La búsqueda de su hijo desaparecido hace 25 años condujo los pasos de Rosario Ibarra por un camino de lucha sin cuartel en defensa de los derechos humanos en México.
Menuda y ágil a los 73 años, Ibarra es infaltable en casi todo movimiento social o político a favor de los marginados de México, y su nombre es emblema de reivindicación de las garantías individuales, incluso fuera del país.
El trabajo a lo largo de dos décadas y media la llevó a ser postulada al Premio Nobel de la Paz, candidata a presidenta de México en dos ocasiones y diputada en dos periodos legislativos.
Con la consigna de "desterrar de la faz de la tierra el flagelo de las desapariciones", Ibarra y otras cien mujeres claman por encontrar a unos 500 familiares -hijos, esposos o hermanos- cuyo paradero desconocen desde las décadas del 70 y 80.
"Vivos se los llevaron, vivos los queremos. Nosotros no buscamos cadáveres. Reclamamos a las personas", dijo Ibarra en entrevista con IPS.
El 18 de abril de 1975, agentes policiales de la norteña ciudad de Monterrey secuestraron a su hijo, Jesús Piedra, un estudiante de medicina de 21 años y dos de militancia activa en uno de los grupos armados de la época.
Poco después de su desaparición, Ibarra se trasladó a la capital con la idea de permanecer 20 días. Más de 25 años después, la búsqueda sigue.
En 1977 se fundó el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, también llamado grupo Eureka ("he encontrado" en griego).
"La parte medular de nuestra organización es la esperanza, que nace de las experiencias que hemos conocido en otras partes del mundo, donde después de muchos años fueron encontrados desaparecidos", señaló Ibarra.
Pero "también surge del hecho de que jamás ningún gobierno en México nos ha dicho que nuestros hijos están muertos", enfatizó. "El silencio ha sido la única respuesta oficial", agregó.
Muchos casos documentados por Eureka corresponden a hombres y mujeres desaparecidos cuando tenían menos de 20 años. "Nuestros muchachos eran muy jóvenes y ese es un factor que nos da aliento", afirmó.
El grupo encabezado por la luchadora social logró recuperar con vida a 148 desaparecidos, como resultado de siete huelgas de hambre y el apoyo de organismos humanitarios internacionales.
"El respaldo de Amnistía Internacional o de Global Exchange y de otras organizaciones ha sido decisivo para encontrar a nuestros seres queridos", explicó.
Casi todos los casos resueltos satisfactoriamente ocurrieron durante la primera década de actividades de Eureka y la mayoría de las personas localizadas estaban presas en cárceles del país, precisó.
La voz de Ibarra fue una de las primeras que se escuchó fuera del país para advertir que era escenario también de "uno de los crímenes más espantosos" cometidos por los gobiernos.
"Nosotros trabajamos mucho para que se supiera que no sólo en América del Sur había desaparecidos", señaló Ibarra, quien subrayó que la presión internacional fue parte determinante de su estrategia de lucha.
Acusados de agitadores profesionales por las autoridades, los miembros del comité Eureka trabajan en un proyecto de ley que garantice la justicia para todos y destierre las desapariciones del país.
La iniciativa seguirá como eje el precepto de que la desaparición es un delito que no prescribe, por lo que ningún caso podrá cerrarse hasta que lo determinen los familiares del desaparecido, precisó Ibarra.
La propuesta de ley considerará en último termino el castigo a los culpables y el pago de indemnizaciones a los familiares. "Por encima de cualquier cosa está la vida de los desaparecidos. Preferimos encontrar a nuestros parientes, que el dinero o el castigo", aunque éste será reclamado sin reparo, subrayó Ibarra.
"No hay precio que pague la vida de nuestros hijos, ni admitimos un borrón y cuenta nueva. Para el gobierno el castigo a los responsables o el pago de indemnizaciones sería una salida fácil para semejante crimen", afirmó.
Eureka "se nutrió de optimismo con el caso (del ex dictador chileno Augusto) Pinochet", quien "fue sentado en el banquillo de los acusados y ya fue sentenciado por la opinión pública mundial", dijo Ibarra.
"La esperanza de que es posible salir al paso a la impunidad nos llena de optimismo para mantener una lucha en la que empeñamos la palabra con madres o esposas que, antes de morir, nos pidieron seguir buscando a sus parientes", concluyó la activista. (FIN/IPS/pf/ag/hd/00