COMUNICACION-RUSIA: Libertad de prensa amenazada

La detención de Vladimir Gusinsky, dueño de un imperio de medios de comunicación críticos hacia el gobierno de Rusia, parece confirmar los peores temores sobre la tendencia al autoritarismo del nuevo presidente Vladimir Putin.

El fiscal principal del Kremlin ordenó la detención tras acusar a Gusinsky de haber cometido una estafa por 10 millones de dólares hace cuatro años, supuestamente vinculada con la compra de un canal público de televisión, pero Putin, quien está en el exterior, declaró que la medida fue para él "una sorpresa desagradable".

Sin embargo, los críticos se muestran escépticos y preocupados por lo que podría ser una ofensiva del gobierno contra la libertad de información.

El estado ya no monopoliza los medios de prensa en Rusia, pero la mayoría carece de propietarios o administradores independientes.

Muy pocos diarios, revistas o cadenas de radio y televisión son rentables, de modo que los periodistas, que antes tuvieron acciones de esas compañías, debieron buscar financiación externa.

Ese proceso se aceleró después de las elecciones presidenciales de 1996, porque medios y grupos financieros jugaron un papel clave en la victoria de Boris Yeltsin.

Además, influyentes figuras en el mundo ruso de los negocios se convirtieron a veces en importantes administradores de medios estatales de prensa. Los principales son el canal ORT 1 de TV, que cubre el 90 por ciento de la población rusa, y el canal independiente NTV de MOST, que llega al 50 por ciento.

El panorama de la prensa escrita es más complicado con diarios como el Kommersant, Segodnya de MOST y Vedomosti.

En julio último, el gobierno creó un Ministerio de Prensa para concentrar toda la estructura gubernamental de comunicaciones, tanto impresa como radial y televisiva, bajo la estricta administración y el control político de funcionarios leales al gobierno.

La dirección del nuevo ente recayó sobre Mijail Lesin, uno de los cerebros de la campaña presidencial de 1996, perteneciente al entorno del Kremlin y ex vicepresidente de la televisión estatal rusa, además de ex asesor presidencial en relaciones públicas.

Cuando Lesin asumió la cartera, formuló una ominosa declaración afirmando que deseaba "defender al Estado de los medios de prensa libres". Ahora los periodistas rusos se sienten cada vez más actuando como peones en conflictos entre facciones políticas y magnates.

Durante la campaña electoral rusas del otoño (boreal), magnates políticamente conectados como Boris Berezovsky y Vladimir Gusinsky se enfrentaron en una guerra de propaganda a través de las televisiones que controlan, como ORT, en parte propiedad del primero, y NTV, que pertenece al segundo.

La victoria del actual presidente Vladimir Putin fue atribuida en alguna medida a ORT, la única estación de televisión que tiene alcance nacional.

Las oficinas de Media MOST, la compañía hermana de NTV, fueron objeto de una intrusión armada en mayo que se consideró una represalia por sus críticas a la guerra en Chechenia y la corrupción en el Kremlin.

La detención de Gusinsky esta semana fue el punto culminante de semanas de presiones del gobierno sobre las compañías que integran el grupo Media Most, que incluyeron aparte del allanamiento policial el intento de dejar sin efecto créditos recibidos por esas empresas.

"En Rusia, la lucha entre diarios estatales e independientes es como una partida de fútbol en la cual el árbitro tiene profundos intereses en la victoria de uno de los equipos", declaró Robert Coalson, director de programación del Instituto Nacional de Prensa, con sede en Moscú.

"Las reglas del juego para los diarios en Rusia jamás serán justas e imparciales hasta que los árbitros dejen de actuar", añadió.

Las presiones económicas en los medios privados han tenido el efecto de cambiar el equilibrio entre los estatales y los privados, en favor de los primeros. Y, como se demostró en la última decada, los medios electrónicos controlados por el estado fueron menos libres y críticos de las acciones oficiales que los privados.

Aunque Rusia y la prensa celebraron el día 12 el décimo aniversario de la aprobación de una ley sobre libertad de prensa, el talante de los medios está lejos de ser bueno.

En teoría, la ley sobre los medios declaró que periodistas y editores son libres de cualquier forma de censura, pero en la última década se aprobaron otras leyes contradictorias.

Una de ellas es la ley de 1998 sobre licencias, la cual determinó que la actividad editorial está sujeta a permisos de publicación. Antes solamente se requería a las organizaciones periodísticas su registro en el Ministerio de Prensa, pero ahora deben cumplir con ambas cosas.

Es prerrogativa del Ministerio otorgar o no una licencia, y ésta puede ser revocada. "Si cumpliéramos estrictamente con la ley, hace tiempo que habríamos podido clausurar todos los medios", declaró el ministro Lesin.

Si bien se requiere una sentencia judicial para quitar una licencia, la ley otorga al Ministerio de Prensa el poder de suspenderla por hasta seis meses por supuesta violación de cualquier disposición legal. Publicar sin licencia ahora es un delito.

"Los principios básicos de la libertad de prensa están amenazados", afirmó Alexy Simonov, titular de la Fundación Rusa de Defensa de la Glasnost (Transparencia).

"La sociedad rusa definitivamente está cansada, harta de esperanzas frustradas y promesas incumplidas durante la última década", manifestó Mikhail Fedotov, secretario de la Unión de Periodistas Rusos, ex ministro de prensa y uno de los autores de la ley sobre libertad de prensa.

"Es ingenuo esperar que haya relaciones armoniosas entre el estado y los medios", adujo Alexander Yakovlev, miembro del Politburó durante el gobierno de Mijail Gorbachov (1985-1991).

"La paz precaria y las confrontaciones a medias entre los dos bandos todavía van a durar un largo tiempo", pronosticó. (FIN/IPS/tra-en/sb/sm/ego/mlm/cr-hd/00

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