La atención médica básica sigue siendo un sueño para gran parte de los mil millones de personas que viven en la pobreza.
Ese es el mensaje que llevará la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la Cumbre Social más Cinco que se celebrará la semana próxima en Ginebra y que analizará la aplicación de los compromisos adoptados en la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, celebrada en 1995 en Copenhague.
La cifra refleja lo lejos que está el mundo de alcanzar para este año el acceso universal a los servicios básicos de atención médica, uno de los compromisos de Copenhague.
La OMS señaló varios factores que habrían contribuido a esta situación, siendo la más inquietante la cultura "profundamente anti-pobreza" que predomina en numerosos sistemas de salud.
"La distribución de los servicios está profundamente sesgada hacia los más adinerados… y eso perjudica a los pobres", sostuvo.
Esa discriminación es evidente cuando se compara el acceso a la atención médica entre el medio urbano y rural de los países, donde "hay más personal de la salud en la ciudades, mientras la mayoría de los pobres viven en el medio rural".
En consecuencia, los pobres tienen que esperar más para recibir atención médica.
Esas "sorprendentes desigualdades" también ocurren entre los países, agrega la OMS. En la mayor parte del Norte industrializado, la organización halló que hay un enfermero cada 130 personas y un farmacéutico cada 2.000 ó 3.000 personas.
El tratamiento para curar una enfermedad como la pulmonía en esos países le costaría al paciente el equivalente de entre dos y tres horas de salario, y el tratamiento de un año contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) le costaría entre tres y cuatro meses de salario.
En algunos países del Sur en desarrollo, por otra parte, hay un enfermero cada 5.000 personas y un farmacéutico cada millón. El costo del tratamiento contra la pulmonía equivale a un mes de salario y el de un "año de tratamiento contra el sida consumiría 30 años de ingresos" de los pacientes.
A diferencia del Norte industrializado, donde estos costos se reembolsan, la mayoría de los pacientes del Sur en desarrollo deben pagarlos de su propio bolsillo.
Los niños y niñas que nacen en la pobreza absoluta, por ejemplo, tienen cinco veces más probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años. Así mismo, la población en pobreza absoluta tiene cinco veces más probabilidades de morir entre los 15 y 59 años que el resto de la población.
Enfermedades infecciosas, como sida, malaria, tuberculosis y enfermedades diarreicas, "afectan mucho más a los pobres", agregó la OMS.
La respuesta es la descentralización de los servicios de atención médica, dijo Alice Merrit, del Centro para los Programas de Comunicación, en la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos.
"En un sistema descentralizado, el dinero, los recursos y las prioridades de la atención médica se transfieren a manos locales (incluso el proceso de decisión), desviando el control del Ministerio de Salud central", señaló.
Las organizaciones no gubernamentales (ONG) pueden "contribuir en gran medida" con los servicios de salud pública", dijo Purabi Dutta, de la Comunidad para el Progreso Rural de Bangladesh (BRAC).
"Gran cantidad de ONG, incluso BRAC, participan en la salud pública mediante organizaciones comunitarias para aplicar los programas de salud en Bangladesh", explicó.
La activista también apoya la participación del sector privado en la salud. Lamentablemente, muchos gobiernos del Sur en desarrollo aún no aprovecharon el potencial de la intervención del sector privado para mejorar el sistema de salud, dijo.
"Un gran problema es que los gobiernos suelen ignorar el sector privado, tanto las cosas buenas como las malas", dijo Dutta.
Para que los pobres tengan acceso a un sistema de salud de calidad hace falta la combinación de las gestiones privada y pública.
En la cumbre de Ginebra, la OMS divulgará un informe en el que propone invertir más en la prevención de las enfermedades, proteger a los pobres de los costos de la salud a través de planes prepagos y dirigir más recursos para mejorar y mantener la salud de los asalariados de las familias.
Para cumplirlo, los gobiernos deberán destinar más recursos a sus presupuestos de salud, que en la actualidad no suele superar el 10 por ciento del presupuesto nacional en la mayoría de los países en desarrollo, agrega la OMS. (FIN/IPS/tra-en/mmm/da/aq/he/00