CUBA: Crecen las uniones consensuales entre los jóvenes

El divorcio continúa siendo la manera más usual de dirimir diferencias matrimoniales en Cuba, mientras la población joven se vuelca cada vez más a las uniones consensuales.

Sin embargo, las estadísticas oficiales muestran una merma en la cantidad de casamientos y de divorcios en la actualidad, respecto de los comienzos de la crisis económica de la década de los 90, cuando hubo un notorio aumento.

Muchos cubanos buscaron en el matrimonio una solución a sus problemas en los peores años de recesión, pero, a la par, las dificultades económicas también llevaron a un rápido rompimiento de un mayor número de parejas.

"Nos casamos porque entre dos era más fácil enfrentar los problemas y poder reunir dinero, buscar comida, mantener la casa. Al final creo que eso mismo nos fue desgastando y, cuando nos divorciamos, no quedaba nada", dijo a IPS Yanelis Gómez.

Trabajadora de una empresa estatal desde hace más de 10 años, Gómez contrajo matrimonio en agosto de 1992.

A su esposo, Alexis Fuentes, lo había conocido cuatro meses antes, cuando les tocó asumir juntos un proyecto laboral. "Cuando pedí el divorcio, a fines del año pasado, ni se apareció por la casa a verme", narró Gómez.

Datos oficiales señalan que en 1999 se concretaron 33.473 divorcios (3,6 por cada 1.000 habitantes), cifra considerada muy alta por especialistas, aunque es mucho menor a los realizados en 1992 y 1993, los años más difíciles de la crisis que se desató como consecuencia de la desaparición de la Unión Soviética.

En tanto, los matrimonios sumaron 57.252 el año pasado, 14.848 de ellos correspondieron a la legalizacición de uniones consensuales o concubinatos, modalidad que en algunas regiones del oriente del país responde a una tradición bastante extendida.

Las rupturas matrimoniales ascendieron a 63.432 (5,9 por mil habitantes) en 1993 y a 64.938 (seis por mil) en 1993, para comenzar a bajar a partir del año siguiente cuando se registraron 56.712 y llegar en 1998 a los 39.798 (3,6 por mil habitantes).

En 1992 se registraron 191.429 casamientos, para bajar al año siguiente a 135.138 y llegar en 1998 a sólo 64.900.

Aunque la ley de divorcio existe en Cuba desde 1918, sólo en 1963 las rupturas conyugales sobrepasaron por primera vez el uno por 1.000 habitantes, lo cual llevó a los expertos a asociar el tema con los cambios operados en la sociedad por el proyecto socialista iniciado en los años 60.

En ese sentido, advierten que la familia cubana aún está en transformación, por lo cual hay que preparar a la juventud para la vida en pareja.

La profesora universitaria Olga Mesa entiende que detrás de las altas tasas de divorcio no hay sólo razones superficiales o de irresponsabilidad, sino que "asoma el arquetipo de la nueva familia, desprovista de toda hipocresía y auténticamente cimentada en nuevas concepciones de la vida".

Una encuesta realizada a fines de los años 80 por el Centro de Estudios de la Juventud de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba reveló que buena parte de los jóvenes que accedían al matrimonio lo hacían pensando de antemano en el divorcio.

La juventud de los contrayentes y la consiguiente inmadurez de la pareja para enfrentar las inevitables contradicciones y desavenencias figuran entre las principales causas de la disolución matrimonial.

También inciden razones materiales, como la falta de una vivienda apropiada que obliga a las nuevas parejas a vivir con los padres, lo cual aumenta las tensiones que conducen al divorcio, y disuade a muchos de formalizar su pareja.

Investigadoras del Centro de Estudios de Familia de la Academia de Ciencias señalan que las uniones libres o no legalizadas no son un fenómeno nuevo en Cuba, aunque sí han evolucionado y revisten características diferentes en la actualidad.

La opción por este tipo de unión ha aumentado de manera considerable en la última década. El año pasado, 94.346 niños nacidos vivos eran hijos de madres solteras que se declaran "acompañadas".

Pero la cifra total de parejas unidas es mucho mayor, sólo que mientras no tengan descendencia permanecerán registrados como solteros, alertan especialistas, quienes además sitúan el fenómeno preferentemente entre jóvenes de 20 a 24 años.

Suset González y Tania Alfonso, del Centro de Investigaciones Sicológicas y Sociológicas de la Academia de Ciencias, advierten que la preferencia por este tipo de relación de pareja va asociada por lo general a dificultades económicas y a la postergación de la procreación.

Pero, al mismo tiempo, mencionan entre los factores sociales que favorecen el aumento de los concubinatos el alto nivel de escolarización y calificación de la juventud alcanzado en el país y la considerable participación social de la mujeres jóvenes.

En el orden sicológico, esa opción apunta, entre otras cosas, a evitar el divorcio, fundamentalmente entre quienes han fracasado en experiencias matrimoniales anteriores, agregaron.

Sin embargo, las académicas consideran que el acelerado incremento de los concubinatos no parece significar ni ser el resultado de la desaparición del matrimonio como institución, que "continúa teniendo vigencia entre gran parte de los jóvenes". (FIN/IPS/pg/dm/dv pr/00

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