El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, anunció hoy un programa de combate contra la pobreza destinado a 2.091 municipios y que comprende inversiones en educación y salud y la eliminación del trabajo infantil penoso.
El objetivo es reducir la desigualdad y la exclusión social que el país ya no tolera, dijo Cardoso, para agregar que "Brasil no es un país pobre, sino injusto", una de sus frases preferidas.
El plan beneficiará a 53 millones de personas, un tercio de la población brasileña.
Al acto de lanzamiento del llamado Programa Nacional de Desarrollo Socioeconómico Integrado, realizado este viernes en Brasilia, asistieron los gobernadores de 14 estados del norte y nordeste de Brasil, los más pobres, que presentan un Indice de Desarrollo Humano (IDH) inferior al promedio nacional.
El IDH es el indicador utilizado por la Organización de las Naciones Unidas para medir el desarrollo real de los países, no sólo limitado al aspecto económico. Su medición considera, además del ingreso por persona, el nivel de escolaridad de la población y la expectativa de vida.
Según ese índice, Brasil está entre los países de desarrollo mediano, por debajo de muchas naciones económicamente más pobres de América Latina.
Cardoso admitió que eso se debe a la injusta distribución del ingreso nacional, y agregó que hasta ahora los gastos sociales han sido mal aplicados.
Estudios del gobierno, de universidades y de organismos financieros multilaterales comprobaron que las inversiones sociales en Brasil agravan la desigualdad, en lugar de combatirla.
En educación, por ejemplo, el gobierno central hace mayores inversiones en universidades a las cuales acceden pocos pobres.
El programa presentado este viernes establece que en los 14 estados más pobres el gobierno concentrará los 11.500 millones de reales (6.400 millones de dólares) previstos para el desarrollo social hasta fines del 2002. Por eso el programa también lleva el nombre de IDH-14.
Las acciones en educación contemplan asegurar enseñanza básica a todos los niños y la secundaria a los que pretenden ampliar la escolaridad, alfabetizar 1,05 millones de jóvenes de 15 a 29 años y llevar agua potable y energía eléctrica a 16.508 escuelas.
El esfuerzo en esta área será de largo plazo y la meta es bajar el analfabetismo en el país a dos por ciento en el 2010, destacó Cardoso. En la actualidad, esa tasa es de 12,3 por ciento en la población de 10 años o más.
También se prevé enviar a la escuela a los 627.000 niños sometidos hoy a trabajo penoso en los 14 estados contemplados. Sus familias recibirán una pequeña beca para mantenerlos estudiando y compensar el aporte que los niños representaban para los ingresos familiares.
Hasta ahora se han concedido 1,8 millones de becas para estimular la escolaridad de esos niños trabajadores y otros hijos de familias muy pobres en todo el país. El presidente prometió aumentar esa cifra.
El sistema de becas no tiene un carácter "asistencialista", ya que exige la frecuencia escolar para su cobro, lo cual asegura un mejor futuro a la nueva generación, observó.
Sin embargo, hay quejas de muchos alcaldes sobre el retraso de las transferencias de recursos del gobierno central para financiar esta ayuda, en especial desde el año pasado, cuando los efectos de las turbulencias financieras mundiales obligaron a un ajuste fiscal.
En el área de salud, el programa prevé mejor asistencia hasta el 2002 a 2,35 millones de mujeres embarazadas y a recién nacidos. La secretaria de Estado de Asistencia Social, Wanda Engel, destacó que con ello se busca reducir en forma pronunciada la mortalidad infantil y materna.
Además, se pretende extender a los 2.091 municipios el programa Salud en la Familia, que moviliza a grupos de médicos y agentes sanitarios que prestan asistencia directamente en los hogares, con buenos resultados ya comprobados.
Saneamiento básico, la construcción de 400.000 viviendas para los más pobres, generación de empleos, energía solar para comunidades rurales y distribución de alimentos son otras acciones del programa social del gobierno, en elaboración desde comienzos de este año.
El conjunto de medidas tendrá en el área social un efecto similar al que tuvo el Plan Real en la economía, poniendo fin a una elevada y crónica inflación en Brasil desde 1994, comparó Engel.
Con este programa, el presidente Cardoso busca también recuperar la popularidad perdida desde fines de 1998, luego de su reelección, cuando se desató la crisis económica como resultado de los desajustes asiático y ruso, que pusieron en fuga los capitales extranjeros radicados en Brasil.
La economía brasileña muestra hoy señales de recuperación desde, generando incluso nuevos empleos y reduciendo la desocupación, pero el rechazo de la opinión pública a Cardoso y sus ministros se mantiene por encima de 50 por ciento, según las encuestas.
El gobierno lanzó hace un mes el Programa Nacional de Seguridad Pública, con el objetivo de reducir la violencia urbana, uno de los problemas más sentidos por la población. Pero las medidas anunciadas no tuvieron reflejos inmediatos y fueron recibidas con descrédito.
La recuperación de la confianza popular vendrá cuando se vean los resultados de las políticas sociales ahora anunciadas, opinó el Jefe de la Casa Civil de la Presidencia, Pedro Parente. (FIN/IPS/mo/dm/ip dv/00