La expulsión de las fuerzas de Israel del sur de Líbano por el grupo fundamentalista islámico Hizbollah promovió una actitud de mayor resistencia hacia Israel entre los palestinos de las zonas ocupadas, según analistas.
Más de una semana después de la retirada israelí, que puso fin a 22 años de ocupación en el sur de Líbano, muchos palestinos todavía celebran la victoria, pero sin olvidar que Israel sigue aferrado a varias zonas palestinas que ocupó en la guerra de los Seis Días, en 1967.
"Para nosotros no habrá cambio. Las negociaciones y sus demoras continúan. No hay otra opción", manifestó un almacenero de Cisjordania.
En las próximas dos semanas habrá agitación diplomática en torno al proceso de paz palestino-israelí. Varios enviados de Estados Unidos visitarán la región, entre ellos la secretaria de Estado (canciller) Madeleine Albright.
La visita de Albright será un seguimiento de la reunión el pasado jueves en Portugal entre el presidente estadounidense Bill Clinton y el primer ministro israelí Ehud Barak, que no logró avances, según trascendió.
La retirada de Israel del sur de Líbano creó tensiones con Siria, que constituyen un mal augurio para el progreso de las negociaciones con ese país, señaló Barry Rubin, analista del Centro BESA de Estudios Estratégicos, cercano a Tel Aviv.
"Por primera vez desde que Barak asumió el gobierno, hace un año, la vía palestina es la única salida. Para lograr cualquier progreso en las negociaciones, debe prestar atención a la cuestión palestina", afirmó.
Pero la exitosa expulsión de las fuerzas israelíes de Líbano por parte de Hizbollah alimentó el apoyo popular a un enfoque de mayor resistencia hacia Israel, sostuvo Marwan Barghuti, asesor del líder palestino Yasser Arafat y miembro de su partido Fatah.
Hace dos semanas, Arafat respaldó manifestaciones de Fatah para la liberación de prisioneros en Israel, pero luego debió contenerlas, cuando la policía palestina disparó contra soldados israelíes en apoyo a manifestantes que arrojaban piedras y las demostraciones se salieron de control.
Como resultado, seis palestinos murieron y cientos resultaron heridos, junto a 15 miembros de las fuerzas de seguridad de Israel.
"Sí, por supuesto, la retirada de Israel (de Líbano) estimulará más manifestaciones", aseguró Barghuti, uno de los organizadores de las protestas.
Los clientes del almacén sonreían mientras veían por televisión cómo Hizbollah tomaba los vehículos armados de Israel, quizá recordando su propio éxito limitado durante la "intifada", el levantamiento contra Israel que condujo al acuerdo sobre el autogobierno palestino en 1993.
Sin embargo, el autogobierno ha sido hasta ahora una gran decepción para los residentes de estas zonas, dado que Israel continúa controlando caminos clave y puestos fronterizos, la economía va de mal en peor, el proceso de paz muestra poco o ningún progreso, e Israel retiene a los prisioneros que fueron sentenciados antes del pacto.
Shaul Mofaz, jefe del Estado Mayor del ejército de Israel, quien advirtió que estuvo a punto de enviar helicópteros para disparar contra la policía palestina, advirtió a los palestinos que no deben "comparar la situación de Judea y Samaria (Cisjordania) con la decisión de Israel de retirarse de Líbano".
Por otro lado, el movimiento radical islámico Hamas, opuesto a las negociaciones de paz, declaró que la victoria de Hizbollah ofrece un ejemplo a los palestinos.
"El ejemplo libanés es muy impresionante, y significa que sin resistencia los palestinos no alcanzarán sus objetivos", manifestó el líder de Hamas, Mahmoud Zahar.
Pero en el campamento de refugiados de Aida, fundado durante los combates árabe-israelíes en 1949 para desplazados de zonas cercanas a Jerusalén, los residentes descartaron la idea de que Hizbollah se transforme en un nuevo modelo.
"Hoy en día no hay posibilidad de ganar ese tipo de lucha", aseguró un trabajador de la construcción.
La omnipresencia de tropas y colonos israelíes, la dependencia económica, la falta de apoyo exterior y, quizá más importante, la existencia de una autoridad de autogobierno comprometida con una resolución pacífica del conflicto, obran contra la implementación del modelo de Hizbollah, dicen los residentes.
"Yo trabajo en Israel, y si creo algún problema, perderé mi permiso de trabajo. Por lo tanto, no crearé ningún problema", manifestó otro obrero de la construcción.
Otro residente del campamento expresó que desea dar una oportunidad a las negociaciones con Israel. "El camino de la paz es mejor, pese a las negativas de Israel", dijo.
Nabil Amr, un ministro del gabinete de Arafat, opinó que la retirada israelí de Líbano fortalecerá las demandas palestinas de una retirada completa de Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental, áreas ocupadas durante la guerra de 1967.
"Trataremos de beneficiarnos de esta retirada mediante la aplicación de las resoluciones de las Naciones Unidas", declaró Amr, en referencia a las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad, que exigen un retiro inmediato de Israel de los territorios ocupados en 1967 en el marco de acuerdos de paz.
Lo que los refugiados palestinos exigen hoy es su derecho de retorno a sus antiguos hogares, consignado en la resolución 194 de las Naciones Unidas. Pese a la frustración y la pobreza de los campamentos, la palabra del momento parece ser contención.
"Tenemos muchas opciones, y la que elegimos por el momento son las manifestaciones pacíficas en la frontera en reclamo de la aplicación de la resolución 194", declaró Abu Jaled Hozni, uno de los líderes del Frente Popular para la Liberación del Comando General Palestino. (FIN/IPS/tra-en/bl/da/mlm/ip/00