La instalación en la capital de Chile de un monumento al ex mandatario Salvador Allende provocó un ambiente de tensión generado por manifestaciones de la izquierda extraparlamentaria.
El monumento está emplazado frente al palacio de gobierno de La Moneda, donde el presidente socialista se quitara la vida durante el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
La ceremonia, encabezada por el presidente Ricardo Lagos y de la que participaron autoridades nacionales e invitados extranjeros, fue transformada por los manifestantes en una protesta contra el acuerdo de la mesa de diálogo sobre derechos humanos y en una renovada demanda de juicio al ex dictador Augusto Pinochet (1973-90).
La viuda de Allende, Hortensia Bussi, su hija, la diputada socialista Isabel Allende, y otras autoridades, fueron protegidas con paraguas de monedas, huevos, frutas y otros objetos lanzados por militantes del Partido Comunista y otros grupos de izquierda sin representación parlamentaria.
Lagos, los familiares de Allende, el alcalde de Santiago, Jaime Ravinet, el senador Ricardo Núñez, presidente del Partido Socialista (PS), y el español José Bono, presidente de la Comunidad de Castilla-La Mancha, encabezaron el acto que congregó a más de 3.000 personas en la Plaza de la Constitución.
El monumento a Allende se suma a los ya instalado en la misma plaza de los ex presidentes, también fallecidos, Jorge Alessandri (1958-64) y Eduardo Frei Montalva (1964-70), completando así la trilogía de los últimos tres gobernantes chilenos antes de la interrupción de la vida constitucional con el golpe de Pinochet.
Alessandri, un ingeniero conservador, Frei, un abogado demócrata cristiano, y Allende, un médico socialista, reflejaron la alternancia en el poder de la derecha, el centro y la izquierda, en un escenario de "tres tercios" que caracterizó el equilibrio roto con la violenta toma del poder por parte de los militares.
El Parlamento chileno aprobó en 1994, con los votos a favor de todos los sectores representados en él, una ley que autorizó la construcción de tres monumentos en el país para cada uno de los mandatarios, con fondos reunidos mediante colectas públicas y otras formas de donación.
Al margen de esa ley, en la localidad de Palmilla, unos 160 kilómetros al sur de Santiago, se levantó hace cinco años el primer monumento a Allende en este país, por iniciativa de su alcalde, el cineasta Miguel Littin.
Allende, socialista y masón, nacido en Santiago un 26 de julio de 1908, llegó a la presidencia tras triunfar en las elecciones de septiembre de 1970 como candidato de la Unidad Popular, una coalición de socialistas, comunistas, radicales (socialdemócratas) y cristianos de izquierda.
El 11 de septiembre de 1973, tras un heroico e infructuoso combate contra los golpistas que bombardearon desde el aire el palacio presidencial, el mandatario se quitó la vida con una ráfaga de un fusil ametralladora.
La Fundación Salvador Allende convocó a un concurso para el diseño de la estatua descubierta este lunes, el cual fue ganado por Arturo Hevia, un escultor que se define como de derecha y que, según declaró, estaría dispuesto a hacer una estatua para Pinochet, porque "el arte debe estar por encima de lo contingente".
"Me da una gran satisfacción que el monumento sea inaugurado por el presidente Lagos, quien pertenece al PS y el PPD (Partido Por la Democracia) y es el segundo socialista que llega a La Moneda", dijo la viuda de Allende.
Lagos se convirtió desde el 11 de marzo en el tercer presidente sucesivo de la Concertación por la Democracia, una coalición de centroizquierda, que gobierna desde 1990, primero con Patricio Aylwin (1990-94) y luego con Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), ambos del Partido Demócrata Cristiano.
Entre los invitados oficiales al acto hubo algunas personalidades del Partido Comunista, como el escritor Volodia Teitelboim, pero no se incluyó a la secretaria general de esa agrupación, Gladys Marín, quien debió seguir la ceremonia desde detrás de las barreras móviles de contención del público.
Los manifestantes recibieron con gritos de "traidores" y lanzaron monedas a personalidades del gobierno y a parlamentarios socialistas, como el senador Carlos Ominami, quien incluso fue alcanzado por una pedrada que no le causó lesiones.
En su discurso, Lagos se hizo cargo de las protestas de los que repudiaban el acuerdo suscrito el día 13 en la llamada mesa del diálogo, con una fórmula para recoger antecedentes sobre el paradero de unos 1.200 desaparecidos durante la dictadura, pero que protege a informantes con la figura del secreto profesional.
"Podemos tener visiones distintas del pasado, pero no podemos tener visiones distintas sobre el respeto a los derechos del hombre", dijo el mandatario, para recalcar, tal como lo hizo cuando se suscribió el polémico acuerdo, que los derechos humanos son la base fundamental de la democracia.
Respondió también a las demandas de enjuiciamiento del ex dictador Pinochet. "A los que piden juicio, les recuerdo que en democracia la justicia la hacen los tribunales".
Entre los invitados extranjeros al acto estuvieron Narcís Serra, ex vicepresidente del gobierno español, el diputado francés Pierre Forgues, el ex vicecanciller italiano Franco Danielli, Gonzalo Martínez Corbalá, embajador de México en Chile en 1973, y la viuda del poeta español Rafael Alberti, María Asunción Mateo.
En nombre de ellos habló José Bono, presidente del gobierno autonómico de Castilla-La Mancha, que contribuyó al financiamiento del monumento a Allende.
Allende fue un ejemplo de consecuencia democrática, patriotismo y dignidad, dijo Bono, para agregar que contra la figura del presidente chileno "se estrellan todos los políticos corruptos y todos los golpistas, con uniforme o sin él". (FIN/IPS/ggr/dm/hd ip/00