China puso fin a un año de disputas con el Banco Mundial al renunciar a la financiación de un polémico proyecto, un episodio que deja sin control internacional la política demográfica de Beijing en tierras tibetanas y mongoles.
El gobierno chino consideró inaceptable las condiciones del Banco a un proyecto que incluye la reubicación de 58.000 campesinos pobres de la provincia de Qinhai, la mayoría de la etnia china, en áreas de mayoría tibetana y mongol.
Activistas de derechos humanos y organizaciones protibetanas de todo el mundo habían condenado el proyecto, pero esa presión lo dejó, por paradoja, sin supervisión externa.
Además, el episodio dañó los vínculos entre el Banco Mundial y China, que es su principal cliente.
China anunció el día 7 que financiaría el proyecto con sus propios medios, sin los 40 millones de dólares que había solicitado al Banco Mundial.
Muchos activistas atribuyen la retirada del Banco a la presión pública internacional, pero su control total en manos de Beijing podría tener un dramático impacto sobre la población nativa tibetana y mongol en el área del proyecto.
El director ejecutivo del Banco Mundial en China, Zhu Xian, dijo poco después del anuncio que Beijing llevará a cabo el proyecto «a su manera».
Eso implica que podrían concretarse más reubicaciones de población china que las previstas en el proyecto aprobado por el organismo multilateral. La intervención del Banco Mundial las había reducido de 100.000 a 58.000.
La retirada del Banco Mundial también significa que el proyecto será realizado sin control o escrutinio alguno del mundo exterior. En el futuro, podría conducir a China a una ampliación total de la colonización en áreas tibetanas.
El Ministerio de Finanzas afirmó el día 10 que «ningún intento de obstruir el proyecto tendrá éxito», y aseguró que «algunos accionistas» del Banco Mundial ignoraron, por razones políticas, las normas del organismo, al imponer demandas irracionales para bloquear el proyecto.
«China se opone con firmeza a la politización de las operaciones del Banco Mundial», declaró el Ministerio. Sin embargo, el Banco expresó su persistente apoyo al proyecto a pesar de la oposición de sus principales accionistas, Estados Unidos y Alemania.
La institución aprobó el año pasado un préstamo de 40 millones de dólares, pero lo bloqueó hasta que un panel de inspección investigara las objeciones al proyecto planteadas por la Campaña Internacional por Tibet, una de las principales organizaciones de respaldo a esa comunidad.
Los tres miembros del panel independiente, formado por Holanda, Ghana y Canadá, solo fueron autorizados a considerar si el proyecto fue elaborado de acuerdo con las normas del Banco.
El panel comprobó no solo reiteradas violaciones de la política del organismo multilateral, sino que cuestionó, además, sus relaciones con China, su mayor cliente. El informe concluyó que el Banco violaba siete de 10 reglamentaciones.
La entidad decidió retirarse del proyecto, incluyendo la difusión de información, resultados ambientales, políticas sobre pueblos nativos y reinstalaciones.
James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, aceptó algunas críticas y propuso cambios en el proyecto, incluyendo el pedido de un análisis ambiental de alto nivel y las condiciones sociales. Los cambios hubieran costado más de dos millones de dólares adicionales y causado una nueva demora de 15 meses.
China rechazó las condiciones del Banco Mundial. El primer ministro Zhu Rongji intervino personalmente cuando viajó a Europa para poner fin a una acalorada discusión entre el Banco y el Ministerio de Finanzas de Beijing.
Lo que afectó más a Beijing fue que el panel de inspección hubiera detectado profundas desavenencias entre funcionarios del Banco Mundial en materia de políticas y procedimientos cuando se trataba de operaciones en China.
El informe del panel puso al descubierto la tendencia del Banco a desviarse de sus políticas porque se trata de China, considerada «diferente a otros países» por los funcionarios del Banco.
«Las entrevistas con algunos funcionarios estuvieron subrayadas por la frase ‘en China las cosas se hacen distinto»‘, reveló el informe.
El Banco Mundial ha prestado más de 25.000 millones de dólares a China, al que considera un un éxito histórico fulgurante. El fracaso del proyecto en Qinghai tendrá un importante impacto en la relación entre China y el Banco, al que perjudica de manera especial.
Si las críticas a las operaciones del Banco en China son ignoradas en el futuro, su credibilidad estará en juego. (FIN/IPS/tra-eng/ab/js/ego/mj/hd dv/00