El problema de los millones de refugiados y desplazados en el mundo es supranacional y en la supranacionalidad no hay democracia, afirmó en la capital española Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco.
Mayor Zaragoza, actual presidente de la no gubernamental Fundación Ramón Areces, participó el jueves en Madrid en un coloquio internacional sobre crisis humanitarias y reconciliación, organizado por la Asociación España con ACNUR.
"La gran reconciliación pendiente es la del mundo pobre con el rico", señaló el presidente de la entidad organizadora, Antonio Garrigues Walker, en este coloquio que comenzó el miércoles y concluirá este viernes.
El problema de fondo radica en las causas que originan los conflictos y no en el tratamiento posterior de sus efectos, entre ellos la generación de olas de desplazados y refugiados, agregó Garrigues, quien también integra la Comisión Trilateral, foro de representantes de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.
Entre los participantes hubo consenso en atribuir los conflictos que afectan al mundo en desarrollo a la pobreza, el subdesarrollo y la marginación.
Mayor Zaragoza insistió en señalar que a pesar de las promesas del mundo industrializado, la cooperación para el desarrollo del Sur se reduce cada vez más.
Recordó que en 1974 se propuso en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que los países industriales destinasen el 0,7 por ciento de su producto interno bruto para esa cooperación, que la ayuda alcanzó un promedio del 0,31 en 1985 y se redujo al 0,21 por ciento actual.
"La ayuda se ha cambiado por préstamos y esta situación hace más ricos a los prestamistas y más endeudados a los pobres", destacó el ex director general de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
El secretario de Estado español de Cooperación Internacional e Iberoamérica, Miguel Angel Cortés, también se pronunció a favor de que se dé prioridad a las acciones de prevención, pues "cuesta menos prevenir que subsanar y se evita la violación de los derechos humanos".
Cortés puso a España, que sufrió una guerra civil (1936-1939) y una dictadura (1939-1975), como ejemplo de reconciliación.
En los últimos 25 años, este país vivió un proceso de transición a la democracia, "sin depuración de responsabilidades en la represión y haciendo que los excluidos 40 años tuviesen la plenitud de derechos".
Ya que, concluyó, "sólo se sale adelante mirando hacia adelante".
No coincidió con esa apreciación el chileno Roberto Garretón, ex vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y actual relator especial de ese organismo para la República Democrática del Congo.
Garretón fue abogado de la Vicaría de la Solidaridad de Chile, organización defensora de los perseguidos por el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990) y acusador del dictador ante los tribunales.
"Los sectores ligados a las dictaduras insisten en una necesaria reconciliación fundada en la impunidad de los horrores vividos y de los que ellos son responsables", puntualizó Garretón.
Saber la verdad es fundamental y "hay veces en que las mentiras oficiales montadas por las dictaduras llegan al absurdo, como en Chile, en que se nos obligó a creer que nuestro país había vivido una guerra que nunca nadie vio, sintió ni padeció", agregó.
El jurista chileno señaló que la impunidad "no sólo es un agravio a las víctimas y a la justicia, sino también un elemento de profunda perturbación moral".
La dictadura justificó sus crímenes invocando valores superiores, como salvar a la patria, salvar la civilización occidental, y "sobre esas bases de convivencia no es posible la construcción de una sociedad justa", añadió Garretón.
Por último, el presidente del Comité Ejecutivo del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR), Raimundo Pérez Hernández- Horta, reflexionó sobre las lecciones que la crisis de Kosovo deparó para las tareas de reconciliación.
Lo primero, dijo, es identificar puntos de interés común para los sectores enfrentados y cuya atención les proporcione beneficios a todos, como la salud y la educación. La coordinación de tareas en las que todos puedan participar y beneficiarse ayuda de manera eficaz a la reconciliación.
Otros aspectos son la abolición de los símbolos de la desunión y la identificación de núcleos poblacionales más receptivos (mujeres, médicos, niños) a la reconciliación y a la realización de tareas en común.
La entidad organizadora señaló que en la actualidad existen más de 50 conflictos en el mundo, la mayor parte de ellos internos, religiosos o étnicos, ante los que carecen de valor las soluciones tradicionales, pues los organismos oficiales o no gubernamentales carecen de interlocutores válidos. (FIN/IPS/td/mj/hd pr/00