La guerra separatista en Mindanao pone a prueba la credibilidad de la prensa de Filipinas, acusada de incitar al odio contra los musulmanes en este país de mayoría católica y de pagar a los rebeldes para obtener primicias.
Los medios de comunicación recibieron duras críticas por la falta de análisis y contexto con que presentaron la información sobre el conflicto y las imágenes de los 21 rehenes de los separatistas musulmanes en Mindanao, una isla en el sur de Filipinas.
Algunos expertos consideran que los medios fueron favorables al gobierno o bien mostraron un panorama maniqueo del conflicto. Otros, incluso, creen que la presentación de las noticias contribuyó a aumentar la tensión. También hubo cuestionamientos éticos a la práctica de pagar por el acceso a la información.
"Es vergonzoso que esto ocurra en un país donde supuestamente hay libertad", escribió el crítico Vergel Santos en una columna del periódico Businessworld.
El interés los diarios de Manila en el conflicto en Mindanao aumentó luego del secuestro de 21 rehenes extranjeros y filipinos por el grupo rebelde Abu Sayyaf el 23 de abril en la ciudad de Sipadan, en Malasia.
Mindanao se convirtió en un imán para la prensa de todo el mundo cuando comenzaron las operaciones militares en la provincia meridional de Jolo, a la que fueron llevados los rehenes y donde otro grupo musulmán, el separatista Frente Moro Islámico de Liberación (MILF), se enfrentó con fuerzas del gobierno.
La mayoría de los informes periodísticos contenían solo declaraciones de las autoridades militares y del gobierno, en especial sobre la violencia en el sur y sobre los seis millones de musulmanes en Filipinas, un país donde la mayoría de sus 70 millones de habitantes son católicos.
Los dilemas éticos tomaron otro cariz cuando trascendió la práctica introducida por coresponsables extranjeros de pagar para llegar a los campamentos rebeldes.
"Los periodistas sufren una tremenda presión para conseguir información. ¿Deben pagar a los rebeldes a cambio de una historia? Sólo algunas instituciones tienen reglas profesionales y rígidas", dijo la periodista Glenda Gloria.
En los últimos dos meses, los rebeldes de Abu Sayyaf obtuvieron dinero de periodistas dispuestos a pagar lo que sea para acercarse a los rehenes.
Algunos corresponsales extranjeros han pagaron entre 1.000 y 5.000 dólares para llegar al campamento rebelde. Los fotógrafos podían recuperar esta inversión vendiendo cada fotografía a 2.000 dólares cada una como mínimo.
Mientras, los medios filipinos mostraban poco cuidado en su cobertura. "La prensa de Manila se guió por estereotipos y dejó entrever un discurso de odio contra los musulmanes", dijo el Centro por la Responsabilidad y la Libertad de Prensa (CMFR), con sede en Filipinas.
La rebelión separatista estalló en los años 70, liderada por el Frente Nacional de Liberación Moro (MNLF), que en 1996 alcanzó un acuerdo de paz con el gobierno de Manila.
Entre las causas del conflicto se encuentran la falta de representación de la población de Mindanao en el gobierno nacional y décadas de abandono económico.
Otros dos grupos continúan demandando autonomía: el Frente Islámico Moro de Liberación (MILF), que combate contra el gobierno y que comenzó como rama del MNLF, y el pequeño grupo extremista Abu Sayyaf, que realizó el secuestro de Malasia en abril.
Los grupos musulmanes exigen una tregua para permitir que los civiles encuentren refugios seguros, y estiman que las personas desplazadas ya son cientos de miles.
El CMFR analizó el contenido de la información periodística de los cuatro periódicos más importantes de Manila (Manila Bulletin, Philipine Daily Inquirer, Philipine Star y Kabayan), y concluyó que solo informaron "lo que decían las autoridades del gobierno".
Más que comportarse como "neutrales transmisores de los sucesos, estos cuatro periódicos generalmente presentaron la perspectiva del gobierno", afirmó la organización.
La prensa filipina no advirtió que "en una situación de crisis como una guerra, lo que dice el gobierno debe ser sólo un punto de vista de una situación compleja que requiere una multitud de perspectivas para entenderla", agregó.
Gloria, coautora del libro "Bajo la media luna: Rebelión en Mindanao", dijo que la gente solo vio "la superficie" porque la prensa cubrió el conflicto "como si fuera una pelea de gallos: quién va perdiendo, quién va ganando".
La guerra no fue cuestionada por la prensa ni siquiera desde el punto de vista político, agregó Gloria. "Nadie se hace las preguntas que la gente necesita saber. El gobierno ni siquiera ha sido responsabilizado de esta guerra", sostuvo.
La gente está equivocada al pensar que la guerra acabará una vez que el gobierno obtenga la "victoria" militar. "Un problema tan complejo como éste no se terminará con la toma de los campos rebeldes", dijo Gloria.
También se involucró en el conflicto la Conferencia Islámica, organización que nuclea a 56 países, entre ellos tres socios de Filipinas en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Brunei, Indonesia y Malasia).
La Conferencia Islámica instó la semana pasada al gobierno del presidente Joseph Estrada y al MILF a terminar con la guerra en Mindanao.
La organización internacional contribuyó al acuerdo de paz de 1996 entre el gobierno de Filipinas y el MNLF, grupo que luchó durante 20 años por la constitución de un estado autónomo.
Gloria afirmó que la renuencia de los editores a enviar periodistas a cubrir la guerra tuvo como consecuencia una visión parcializada de la situación.
"Desde esta estrecha perspectiva se tiende a ver al MILF y a Abu Sayyaf como una misma cosa, algo ideal para satanizar al enemigo", sostuvo la CMFR.
De hecho, algunos políticos dicen que el gobierno puede dialogar con el MILF sobre el desarrollo económico de Mindanao, pero que debe tratar a Abu Sayyaf como un grupo "terrorista".
A diferencia de otras guerras alrededor del mundo, los militares no restringieron el movimiento de los periodistas ni ocultaron información. Pero les advirtieron que arriesgarían la vida si se acercaban a los rehenes.
Algunos legisladores propusieron restringir el acceso a la información por parte de los periodistas.
La prensa de Filipinas no cumplió con su deber de explicar las causas de la guerra, más allá de informar lo que las autoridades y los rebeldes decían, coincidieron analistas.
"Los medios no pueden limitarse a esperar que ocurran las cosas, ni puede conformarse con preguntar: debe buscar y encontrar", afirmó Santos.
Por otra parte, Abu Sayyaf se acostumbró a exigir a los periodistas algo de valor a cambio de acceso a su campamento. Los periodistas ahora terminan sin dinero, zapatos, relojes o teléfonos celulares cada vez que van al lugar.
La actitud de la prensa molestó a los rehenes. "Sólo esperan algo de nosotros. No les importa nuestro sufrimiento", dijo al rehén alemán Renate Wallert al diario Philipine Daily Inquirer, que se publica en inglés.
¿Cuánto vale una primicia? La revista "I", publicada por el Centro de Periodismo de Investigación de Filipinas, calculó que un medio periodístico nacional ganó 15.000 dólares por la primera foto de los rehenes.
Muchos periodistas y agencias de noticias sacaron grandes beneficios de la guerra, según la revista. "Pero eso no significa que la gente haya sido informada con veracidad sobre la guerra", agrega. (FIN/IPS/ap-cr/ms/js/rp/mj/ip cr/00