Las mujeres latinoamericanas se beneficiarán con un nuevo plan en marcha dirigido a reducir la violencia doméstica en la región, según un experto de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Alberto Concha Eastman, asesor regional sobre Prevención de la Violencia en la OPS, dijo que el plan creará "redes de atención, prevención y rehabilitación" para ayudar a las mujeres sometidas a violencia física y psicológica perpetrada por sus compañeros.
Esas redes incluirán visitas de enfermeras o asistentes sociales a los hogares de aquellas que están en peligro o ya sufrieron violencia y métodos para detectar casos de violencia y "tratamiento integral que deben recibir las víctimas", agregó.
El plan, respaldado por cinco organizaciones internacionales, entre ellas la OPS, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), responde a la necesidad de enfrentar el alto nivel de violencia imperante en la región.
En América prevalecen "los índices más altos de homicidios y victimización en el mundo, varias veces superiores a las cifras de Asia, Europa u Oceanía", destacó la OPS.
Anualmente, 300.000 personas, en su mayoría hombres jóvenes, mueren en la región por homicidios, suicidios o accidentes de tránsito.
"Los estudios demuestran que entre 30 y 75 por ciento de las mujeres en la región son objeto de violencia psicológica y entre 10 y 30 por ciento de violencia física de parte de sus compañeros", agrega.
Un estudio realizado en 1999 por la OPS en seis naciones latinoamericanas comprobó que Brasil tiene el índice de violencia más alto. En una sola ciudad, San Salvador de Bahía, 61 por ciento de las mujeres interrogadas dijeron haber padecido abusos de sus compañeros en los 12 meses anteriores a la encuesta.
En Río de Janeiro, 57 por ciento de las mujeres encuestadas denunció abusos. En Cali, Colombia, Santiago de Chile y Caracas, más de 50 por ciento de las interrogadas admitieron sufrir violencia doméstica. Los abusos abarcan desde las palizas a los insultos.
Según Pamela Hartigan, directora del Departamento para la Violencia y Prevencion de Heridas No Intencionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia contra las mujeres tiene serias consecuencias para su salud física y mental.
"Las mujeres que sufren abusos son más proclives a la depresión, ansiedad, síntomas psicosomáticos, problemas alimentarios y disfunciones sexuales", apuntó Hartigan.
Agregó que la violencia contra las mujeres también representa una carga para los sistemas de salud.
"Estudios en Estados Unidos, Zimbabwe y Nicaragua indicaron que aquellas agredidas física o sexualmente apelan a los servicios sanitarios más asiduamente que las mujeres que no son maltratadas, incrementando los costos".
Además, las consecuencias económicas para las mujeres que padecen abusos también son debilitantes.
Un estudio hecho por la OMS reveló, por ejemplo, que en una ciudad en Nicaragua "las mujeres agredidas ganan 46 por ciento menos que las que no sufren abusos".
Para la OMS, la violencia contra las mujeres y niñas se ha convertido en la mayor causa de preocupación tanto en el campo de la salud como de los derechos humanos. La organización señaló que entre 25 y 50 por ciento de las mujeres experimentan abusos físicos y mentales en alguna etapa de su vida.
Estudios de población revelaron que entre 12 y 25 por ciento de las mujeres "experimentaron el intento o consumación de una violación sexual por su pareja o ex compañero", indicó la OMS. Añadió que en 1998 la violencia interpersonal fue la décima causa de muerte en mujeres de 15 a 44 años.
La violencia contra las mujeres surge por una combinación de características individuales biológicas y psicológicas, asi como factores sociales y políticos. Los culpables de semejante violencia son casi exclusivamente hombres, apuntó la OMS.
La iniciativa latinoamericana, puesta en funciones bajo la Coalición Interamericana para la Prevención de la Violencia, ha identificado esa tendencia agresiva en la conducta masculina como un área de proridad que se debe remediar.
"La violencia es una conducta adquirida pero puede remediarse a través de medidas sanitarias y educativas", dijo George Alleyne, director de la OPS.
Entre las intervenciones que planea esa coalición para conjurar la violencia masculina figura la "administración de la ira", que se verificará mediante servicios de salud pública en hospitales y clínicas.
También se realizarán seminarios sobre violencia a nivel comunitario para fortalecer entidades y organismos locales.
"Lo que pretendemos es que la gente reaccione pacíficamente", agregó Andrew Morrison, un experto en desarrollo social del BID. "Las mujeres se beneficiarán a largo plazo porque a medida que mejore el programa se incrementará el número de participantes". (FIN/IPS/tra-en/mmm/da/ego/aq/hd-he/00