La primera cumbre en 55 años entre Corea del Sur y Corea del Norte, esta semana, redujo notablemente la desconfianza y el desprecio que caracterizaron las relaciones bilaterales durante su larga historia de división.
Ambos pueblos están ahora unidos en la esperanza de un descongelamiento de los vínculos luego que sus presidentes prometieron en Pyongyang promover el intercambio económico, deportivo y cultural, con miras al objetivo último de la reunificación.
"Solo dimos un primer paso hacia la reunificación, que sin duda será un proceso largo y difícil", advirtió el jueves el presidente surcoreano Kim Dae-Jung a su regreso de la cumbre (13- 15 de junio), en el aeropuerto de Seúl.
"Pero regreso confiado en que el Sur y el Norte pueden cooperar, reconciliarse y coexistir de una manera que beneficie a ambas partes", declaró.
Aunque hay muchas voces escépticas que advierten la necesidad de esperar al cumplimiento de las promesas, la sola escena de los dos presidentes abrazándose como viejos amigos al final de la cumbre, en la tarde del jueves, fue suficiente para convencer a la mayoría de que la reunión fue un éxito.
Muchos surcoreanos se sorprendieron de lo que pareció ser una confianza mutua entre los dos mandatarios.
Kim Dae-Jung es conocido como un reformador pacifista que fue perseguido e incluso encarcelado por promover ideas disidentes como la reunificación y la democracia.
Kim Jong-Il, por otra parte, es el líder de un país comunista herméticamente cerrado, que sin embargo recibió a su huésped con cortesía y hasta sentido del humor.
Lo que más complació al presidente surcoreano fue que su anfitrión aceptara la invitación a visitar Seúl en una fecha a convenir.
"Un hombre anciano como yo viajó un largo camino para reunirse con usted. ¿No estaría de acuerdo con la cortesía tradicional coreana que usted me correspondiera visitando Seúl?", preguntó Kim Dae-Jung a Kim Jong-Il.
Quizá el resultado más importante de la cumbre fue el aumento de las probabilidades de reencuentro de las 7,7 millones de familias divididas a cada lado de la frontera.
El 15 de agosto habrá un encuentro limitado entre miembros de esas familias, anunció el Ministerio de Unificación.
Hasta ahora, 148.000 familias surcoreanas solicitaron participar de esa reunión, y los ancianos con familiares en el Norte tendrán prioridad.
El miércoles hubo un festival para todas las familias separadas como las de la aldea Abai, en la costa oriental del sur.
"Hoy es el día más feliz de mi vida", expresó Chang Byon-Gun, de 67 años, quien llegó desde Shineuju, Corea del Norte, durante la guerra de Corea (1950-1953).
"Realmente aprecio a los líderes del Norte y del Sur por contribuir a hacer realidad mi sueño", dijo.
"Aunque el Norte pretenda ser diferente, comprobé que el pueblo coreano es un solo pueblo y una única cultura. Una división forzada durante 55 años no logrará separar para siempre al Sur del Norte", declaró Kim Dae-Jung.
Por su parte, Kim Jong-Il hizo su debut en la escena mundial durante la cumbre e intentó demostrar que puede ser un miembro responsable de la comunidad internacional, señaló Kim Young-Soo, profesor de la Universidad Sogang, de Seúl.
"La prensa occidental me describe como un líder dado a la reclusión. ¿Soy tan así en realidad?", preguntó, causando hilaridad entre su audiencia.
Los surcoreanos no pasaron por alto que Kim Jong-Il se mantuvo siempre un paso detrás de Kim Dae-Jung en señal de respeto, porque éste es mayor de edad.
También esperaba a que el presidente surcoreano entrara a la limusina primero, y convocó a 600.000 norcoreanos a flanquear las calles por donde pasaba el vehículo con ambos líderes, a los que vitoreaban y arrojaban flores.
"Me sorprendió Kim Jong-Il, quien parece ser tan diferente de lo que pensaba", manifestó Kim Han-Sol, una estudiante de Seúl de 15 años.
Pero los analistas desaconsejan la complacencia. "No debemos dejarnos llevar por la forma en que (Kim Jong-Il) aparentó ser. Nadie sabe lo que realmente piensa, y todo depende de si cumple sus promesas", previno Kim Il-Young, profesor de la Universidad Songgyungwan.
Sin embargo, la apertura que demostró el mandatario norcoreano en la cumbre podría ser una señal de que será un líder "activo y responsable", que tratará de atraer inversiones extranjeras y establecer lazos diplomáticos con otros países, opinó Kim Young- Soo, de la Universidad de Sogang.
Mientras, las grandes empresas surcoreanas aguardan oportunidades de negocios en el empobrecido Norte. El volumen comercial intercoreano sumó 325 millones de dólares en 1999.
Debido al deterioro de los caminos y puertos de Corea del Norte, el transporte de productos desde el Sur hacia el Norte cuesta actualmente dos o tres veces más que hacia o desde China. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/mlm/ip/00