/Integración y Desarrollo/ ECONOMIA: América Latina discrepa con optimismo del Banco Mundial

La sensación de inseguridad económica se multiplica en América Latina y el Caribe, a pesar de que el último informe anual del Banco Mundial dedicado a la región sostiene que sus habitantes tienen mejores posibilidades para prosperar que en el pasado.

A excepción de Jamaica y Venezuela, los índices de consumo crecieron en toda la región, sobre todo en Chile y El Salvador, según el Banco Mundial.

En promedio, el ingreso real por habitante creció 1,5 por ciento por año en los años 90, comparado con una contracción de 0,7 por ciento en los años 80.

Pero los latinoamericanos no están satisfechos y existe un creciente descontento por el impacto social de las políticas económicas liberales iniciadas a mediados de la década de 1980.

Los países abrieron sus economías al capital especulativo, que tiende a trasladarse donde las ganancias pueden ser mayores, llevándose también las fuentes laborales.

En la década de 1990 se experimentó un cambio radical en la política de América Latina, que se alejó del proteccionismo y la economía dirigida por el Estado para integrarse a las reglas del mercado internacional. Pero ahora los latinoamericanos añoran su pasado.

En una encuesta realizada por el Banco Mundial en 1999, cerca de dos tercios de los consultados dijeron que sus padres vivieron mejor que ellos, mientras menos de la mitad dijeron creer que sus hijos tendrán un mejor pasar en el futuro.

Los resultados de este trabajo fueron presentados en la sexta Conferencia sobre Desarrollo en América Latina que se realizó del lunes al miércoles en Washington.

En el encuentro se concluyó que, por temor a la pérdida de trabajo y a la pobreza, muchos habitantes de la región exigen más inversión en seguros de desempleo, especialmente como prevención ante los ciclos de prosperidad y crisis que golpean a la región periódicamente.

La crisis mexicana, en 1994 y 1995, y el impacto de las crisis de Asia oriental y Rusia, en 1997 y 1998 respectivamente, interrumpieron el crecimiento de la región con sobresaltos financieros.

Argentina, Bolivia, Chile, El Salvador y Perú crecieron más rápido en los años 90 que en décadas anteriores, mientras Ecuador, Haití, Jamaica, Paraguay y Venezuela quedaron reazagados.

"Los trabajadores sienten que existe mucha más inestabilidad y que las reformas flexibilizaron el mercado laboral y las disposiciones que los protegían. Sin embargo, la inestabilidad es menor ahora en la mayoría de los países que en los años 80", dijo Bill Mahoney, economista del Banco Mundial.

Lo que preocupa a los economistas es que el alto grado de incertidumbre tiende a desestimular los compromisos a largo plazo, como las inversiones en capital humano.

"La percepción de inseguridad en la región tiene mucho que ver con las transformaciones tecnológicas. Además, existe un cambio en el relacionamiento entre el Estado y la sociedad, y por tanto la clase media, especialmente, se siente vulnerable", opinó el representante del gobierno de Brasil, Edward Amadeo.

El Banco Mundial sostiene que, a pesar de las percepciones negativas, la región se benefició de los ajustes estructurales de los primeros países que aplicaron reformas, como Argentina y Chile, mientras arrastra los problemas de los más lentos en cambiar, como Ecuador y Venezuela.

El informe del Banco Mundial titulado "Asegurando nuestro futuro en una economía globalizada" señala que en América Latina y el Caribe el gasto social creció enormemente en los años 80, pero los gobiernos elevan o reducen ese gasto según las variaciones del ciclo de prosperidad y crisis.

"Cuando más desesperadamente se necesita la inversión del gobierno para mejorar la educación y el cuidado de la salud de los pobres, siempre hay cortes", señala el informe.

En un período de prosperidad, cuando los ingresos se elevan tan rápido entre los pobres como entre las clase media y alta, el gasto social se eleva desproporcionadamente, alcanzando su punto más alto cuando menos se necesita, según el Banco Mundial.

El informe señala además que los gobiernos de América Latina y el Caribe pueden aliviar el impacto de las sacudidas económicas ayudando a las familias a invertir en educación y salud, para prevenir tiempos difíciles.

"Los gobiernos deben moderar estos cambios, controlando el gasto en los buenos tiempos para crear las reservas que se necesitarán para financiar la educación y la atención médica en los tiempos de crisis", dijo el vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, David de Ferranti.

El informe es el estudio anual más importante del banco sobre América Latina y el Caribe. Destaca las políticas macroeconómicas domésticas, las instituciones financieras fuertes y los programas de apoyo al ingreso como la clave para fortalecer las estrategias empleadas por las familias para enfrentar las recesiones.

Mientras el estudio aclara que la inestabilidad en América Latina y el Caribe no aumentó en los años 90 en comparación con la década anterior, señala que las economías siguen siendo más inestables que las de los países industrializados y de Asia oriental, especialmente en términos de mercado y transferencia de capitales.

Esto se debe en parte a que muchos países latinoamericanos dependen de exportaciones esenciales como el petróleo, minerales, café y alimentos cuyos precios flutúan mucho.

Pero la debilidad de las instituciones financieras y los escasos vínculos con los mercados financieros industrializados también fueron factores importantes, ya que hicieron que los países fueran vulnerables a las sorpresivas oscilaciones de los inversores extranjeros, concluye el estudio. (FIN/IPS/tra-en/gm/da/rp/aq/if/00

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