La comunidad internacional evaluará desde este lunes el cumplimiento de los compromisos para reducir la pobreza, asumidos hace cinco años en Copenhague, pero un primer balance arroja resultados desalentadores y hasta desastrosos, dijo hoy el presidente de la asamblea general de la ONU, Theo-Ben Gurirab.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) examinará ese comportamiento en una sesión especial de la asamblea, a realizarse en Ginebra, con una presencia marcada de gobernantes de países en desarrollo y una ausencia significativa de primeras figuras de los países industrializados.
El borrador de la declaración final de esa conferencia muestra todavía diferencias profundas entre el Sur en desarrollo, representados por el Grupos de los 77 (G-77), conformado hoy por 133 naciones, y las delegaciones de Estados Unidos y de la Unión Europea.
El presidente del comité preparatorio de la conferencia, el diplomático chileno Christian Maquiera, vaticinó que las negociaciones de la próxima semana permiirán superar esas diferencias.
Gurirab se declaró también optimista. "Llegaremos a un acuerdo", dijo este viernes en una rueda de prensa.
En la conferencia de Copenhague, que se denominó Cumbre Social, los estados miembros de la ONU asumieron una serie de compromisos, que se sintetizan básicamente en la erradicación de la pobreza, el apoyo al pleno empleo y la promoción de la integración social como antídoto contra la exclusión.
El actual director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somavía, que presidió la cumbre de 1995, estimó que desde entonces la pobreza ha crecido, el empleo se ha vuelto más precario y la integración social no muestra progreso alguno.
Somavía relacionó ese comportamiento deficitario del desarrollo social con la marcha de la mundialización. Indicó que, en un comienzo, se otorgaba a ese proceso el beneficio de la duda, pero ya no es posible continuar, porque este modelo esta fallando a la gente.
El funcionario atribuyó responsabilidades al mundo de los negocios, los gobiernos, la asistencia internacional, las instituciones intergubernamentales, los partidos políticos y también a la sociedad civil, porque no presiona lo suficiente.
La conferencia de Ginebra no ha sido convocada para renegociar los objetivos fijados en Copenhague, advirtió Gurirab. Su misión será la remoción de los obstáculos que han impedido la plena aplicación de aquellas metas, dijo.
Con esa finalidad, precisó el diplomático namibio, se requiere absolutamente que los países asuman una nueva voluntad política para plasmar los compromisos de Copenhague.
Maquiera admitió la posibilidad de que la declaración final incorpore un párrafo referido al impuesto Tobin, una idea lanzada por el Premio Nobel de Economía Paul Tobin, de nacionalidad estadounidense, que propone establecer un impuesto sobre las transacciones financieras internacionales para sostener el desarrollo de los países pobres.
Informes de la ONU consignan que en los últimos años aumentó el número de pobres en el mundo.
La cantidad de personas que viven en la pobreza absoluta se eleva a 1.200 millones, los desempleados suman 150 millones, los subempleados ascienden a 750 millones y se estima que unos 850 millones carecen de acceso a los servicios de salud.
Otras estadísticas de la misma fuente mencionaron que las tres personas más acaudaladas del mundo disponen de riquezas que superan el producto interno bruto combinado de todos los países menos adelantados, con una población de 600 millones de habitantes.
La deuda contraída por los países del Sur en desarrollo, otro de los temas que debatirá la asamblea de Ginebra, ascendía en 1997 a 2,2 billones de dólares.
En la apertura de la asamblea, el lunes, hablarán el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y el presidente de la Confederación Helvética, Adolf Ogi. (FIN/IPS/pc/dm/dv if/00