La mundialización, su inequidad distributiva y las reacciones que despierta dominaron las sesiones de la conferencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que empezó esta semana el debate político.
Como punto de partida de la discusión, Juan Somavía, director general de la OIT, certificó que "la dura realidad demuestra que los beneficios de la mundialización no alcanzan a suficiente gente".
La economía globalizada "no crea bastantes puestos de trabajo, en especial para colmar las aspiraciones de la población a una vida digna", insistió.
En la OIT actúa un Grupo de Trabajo sobre la Dimensión Social de la Mundialización, que examina los desafíos que la nueva economía global presentará en el siglo XXI.
Con el mismo propósito, el secretario general de la CIOSL, Bill Jordan, propuso que a ese grupo se sume cada año un foro social con participación de ministros de Trabajo y de Seguridad y Protección Social, y de académicos y pensadores sociales, además de trabajadores y empleadores.
El dirigente de la CIOSL (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres) observó que, debido al proceso de mundialización, el equilibrio del poder se ha desplazado hoy en forma significativa a favor del capital.
Jordan dijo que los grupos laborales y sociales asisten a la pérdida de su capacidad de negociación y ven amenazada también su protección social. Venezuela, especificó, avanza por esa peligrosa senda.
En igual sentido, otra central obrera, la Confederación Mundial del Trabajo (CMT), lamentó comprobar la existencia "de un ataque frontal de los empleadores contra las normas internacionales del trabajo".
Willy Thys, secretario general de la CMT, indicó que esa ofensiva patronal se materializa en todas las comisiones de la actual conferencia de la OIT, que sesionará en Ginebra hasta el 15 de este mes.
Los empleadores y ciertos gobiernos pretenden que las normas se debiliten hasta la inconsistencia, con el propósito de favorecer la explotación generalizada de los trabajadores, aseguró Thys.
Somavía advirtió que la reacción visible y ruidosa en las calles y la silenciosa en los hogares continuarán, a menos que se enfrente el creciente desencanto con las formas actuales de la mundialización.
Jordan aludió a una de esas recientes demostraciones de protesta, realizada en diciembre en Seattle, Estados Unidos, contra la Organización Mundial del Comercio (OMC), la institución identificada con las ideas neoliberales que impulsan la mundialización.
La manifestación de Seattle, dijo el sindicalista, fue la advertencia final de que, a menos que la OMC y las instituciones de Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) encuentren la forma de incorporar una fuerte dimensión social a la liberalización del comercio, una reacción más extendida y perjudicial va a dar por tierra con el proceso.
El presidente de la conferencia de la OIT, Alberto Flamarique, ministro de Trabajo de Argentina, había examinado también el tema de las protestas al señalar que se pueden ahondar las desigualdades 'como temen los manifestantes' de Seattle, Davos (Suiza) y Washington.
Sin embargo, en su discurso inaugural de la semana pasada, Flamarique se ilusionó con que se pueden aprovechar las transformaciones aportadas por la mundialización "para construir una sociedad más justa y equitativa".
El presidente de Portugal, Jorge Sampaio, principal orador invitado de la conferencia, aceptó que esas transformaciones han creado oportunidades de desarrollo sin precedentes. Pero puntualizó que también "han empeorado la situación de injusticia" en muchas regiones y en vastos sectores de la población.
Sampaio rechazó que "los imperativos de la competitividad empresarial puedan condenarnos a optar, como posibilidades mutuamente excluyentes, entre eficiencia económica y justicia social".
Somavía evaluó también esas transformaciones y presentó como dato de la realidad ya irreversible la revolución en la información y la comunicación.
En cambio, sostuvo, nada es inevitable respecto de las políticas que acompañan la mundialización, como las políticas macroeconómicas, financieras, comerciales y de desarrollo social.
El presidente portugués se opuso a "la lógica especulativa de los mercados financieros" y reclamó un debate sobre "las fórmulas para regular y desalentar los movimientos financieros notoriamente especulativos".
El secretario de la CMT acusó a empleadores y a determinados gobiernos de compartir la filosofía de la OMC que trata de imponer sus normas comerciales por encima de otras reglas internacionales "reduciendo de esa manera el desarrollo al mero comercio internacional".
Jordan expuso la preocupación de los sindicatos por la actitud atribuida al gobierno de Birmania, de favorecer el uso del trabajo forzado. También exigió el establecimiento de una comisión investigadora de la situación en Colombia, donde han sido asesinados 125 sindicalistas desde junio de 1998.
Thys sostuvo que los empleadores y algunos gobiernos se oponen al envío de una comisión a Colombia, lo que a su juicio hace perder credibilidad a la OIT. (FIN/IPS/pc/ff/lb/00