Las reformas económicas liberales aplicadas en América Latina en los años 80 y 90 aumentaron la contaminación industrial en la región, según un estudio difundido hoy por la Cepal.
Sin embargo, la región no es propiamente un "paraíso contaminante", sino más bien un "paraíso de recursos naturales", de lo cual se deriva este negativo costo ambiental, según Claudi Schatan, autora del informe y consultora de Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).
En su estudio, Schatan analizó los casos de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Perú, países que en conjunto representan 80 por ciento del producto interno bruto (PIB) latinoamericano e igual porcentaje de las exportaciones de la región.
La óptica exportadora es determinante para establecer, a su vez, el impacto ambiental de las reformas económicas emprendidas en las dos últimas décadas, basadas en la apertura comercial, la libertad de precios y los incentivos a la inversión externa.
En este marco, la investigadora advirtió que mientras las reformas disminuyeron el peso relativo de la producción industrial en el PIB de casi todos los países latinoamericanos, aumentaron las exportaciones de manufacturas debido a la apertura comercial.
El perfil industrial de la región no varió fundamentalmente con respecto a los años 60 y 70, con la excepción de México. En ese país, las manufactuaras representaban 57 por ciento de sus exportaciones en 1980 para aumentar a 77 por ciento en 1995.
En el panorama general de la región, Schatan adjudicó al auge exportador una responsabilidad mayor en el aumento de las emisiones nocivas y no a una posible reorientación de la producción hacia sectores particularmente contaminantes.
El sector manufacturero exportador acentuó bajo las reformas de las dos últimas décadas una especialización basada en productos intensivos en recursos naturales, especifica el informe de la agencia regional de Naciones con sede en Santiago de Chile.
En el estudio de 69 páginas se estima que la dinámica de la contaminación industrial proveniente de la actividad exportadora fue mucho mayor que la de la producción manufacturera.
La contaminación industrial originada por el auge exportador se incrementó 213 por ciento entre las décadas del 70 y del 90, considerando el periodo previo y posterior a las reformas, en tanto la contaminación de la producción manufacturera creció 32 por ciento en el mismo lapso.
El estudio de Schatan distingue algunos rasgos particulares entre los países mayores de la región —Argentina, Brasil y México— , así como en los cinco restantes, de economías más pequeñas.
Para los tres primeros, la producción y venta al exterior de productos básicos continuó siendo muy importante y dinámica, pero México, y en menor medida Argentina, tendieron a evolucionar hacia sectores manufactureros más avanzados.
En Brasil, en cambio, se fortalecieron las exportaciones intensivas en recursos primarios y altamente contaminantes, mientras se debilitaron los envíos al exterior de bienes de tecnología más avanzada.
Los otros cinco países analizados se alejaron en alguna medida de la llamada "industria sucia", probablemente porque sus estructuras industriales internas no podían competir con las importaciones como consecuencia de la apertura comercial.
Salvo Costa Rica, estos países tendieron a especializarse en productos menos elaborados y con mayor uso de materias primas, lo que significa un retroceso para la protección de los recursos naturales, advirtió Schatan.
La consultora de Cepal subrayó que el incremento de las exportaciones no juega así propiamente un "efecto composición" en términos de los impactos contaminantes en América Latina, sino más bien un "efecto escala".
A contrapelo de lo que sostienen grupos ambientalistas, la experta plantea que la producción de materias primas en la región no parece responder a una ventaja comparativa ambiental, esto es, la existencia de normativas laxas en los países.
La explotación de los bienes básicos responde más bien "a la abundante disponibilidad de recursos naturales y mano de obra barata", por lo cual "no parece indicar la creación de 'paraísos contaminantes' en la región", según Schatan.
Más que producción sucia, lo que hay es interés de los inversionistas en aprovechar esta disponibilidad de recursos naturales "cuyos precios no incluyen los costos ambientales de uso insostenible o de su carácter no renovable", puntualiza el estudio.
Pese a que el perfil industrial latinoamericano no es hoy muy diferente al de los años 60, el aumento del producto por habitante en la región va operando como estímulo a la contaminación, tal como ocurrió en los países más ricos.
Schatan recuerda que la ciudad de México fue identificada en 1999 por la Organización Mundial de la Salud como la urbe más contaminada del planeta. Esto es una muestra de los problemas urbano-ambientales que viven la mayoría de los países de la región.
En 1998 las emisiones de dióxido de carbono en América Latina equivalían a 3,3 toneladas métricas por habitante, mientras en Gran Bretaña eran de 9,2 y en Estados Unidos de 20,8 toneladas métricas al año.
Sin embargo, estas emisiones tuvieron ese año un ritmo de crecimiento en América Latina de 4,7 por ciento, en tanto en Gran Bretaña registraron una caída de 1,2 por ciento y en Estados Unidos un incremento de 1,9 por ciento, de acuerdo con el Banco Mundial. (FIN/IPS/ggr/mj/en if/00