Los militares aparecen como principales beneficiarios de los conflictos fronterizos entre países de América Central, ya que les permite recuperar influencia en la toma de decisiones políticas, señalaron expertos de la región.
La exacerbación de los nacionalismos, movilización de tropas a las fronteras y la inclusión de militares en las negociaciones diplomáticas son parte del panorama actual que podrían otorgarle paulatinamente más poder de decisión a las fuerzas armadas.
"La gran cantidad de conflictos le están abriendo puertas de influencia a los ejércitos centroamericanos", advirtió a IPS el analista político Rodolfo Cerdas, del no gubernamental Centro de Investigación y Adiestramiento Político y Administrativo.
Los conflictos limítrofes enfrentan principalmente a El Salvador con Honduras, Guatemala con Belice, y Nicaragua con Costa Rica. También se destaca el diferendo entre Honduras, Nicaragua y El Salvador por el golfo de Fonseca, que pone en juego el acceso hondureño al océano Pacífico.
Por otra parte, Nicaragua cuestionó la confirmación en 1999 del tratado de límites en el mar Caribe entre Honduras y Colombia por entender que cercena su soberanía sobre una extensión de 30.000 kilómetros cuadrados.
Cerdas, quien fue profesor de la Universidad de Costa Rica y de la británica Universidad de Oxford, opinó que las disputas limítrofes en la región están en auge y alertó sobre el peligro de que los militares usen esas diferencias como una excusa para aumentar su poder de acción.
Un ejemplo de ello es el reclamo de Guatemala por 12.300 de los 23.000 kilómetros cuadrados de Belice, en el que se ha denunciado el aumento de movimientos castrenses dentro del área de conflicto.
Delegados de los dos países firmaron tres acuerdos el 20 de este mes en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, donde establecieron un calendario de encuentros y cuyo primer capítulo se cumplirá en agosto con una reunión entre representantes de los dos ejércitos.
"Este tipo de acontecimientos le puede dar más poder a los militares y eso es algo que preocupa", destacó a IPS Celia Medrano, coordinadora general de la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica (Codehuca).
Medrano comentó que gobernantes centroamericanos ya están alentando los nacionalismos de una manera panfletaria y sensacionalista, con el ánimo de señalar mal al vecino, cuando debería entenderse que el verdadero enemigo de la región es el alto grado de pobreza y desempleo.
Codehuca es una asociación de 12 organizaciones de América Central, en la que participan tres grupos de derechos humanos de Guatemala y uno de Belice, quienes en conjunto emitieron un comunicado en el que censuran la posición del gobierno guatemalteco.
Los activistas señalaron que la actitud de Guatemala es contradictoria, pues ha sido uno de los países impulsores de la integración, pero ahora genera la división con este tipo de reclamos.
El diferendo entre Guatemala y Belice data de 1859, cuando los guatemaltecos y la entonces colonia británica firmaron un acuerdo de límites, que posteriormente fue desconocido.
Los expertos consideran que esta clase de disputas se convierten en un aliciente para los ejércitos, que en la región han protagonizado frecuentes golpes de Estado y han influido en la permanencia o caída de gobiernos.
Esta es una oportunidad latente para las fuerzas armadas, luego de que en los últimos años se han reducido drásticamente los presupuestos militares en América Central.
Un ejemplo de ello es Guatemala, que pasó de dedicar a defensa 2,6 por ciento de su producto interno bruto en 1989 a 1,4 por ciento en 1996, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
La nueva arremetida de los militares preocupa a los analistas políticos, ya que entienden que los ejércitos han sido históricamente los culpables de que el proceso de formación de Estados nacionales no se consolidara en el istmo. (FIN/IPS/nms/dm/ip/00