La crisis política de esta semana en Islas Salomón podría significar que el golpe de Estado en la vecina Fiji se transformó en modelo para otras naciones isleñas del Pacífico Sur.
Aparentemente inspirados por la insurrección armada de Fiji encabezada por el empresario George Speight hace tres semanas, miembros del grupo armado Malaitu Eagle Force secuestraron el lunes en su domicilio al primer ministro de Salomón, Bartholomew Ulufa'alu, y exigieron su renuncia.
Luego, Andrew Nori, un antiguo rival político de Ulufa'alu, declaró por la radio nacional que el objetivo del grupo rebelde de la isla de Malaitia consistía en restaurar la ley y el orden y la confianza en el gobierno, pero los críticos lo consideraron como un mero oportunista.
El destino político de Ulufa'alu sería decidido en una sesión parlamentaria el día 15, cuando enfrentará una moción de censura, según una declaración conjunta del gobierno y Nori.
El primer ministro ya no será custodiado por guardias rebeldes, sino que la policía se encargará de su seguridad, y el mandatario "podrá entrar y salir de su residencia y oficina libremente", agrega la declaración.
Sin embargo, la cancillería de Nueva Zelanda informó que militantes malaitianos rodean todavía la casa del primer ministro.
Un funcionario de gobierno declaró este martes que grupos rebeldes pelean en el este y oeste de la capital, Honiara, y que los malaitianos están mucho mejor armados.
Unas 1.000 personas participaron de un tiroteo este martes cerca del aeropuerto internacional de la isla, cuatro kilómetros al este de la capital.
Es difícil verificar la información sobre la crisis, porque los vuelos a las Islas Salomón fueron cancelados y el servicio telefónico solo funciona esporádicamente.
Si pequeños grupos armados son capaces de derrocar a gobiernos elegidos democráticamente con tal facilidad en el Pacífico Sur – donde abundan los conflictos étnicos y de tierras, en países como Papúa-Nueva Guinea, Samoa, Vanuatu y Nueva Caledonia-, la región podría sufrir graves trastornos políticos.
Quizá temiendo que su país podría ser el siguiente objetivo, el primer ministro de Papúa-Nueva Guinea, Mekere Morautu, se apresuró a condenar el intento golpista en Islas Salomón, que tienen 400.000 habitantes y una superficie de 28.900 kilómetros cuadrados.
"Papúa-Nueva Guinea está comprometida con un gobierno democrático y representativo. Los individuos o grupos insatisfechos con las políticas y acciones del gobierno disponen de medios legales para promover cambios, y deberían usarlos", dijo Marautu.
Papúa-Nueva Guinea tiene un antiguo conflicto étnico y agrario en la isla de Bougainville, cuyos habitantes no tienen representación en el gobierno central, con sede en Port Moresby.
En Nueva Caledonia, los indígenas kanaks están divididos. Existe un fuerte grupo radical capaz de derrocar al gobierno, que tiene representantes de los kanaks y de los colonos franceses.
Vanuatu, por su parte, enfrenta tensiones entre los hablantes de francés y los hablantes de inglés.
"Los golpes de Estado están de moda", opinó Rowan Callick, analista de la revista Australian Financial Review. "Los golpistas de Islas Salomón fueron alentados por la incapacidad de las autoridades legítimas de Fiji de mantenerse en el poder", agregó.
Sin embargo, las similitudes con Fiji terminan ahí.
En Fiji existen dos grupos étnicos diferentes y rivales, los habitantes nativos y los descendientes de trabajadores indios contratados.
Speight justificó su golpe por la supuesta discriminación de los habitantes indígenas por parte del gobierno, encabezado por un indio.
En Islas Salomón, las partes enfrentadas tienen el mismo origen étnico y hablan el mismo idioma, pero desde hace casi 18 meses hay un conflicto centrado en la migración entre islas y los derechos sobre la tierra, que ya cobró más de 50 vidas.
La capital de Salomón, Honara, está situada en la isla de Guadalcanal, pero los servicios públicos y el gobierno están dominados por inmigrantes de la vecina isla Malaitia.
Esta situación creó un resentimiento entre los habitantes de Guadalcanal, en su mayoría pobres y marginados.
Jóvenes malaitianos cuyas familias huyeron de Honiara y regresaron a Malaitia formaron el grupo armado Malaitia Eagle Force, responsabilizado por la intentona golpista, junto a miembros renegados de la policía real.
El líder del levantamiento fue el abogado Andrew Nori, un ex ministro de Finanzas. Nori es hijo de un líder nacionalista, que estableció su propio partido político, llamado Frente Nacional para el Progreso, y también es el líder de Malaitia Eagle Force.
"Nori no es un George Speight. Es un abogado y un ex parlamentario que expuso los problemas de los malaitianos", comentó el analista político regional John Henderson, director del departamento de ciencia política de la Universidad de Canterbury, Nueva Zelanda.
Australia y Nueva Zelanda, los dos países más influyentes de la región, se niegan a intervenir directamente en los asuntos internos de sus estados vecinos, por temor al resentimiento que dicha intervención pueda generar.
"Tenemos cierta influencia, pero no control", declaró el canciller neozelandés Phil Goff luego de condenar el golpe.
Mientras, el primer ministro australiano John Howard dijo que cualquier respuesta de su gobierno debe "respetar el derecho de los países a tomar sus propias decisiones sobre su futuro". (FIN/IPS/tra-en/ks/js/mlm/ip/00