La sesión especial de la Asamblea General de la ONU para revisar los avances registrados desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada hace cinco años en Beijing, revirtió los logros en materia de género en lugar de promoverlos, según activistas.
"Beijing más Cinco", como se dio en llamar la sesión especial, comenzó el lunes con grandes esperanzas de que los gobiernos reafirmaran los compromisos adoptados en 1995 y además adoptaran nuevas medidas para garantizar la igualdad de género.
Pero a medida que la conferencia se acercaba a su fin, este viernes, las delegadas más liberales y organizaciones no gubernamentales se encontraron defendiendo la plataforma de acción de Beijing, el documento cuya implementación debían revisar.
La semana estuvo caracterizada por difíciles negociaciones para lograr un documento final aceptable para todos los gobiernos.
Así, lo que debió ser una evaluación de los progresos realizados en los distintos países hacia la igualdad de género, se transformó en una ocasión para reavivar antiguas controversias sobre derechos sexuales y reproductivos.
Los países en desarrollo en general y los africanos en particular obtuvieron algunos acuerdos, por ejemplo sobre las implicaciones de género de la deuda externa y la globalización económica, y una promesa de las naciones industrializadas de destinar al menos 0,7 por ciento de su producto interno bruto a la ayuda para el desarrollo.
"Hicimos todo lo posible para retener la plataforma de acción de Beijing", declaró Timi Kuripamo-Agary, negociadora por el Grupo de los 77.
Sin embargo, algunos derechos clave fueron debilitados en el curso de la conferencia, como los sexuales y reproductivos, y además los derechos de la mujer no fueron reconocidos como derechos humanos.
"Algunos gobiernos todavía intentan revertir la plataforma de acción de Beijing acordada hace cinco años. Se suponía que debía ser Beijing más Cinco, no menos Cinco", declaró un portavoz de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional.
El documento final, por ejemplo, no obliga a los gobiernos a firmar tratados obligatorios sobre derechos humanos, ni consigna que los derechos de las mujeres son derechos humanos, lamentó Amnistía.
Durante las negociaciones, surgieron divisiones entre los países en desarrollo e industrializados sobre cuestiones como la globalización, la pobreza y la deuda externa.
También hubo divisiones entre musulmanes y cristianos por un lado y delegados de países liberales sobre derechos sexuales y reproductivos por otro.
"Es difícil recordar otra instancia en que las negociaciones hayan sido más difíciles. Están completamente atascadas", declaró una negociadora el jueves.
Las frustraciones experimentadas en la sesión especial de la Asamblea General crearon preocupación sobre la "burocratización" del movimiento feminista.
La promoción de los derechos de las mujeres se ha vuelto un proceso tecnocrático, que no deja lugar para el activismo en los corredores del poder, arguyeron activistas. Toda la energía en las conferencias de la ONU se concentra en "el documento", "los paréntesis" y la "redacción", agregaron.
"El movimiento feminista internacional debe reformarse", exhortó la representante de Sudáfrica, Pregs Govender.
La principal lección de Beijing más Cinco, afirmó, es que "nos hemos convertido en un movimiento tecnócrata más que transformador".
Aunque la promoción de los derechos femeninos es un tema profundamente político, la conferencia en sí fue un proceso apolítico, y el activismo quedó al margen, añadió Govender.
El jueves, mujeres activistas exhibían fuera de la sala de sesiones camisetas con la leyenda "Ni un paso atrás". Excluidas del proceso, debieron expresar su enojo al margen de la conferencia.
Este no era el final previsto. En el umbral del siglo XXI, parece que, para las mujeres, el tiempo se detuvo. (FIN/IPS/tra- en/fk/da/mlm/hd/00