La minoría cristiana de India se siente desprotegida tras la muerte de un destacado líder religioso, aunque el gobierno aseguró al papa Juan Pablo II que protegerá a los cristianos de la violencia comunal.
El encuentro la semana pasada del primer ministro Atal Bihari Vajpayee con el Papa en Roma estuvo destinado a disipar la impresión de indiferencia de su gobierno hacia los ataques contra cristianos en India, según observadores políticos.
Sin embargo, la audiencia papal se disputó el martes los títulos de los principales periódicos indios con la profanación de una iglesia en una pequeña localidad del estado occidental de Maharashtra y la vandalización de una tumba cristiana cerca de la capital de Andhra Pradesh, un estado del sur.
Los últimos incidentes de violencia anticristiana, presuntamente por parte de grupos de fanáticos hindúes vinculados al Partido Bharatiya Janata (BJP) de Vajpayee, aumentaron la inseguridad de los cristianos y pusieron en cuestión la sinceridad de la promesa de Vajpayee al Papa.
La comunidad minoritaria también está preocupada por la pérdida de un influyente líder, el arzobispo Alan de Lastic, de Nueva Delhi, quien falleció en un accidente automovilístico la semana pasada en su nativa Polonia.
De Lastic se había convertido en el portavoz de los 22 millones de cristianos indios (dos por ciento de la población), que atraviesan los momentos más difíciles del último medio siglo.
El arzobispo decía que la iglesia era atacada porque su trabajo con los pobres trastornaba las ecuaciones sociales. "Pero ese trabajo debe continuar", insistía.
Antes de su partida hacia Polonia, De Lastic encabezó un grupo de líderes cristianos que se reunieron con Vajpayee para exigirle que detuviera la creciente campaña de odio contra la comunidad cristiana.
En su funeral estuvieron presentes el presidente K.R. Narayanan, el ministro del Interior L.K. Advani y la líder del opositor Partido del Congreso, Sonia Gandhi.
Desde que la coalición encabezada por el BJP asumió el gobierno en marzo de 1998, misioneros e instituciones cristianas fueron objeto de ataques verbales de grupos hindúes radicales afiliados al partido de Vajpayee.
Las agresiones verbales fueron acompañadas en varias ocasiones por actos de violencia física atribuidos a esos mismos grupos radicales, que sin embargo negaron las acusaciones.
A comienzos de 1999, el misionero australiano Graham Staines y sus dos hijos pequeños fueron quemados vivos en el estado oriental de Orissa.
Durante una visita a este país el año pasado, Juan Pablo II declaró que la elección o el cambio de religión es un asunto de derechos humanos.
"La libertad religiosa constituye la esencia de los derechos humanos. Su inviolabilidad es tal que debe reconocerse a los individuos el derecho a cambiar su fe, si su conciencia así se lo exige", dijo el pontífice.
Pero desde la visita papal, la campaña anticristiana orquestada por grupos fundamentalistas afiliados al BJP solo se intensificó, lo que generó protestas del fiscal general de India, Soli Sorabjee, entre otros.
"Quienes afirmen que los cristianos son peores enemigos que los musulmanes deberían ser encerrados en la cárcel o en un manicomio", dijo Sorabjee la semana pasada, enojado por declaraciones provocativas anticristianas de un líder radical hindú.
Vajpayee debe lograr un equilibrio entre los fundamentalistas hindúes de su partido y aliados clave de la coalición que forzaron al BJP a renunciar a su agenda nacionalista hindú.
El primer ministro intentó delegar la responsabilidad del control de la violencia anticristiana a los gobiernos estaduales, arguyendo que, según la división constitucional de poderes federales y estaduales, el mantenimiento de la ley y el orden corresponde a los estados.
Tras la reunión de 10 minutos entre Vajpayee y el Papa, el gobierno lanzó una declaración oficial en la que expresó su profunda preocupación por los ataques contra cristianos en los últimos meses y años.
"El gobierno central está en estrecho contacto con las autoridades estaduales para asegurar que se adopten todas las medidas preventivas necesarias para el mantenimiento de la paz y la armonía comunal", agregó la declaración.
Sin embargo, los críticos advierten que esas palabras deben acompañarse de medidas concretas.
"Tales declaraciones tranquilizadoras son bienvenidas, pero ya se escucharon antes y es improbable que disipen los temores a menos que sean acompañadas de la determinación (hasta ahora inexistente) de reprimir con dureza a los responsables de campañas peligrosas y divisivas para enfrentar a una comunidad con otra", publicó el diario The Hindu el martes. (FIN/IPS/tra-en/rdr/mu/mlm/cr-hd/00