Activistas ecologistas se oponen a la construcción de nuevas centrales nucleares en Siberia con fines energéticos y proponen que Rusia recurra en su lugar a sus abundantes reservas de gas natural.
El ambientalista Alexei Topolov lucha por la limpieza de los residuos radiactivos en uno de los mayores y más contaminados complejos nucleares del mundo, cerca de su ciudad natal de Tomsk, en Siberia occidental.
Cuando descubrió que el gobierno planeaba construir otro reactor en las cercanías, con el único propósito de calentar agua en su ciudad y las poblaciones aledañas, inmediatamente se opuso, arguyendo que se debe usar gas natural como alternativa.
Pero la incredulidad lo embargó cuando supo que el vecino estado de Altay pretende vender la mayor parte de su gas natural limpio a China, en lugar de usarlo con fines domésticos.
"Ya tenemos el mayor depósito de residuos nucleares en el mundo. Rusia debería usar ese gas como una alternativa a la construcción de más centrales nucleares inseguras", dijo en una entrevista.
Toropov vive a 16 kilómetros al sur de la ex ciudad secreta de Seversk, antes llamada Tomsk 7, que fue parte del archipiélago de 10 centros de investigación y producción de armas atómicas en la extinta Unión Soviética.
El complejo nuclear, denominado ahora Complejo Químico Siberiano, incluye dos reactores en actividad y varios en reposo, una planta de uranio enriquecido y una estructura reprocesadora.
También contiene el mayor depósito subterráneo de residuos atómicos en el mundo, en el cual se sigue bombeando material de descarte altamente radiactivo. Otra planta reprocesadora que usa plutonio, donde antes se fabricaron ojivas misilísticas, también sigue activa en las cercanías.
Según Topolov, el problema más inmediato son los reactores nucleares que producen plutonio, que ya tienen 40 años de vida. Los dos reactores son moderados con grafito y enfriados con agua, precursores del diseño empleado en la accidentada central ucraniana de Chernobyl.
Enormes bloques de grafito rodean cilindros verticales que contienen combustible. No hay estructuras de contención ni sistemas de enfriamiento de emergencia para el núcleo del reactor.
"Fue el diseño mediante el cual los rusos aprendieron las lecciones incorporadas después en (el desastre de) Chernobyl", señaló Matthew Bunn, de la Universidad de Harvard, citado en la revista inglesa The Economist.
"El grafito se está hinchando y resquebrajando como resultado de años de radiaciones, lo cual crea el peligro de un nuevo Chernobyl", advirtió Toropov.
Si los cilindros en el núcleo comienzan a plegarse, los ingenieros no podrán controlar la velocidad de la reacción retirando los tubos de combustible, apuntó.
En 1993 se produjo un accidente en la planta reprocesadora de Seversk que contaminó tres aldeas en el noreste. Una nube de 400 microroentgens por hora de radiaciones gama fue liberada al aire. Por ley, la planta debe alertar al público si se produce un escape constante de 60 microroentgens por hora.
Afortunadamente, ese día el viento soplaba en dirección contraria y alejó la nube radiactiva de Tomsk, donde viven 500.000 personas, dijo Toropov.
Los funcionarios negaron que se produjera algún daño, pero los aldeanos siguen quejándose del alto nivel de enfermedades que padecen, como los casos de cáncer de tiroides. A comienzos de los 80, hubo tres o cuatro casos nuevos por año, y a mitad de los años 90, más de 50 casos.
Un estudio científico en Moscú comprobó que los hombres que viven cerca de la planta sufren una drástica reducción de esperma.
Desde 1993 se produjeron cuatro accidentes menores, apuntó Toropov, quien supo de las emisiones tóxicas a través de indiscreciones de científicos que trabajan en el nuevo plan.
Toropov, de 22 años, igual que otros 40 jóvenes ambientalistas siberianos, se trasladó a Irkutsk para participar en un programa de formación sobre vigilancia ambiental de dos semanas de duración.
En esta ciudad, compartió sus conocimientos sobre el proyecto de vigilancia de la Inspección Ecológica de Estudiantes de Tomsk (TESI), una organización ambiental.
En una inspección radiactiva cerca de la planta, TESI comprobó que un pato migratorio que nadaba en el vecino lago Negro contenía 2.100 microroentgens por hora.
"Si una persona come ese pato, es muy probable que muera de cáncer en pocos años", dijo, agregando que esos patos vuelan hasta regiones remotas como India para evitar el gélido invierno siberiano.
TESI tambien dió cuenta de mutaciones en la vegetación adyacente al complejo. "La gente en Seversk sigue pescando en el lago Negro y recogiendo albaca y hongos cerca de la planta a pesar de las señales de advertencia", agregó Toropov.
En 1994, el vicepresidente estadounidense Al Gore firmó un acuerdo con el entonces primer ministro ruso Viktor Chernomyrdin para clausurar los viejos reactores de Seversk.
Con el fin de proporcionar la necesaria calefacción a ciudades y pueblos en la fría región siberiana, el gobierno propuso en 1996 la construcción de una nueva planta de energía nuclear, conocida como AST 500.
La ley requiere una audiencia pública previa para discutir el proyecto, pero Toropov dijo que la gente de Tomsk supo del hecho pocos días antes de que pudieran inscribirse para acudir a la reunión consultiva, la cual se realizó en enero.
Docenas de trabajadores actuales y antiguos del complejo nuclear, que viven en Seversk, vinieron para apoyar el proyecto de TESI.
Mientras los miembros de la organización se pronunciaron contra la planta y se manifestaron a favor de la explotación de las reservas de gas, los medios locales dijeron que el público apoyaba decididamente a AST 500.
"No tuvimos tiempo de prepararnos (para la audiencia)", dijo Toropov. Ahora está solicitando una nueva reunión en Tomsk acerca de la propuesta. Sin embargo, teme que las autoridades aprueben el plan antes de que se realice una nueva audiencia.
Además de oponerse a que Tomsk sea una región alternativa para la energía nuclear, Toropov también está en contra del plan de proporcionar gas natural a China porque amenaza la fauna silvestre.
El proyecto requiere un gasoducto a través de la meseta de Ukok, en los Montes Altay, designada por UNESCO en 1998 como Patrimonio de la Humanidad.
Ukok es el hábitat de los pocos leopardos de la nieve que quedan en Siberia y famosa por su rica biodiversidad y lugares arqueológicos. "Ahora no hay gasoductos, carreteras o líneas ferroviarias que atraviesen la región como pretenden las autoridades", dijo.
Toropov observó que Tomsk podría tener menos necesidad de nueva energía si las autoridades se dedicaran más a mejorar la eficiencia energética en toda la región. En 1994, un estudio halló que 55 por ciento de la calefacción producida en Tomsk se perdía.
Los edificios rusos pierden energía y usan 425 kilovatios-hora por metro cuadrado cada año contra 135 de Suecia y 120 de Estados Unidos. (FIN/IPS/tra-en/dk/da/ego/aq/en/00