Muchas guerras civiles son disputas por el control de recursos naturales como diamantes, café o cobalto, más que conflictos por diferencias políticas, étnicas o religiosas, se afirmó en un nuevo informe del Banco Mundial.
En el informe, divulgado esta semana y titulado "Causas económicas de conflictos civiles y sus implicaciones para la política", se sugirió que cada vez más guerras civiles son luchas entre rebeldes y gobiernos por el control de valiosos productos básicos.
Los técnicos del banco estudiaron la frecuencia de asociación entre una guerra civil y diversas circunstancias nacionales, y presentaron los resultados como una forma de prever la probabilidad de conflicto armado que existe en cada país.
Según el informe, los países que obtienen por lo menos 25 por ciento de su producto interno bruto mediante la exportación de materias primas presentan una probabilidad más alta de guerra civil que las naciones con economías diversificadas.
El banco destacó que la viabilidad econonómica de muchos grupos rebeldes depende de la apropiación de recursos naturales valiosos, y arguyó que el control de esos recursos puede ser el objetivo de la insurgencia, en vez de un medio para sustentarla.
"Por lo general (el motivo de la insurrección) no es la pasión y tampoco una causa social. Es indudable que los diamantes son los mejores amigos de la guerrilla", aseguró Paul Collier, responsable del estudio y director de investigaciones del Departamento de Desarrollo Económico del Banco Mundial.
Collier sostuvo que grandes sectores populares se equivocan cuando aceptan la explicación de las guerras civiles por parte de los insurgentes, y piensan que se trata de confrontaciones políticas debidas al descontento por graves problemas sociales, que desborda los cauces políticos normales.
El técnico dijo que es falsa esa versión de las rebeliones como movimientos extremos de protesta contra la opresión.
"Cuando se miden en forma objetiva la desigualdad, la represión política, las divisiones étnicas o religiosas y otros problemas sociales graves, esos factores no resultan adecuados para prever las probabilidades de una rebelión", indicó.
Por el contrario, la probabilidad de una guerra civil puede pronosticarse con alto grado de eficacia a partir de otras variables, entre ellas la dependencia de productos primarios, el bajo promedio de ingresos, el crecimiento lento y las grandes diásporas, afirmó.
Sin embargo, no es forzoso que una circunstancia asociada en forma frecuente con una guerra civil sea el motivo del conflicto.
Collier apuntó que esas circunstancias no deben considerarse causas objetivas, sino factores de riesgo que la prevención de conflictos debe reducir para tener éxito.
"Las guerras civiles parecen vincularse más con el oportunismo económico que con el malestar cívico, y ciertos grupos rebeldes tienen fuerte interés en iniciar y mantener conflictos que les brindan beneficios", subrayó.
"Desde Sierra Leona a Colombia, guerras civiles crean oportunidades de lucro para minorías de las poblaciones nacionales, al mismo tiempo que las destruyen para la mayoría", abundó.
En Sierra Leona, los rebeldes se apropiaron de ricas minas de diamantes y venden su producción al exterior, y eso explica en gran parte que continúe la cruenta guerra civil, alegó.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia obtienen dinero para luchar contra el gobierno de la producción de drogas y de secuestros extorsivos. Collier arguyó que si los rebeldes no contaran con esos ingresos, calculados en 700 millones de dólares anuales, el conflicto habría cesado hace tiempo.
La insurgente Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) acumuló más de 4.000 millones de dólares en activos financieros durante su primera guerra contra el gobierno, y parte de esos fondos se usaron luego para reanudar el conflicto, que ha causado mas de un millón de muertes.
Por lo menos la mitad de los recursos de la UNITA provienen de minas de diamantes.
La idea de emplear el cierre de mercados para cortar la línea de abastecimiento de grupos insurgentes gana terreno entre grupos de consumidores en países industrializados.
Activistas disponen de firmes indicios de que la poderosa firma De Beers, con sede en Londres, compró, acumuló y vendió diamantes de la UNITA en los últimos años, y por esa causa impulsan una campaña de boicot de consumidores contra esa compañía.
Collier apuntó que el riesgo de un boicot a la compra de diamantes es que "afectaría a países donde el ingreso generado por la exportación de diamantes se usa para aliviar la pobreza, como en el caso de Botswana".
Por otra parte, el Banco Mundial halló que "en forma inmediata a un cese de hostilidades hay 40 por ciento de probabilidad de que se reanude la guerra civil", y que "el riesgo decrece un punto porcentual por cada año transcurrido en paz".
Sin embargo, esa probabilidad varía en relación con a presencia de otras circunstancias, entre ellas la existencia de una gran cantidad de exiliados y su capacidad de emplear en gran escala recursos financieros y publicidad para apoyar a alguna de las partes en conflicto.
Si un país cuya guerra civil terminó hace un lustro tiene una numerosa diáspora en Estados Unidos, la probabilidad de que el conflicto se reanude es 36 por ciento. Si la diáspora es pequeña, la probabilidad se reduce a seis por ciento.
El banco apuntó que los exiliados suelen ser personas más ricas que las que permanecieron en su país, y que a menudo mantienen vínculos idealizados con sus grupos de origen, por lo cual pueden financiar actividades insurgentes para reafirmar su pertenencia a esos grupos.
Los técnicos hallaron una fuerte asociación entre guerras civiles y carencias de educación. Un país con 45 por ciento de sus jóvenes en escuelas tiene 14 por ciento de probabilidad de conflicto, y en uno con 55 por ciento de jóvenes en escuelas la probailidad de conflicto desciende a diez por ciento.
Si hay un grupo étnico dominante que constituye entre 45 y 90 por ciento de la población, lo suficiente para darle el control pero no bastante para hacer innecesaria la discriminación contra una minoría, el peligro de conflicto se duplica.
La diversidad étnica y religiosa no se asocia con mayor probabilidad de guerra civil, sino con menor riesgo de conflicto. Por el contrario, la homogeneidad étnica y religiosa se asocia con una sorprendente probabilidad de conflicto de 23 por ciento.
La mayoría de los actuales conflictos armados son guerras civiles, y quienes realizan estudios sobre prevención de conflictos no habían prestado hasta ahora mucha atención a los factores económicos.
El Banco Mundial afirmó que su interés en el problema se debe a que las guerras civiles amenazan el desarrollo de muchos de los países más pobres del mundo. (FIN/IPS/tra-eng/gm/da/ego/mp/ip if/00)