Los gobiernos están llamados a desempeñar un papel determinante en el desarrollo de los sistemas de salud, dijo el Informe del 2000 sobre la Salud en el Mundo, en una estimación que difiere de las ideas en boga sobre la competencia de los estados en la prestación de servicios sociales.
Gro Harlem Brundtland, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sostuvo la semana pasada en la presentación del documento, que "la responsabilidad última del desempeño del sistema de salud de un país incumbe al gobierno".
La gestión atenta y responsable del bienestar de la población, una función que el informe denomina "rectoría", es la esencia de un buen gobierno, dijo la directora de la OMS.
La salud de la población es siempre una prioridad nacional, y el gobierno tiene en ello una responsabilidad continua y permanente, insistió.
La OMS dedicó este año el informe a los sistemas de salud que deben fundarse, afirmó, en la bondad que favorezca el mayor nivel medio alcanzable de salud, en la equidad, para que existan las diferencias más bajas entre indviduos y grupos.
Con el estudio sobre el desempeño de los sistemas de salud en todo el mundo, la OMS se propone lograr una mejora de esos mecanismos.
El proceso de análisis y síntesis de información efectuado por la institución permitió obtener una medida de los logros globales y un índice de desempeño que se emplearán en la investigación y en el desarrollo de políticas.
El índice de desempeño será incorporado en forma regular a los próximos informes similares.
Brundtland reconoció que los sistemas de salud de algunos países funcionan bien, pero otros lo hacen mal. Los motivos se relacionan no sólo con las diferencias en los ingresos o los gastos, pues el desempeño puede variar de manera considerable, incluso entre países con niveles de gasto sanitario similar.
La funcionaria recordó a los gobernantes que la manera de concebir, gestionar y financiar los sistemas de salud influye en la vida y en los medios de subsistencia de la gente. Los efectos entre un sistema eficiente y otro deficiente se miden en la niveles de mortalidad, discapacidad, empobrecimiento, humillación y desesperanza, dijo.
A veces, incluso sin adelantos científicos fundamentales, algunos cambios en la forma de atención sanitaria pueden transformar de manera radical el comportamiento de una epidemia y reducir el costo de salvar una vida.
En la región amazónica de Brasil, un programa con énfasis en la detección y tratamiento temprano del paludismo, junto con mayores esfuerzos en el control del mosquito, redujeron la epidemia y bajaron el costo de salvar una vida de 13.000 dólares a apenas 2.000.
En cambio, los sistemas de salud también pueden cometer errores fatales con demasiada frecuencia. En estados Unidos, los errores médicos en los hospitales ocasionan por lo menos 44.000 muertes innecesarias por año.
Otros 7.000 decesos se producen por errores en la prescripción o el empleo de medicamentos. Esas equivocaciones causan más muertes que los accidentes automovilísticos, el cáncer de mama y el sida.
Brundtland observó que si se considera estrictamente lo invertido en salud, muchos países están por debajo de su potencial desempeño. El resultado, lamentó, es un número elevado de defunciones que podrían evitarse y de personas afectadas por algún tipo de discapacidad.
Pero, en estrecha relación con la salud aperece el problema de la escasez de recursos. El objetivo de los sistemas de salud no se reduce a la mejora de la salud de la población, sino que también consiste en protegerla de los costos financioeros de la enfermedad, comentó Brundtland en la presentación del informe.
Las familias que destinan a la salud más de 50 por ciento de sus gastos no alimentarios terminarán probablemente en la pobreza, dictaminó el informe de la OMS.
El documento menciona encuestas de hogares realizadas en Brasil, Bulgaria, Jamaica, Kirguistán, México, Nepal, Nicaragua, Paraguay, Perú,. Rusia, Vietnam y Zambia.
En esas investigaciones se comprobó que más de uno por ciento de los hogares deben gastar en salud la mitad o más de su capacidad mensual de pago, lo que implica que millones de familias afrontan el riesgo del empobrecimiento.
El reto que afrontan los gobiernos de los países de bajos ingresos consiste en reducir la carga regresiva que supone el pago directo de la atención sanitaria, ampliando para ellos los planes de prepago, que diluyen el riesgo financiero y atenúan la amenaza de gastos sanitarios catastróficos, señaló Brundtland. (FIN/IPS/pc/ff/he/00