyo régimen elitista de gobierno asegura el control a los países tenedores de las mayorías accionarias.
La iniciativa del G-77 se frustró por el bloqueo explícito de Estados Unidos, que anunció su decisión de no aceptar referencia alguna a la democratización de las instituciones financieras internacionales.
La discusión se realizó en el Grupo de Trabajo I de la sesión especial de la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), reunida esta semana en Ginebra para examinar la aplicación de los compromisos asumidos en 1995 en Copenhague para erradicar la pobreza, el desempleo y la exclusión social en el mundo.
En esos términos políticos se libra un forcejeo entre los bloques de países en los dos grupos de trabajo que negocian las medidas de aplicación de los compromisos de Copenhague, describió John Langmore, director de la división de política social y desarrollo del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, en Nueva York.
El portavoz de la ONU confirmó que son profundas las diferencias de posiciones y de intereses entre los bloques de países y llamó la atención sobre el papel que desempeñan las organizaciones no gubernamentales en el debate.
En un resumen, Langmore precisó que el Norte industrial argumenta que la pobreza debe reducirse a través de sistemas de gobierno apropiados y de políticas consecuentes dentro de los países en desarrollo.
En contraste, los países del Sur sostienen que el factor decisivo para la reducción de la pobreza radica en un ambiente favorable internacional, que debe permitir el aceso a los mercados para sus exportaciones, la reducción de la deuda, el aumento de la ayuda al desarrollo y la reforma de las estructuras de los organismos financieros multilaterales.
El presidente del Grupo I, Cristian Maquieira, dijo el martes que las negociaciones se realizan con lentitud, pero han comenzado a avanzar. El debate en los grupos de trabajo debe terminar este jueves, para permitir que la asamblea de la ONU adopte al día siguiente la declaración final de clausura. (FIN/IPS/pc/ff/dv ip/00