Las relaciones entre Grecia y Turquía, países vecinos separados por una tradicional rivalidad, han progresado en los últimos meses, al impulso de una serie de ejercicios militares conjuntos organizados por la OTAN.
Unos 150 infantes de marina turcos desembarcaron en mayo en la playa Kyparissa, en el Peloponeso oeste, en un ejercicio conjunto con soldados griegos. Poco después, unos jet F-16 y un avión de transporte turcos aterrizaron por primera vez en 28 años en una base aérea griega, en Nea Anchialos, cerca de Volos.
Apenas aterrizó el primer avión turco, luego de volar entre Diyarbakir y Badina, los mismos pilotos, que fueron destinados a simulacros en el mar Egeo, estrecharon sus manos con sus pares griegos y se sacaron fotos con ellos.
Se trata de un gran cambio en las relaciones, algo que sólo la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y el tiempo pudieron hacer.
El último ejercicio conjunto de la OTAN este año, una operación de simulacros bélicos llamada Dynamic Mix, fue realizado por 10.500 soldados de 12 países, entre ellos Grecia y Turquía.
Además de demostrar que la OTAN ahora concentra su interés en el sudeste europeo, el Dynamic Mix tuvo como objetivo probar el funcionamiento de un nuevo centro de comando regional en Larissa, Grecia, localidad que en el pasado fue un punto de conflicto entre Ankara y Atenas por más de una década.
Pero el ejercicio, que duró 18 días y terminó el sábado, se llevó a cabo sin ningún problema entre los viejos antagonistas. El ministro de Defensa griego, Akis Tsochadzopoulos, dijo que la cooperación bilateral fue "excelente".
El líder del contingente turco, coronel Akin Ozturk, describió el ejercicio como un "asunto muy serio para la paz en la región".
Antes, los líderes de ambos países se mostraban escépticos acerca del significado de esta cooperación militar para las relaciones bilaterales. El primer ministro griego Costas Simitis se limitó a decir que Turquía debía dar el primer paso.
El ministro de Estado turco Sukuru Gurel respondió que Grecia debía primero hacer su reclamo para tener el derecho de expandir sus aguas territoriales a 12 millas de su costa y acabar con las operaciones en sus islas orientales.
Tanto Turquía como Grecia integran las fuerzas de paz en Bosnia- Herzegovina y Kosovo. En esos territorios, esto a veces se traduce en apoyo de Ankara a la población musulmana y apoyo de Atenas a los ortodoxos griegos.
Sin embargo, la presencia de Turquía en estas fuerzas militares significa que ese país está respaldado por Occidente por primera vez desde la caída del Imperio Otomano, luego de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Turquía ahora tiene, además, una puerta directa al mar Adriático, luego de establecer una nueva base en el puerto albanés de Vlore.
Además, Ankara tendrá 250 efectivos destinados a colaborar en el entrenamiento y reequipamiento de las fuerzas armadas albanesas en el puerto de Pasa, una instalación que costó 10 millones de dólares.
Todo esto revela que Ankara tiene de nuevo voz en los Balcanes y la está usando. El gobierno turco dejó constancia, por ejemplo, de su desagrado, hace varios meses, cuando tanto Bosnia- Herzegovina como Macedonia se movilizaron para establecer relaciones con el gobierno greco-chipriota en Nicosia.
El gobierno de Estados Unidos tiende a minimizar las expresiones de Ankara, prefiriendo fomentar eventos tales como los premios que el Instituto Este-Oeste le dio en mayo al canciller Ismael Cem, de Turquía, y George Papandreou, de Grecia.
En gran parte a instancias de Albright, Cem y Papandreou fueron considerados "personalidades del año" por sus esfuerzos en mejorar las relaciones entre los dos países.
Ambos cancilleres fueron luego invitados a reunirse con Albraight, el embajador estadounidense en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Richard Holbroke, y los embajadores estadounidenses en Ankara y Atenas, así como los ex secretarios de Estado Henry Kissinger y Cyrus Vance.
Es incorrecto pensar que el nuevo papel de Turquía no es controvertido. Pero con los Estados Unidos hablando claro en cada oportunidad que Turquía debe convertirse un miembro pleno de la Unión Europea, Ankara está ciertamente demostrando renovada confiancia como poder regional. (FIN/IPS/wj/da/rp/mj/ip/00