El socialista Salvador Allende, presidente de Chile entre 1970 y 1973, nunca protegió a nazis y mereció elogios de Simón Wiesenthal, director del centro de documentación de los judíos perseguidos por Adolfo Hitler, según cartas presentadas hoy por la diputada chilena Isabel Allende.
La diputada, hija del extinto presidente, que fue derrocado por el general Augusto Pinochet, exhibió a IPS fotocopia de esas cartas. Las mismas contradicen la versión del historiador chileno Victor Farías en el libro "Los nazis en Chile", editado por Seix Barral y puesto este martes a la venta en España.
Farías sostiene que Allende, siendo presidente, se negó a deportar al nazi alemán Walter Rauff y contestó de manera arrogante a Wiesenthal, quien le pidió que dispusiera la entrega del prófugo de la justicia alemana. Rauff residía en Chile desde el término de la segunda guerra mundial.
Wiesenthal dirigió una primera carta a Allende el 21 de agosto de 1972, dándole detalles de las residencias de Rauff en Chile y pidiéndole que ordenase la revisión de una decisión de 1963, contraria a un pedido de extradición.
El presidente chileno contestó en octubre de 1972 recordando a Wiesenthal que, 10 años antes, la Corte Suprema de Justicia de Chile había denegado la extradición fundándose en la prescripción de la acción legal correspondiente.
No obstante, añadió Allende, en dicha sentencia se incluyó "la más amplia condena moral de los alevosos crímenes del nacional socialismo y de sus ejecutores materiales".
En cuanto a un nuevo pedido de extradición, le informó que requeriría una nueva solicitud formulada por vía diplomática. La resolución "sería de la exclusiva competencia de los Tribunales de justicia de Chile, los cuales, en virtud del artículo 80 de la Constitución Política del Estado, son los únicos facultados para conocer de las causas civiles y criminales".
"Al presidente de la República le está vedado, en virtud de la Ley, ejercer funciones judiciales, avocarse a causas pendientes o hacer revivir procesos fenecidos. Estas son las disposiciones constitucionales y legales vigentes en Chile, a las cuales es mi deber atenerme", dijo Allende.
"Y el presidente Allende cumplió, siempre, con la Constitución, la ley y las normas democráticas", aseguró la diputada Allende a IPS.
"Lo anterior no obsta, por cierto, a que, como ciudadano y Jefe de Estado, comparta plenamente sus sentimientos y condene una vez más los alevosos crímenes cometidos por el nacismo y sus servidores", agregó el presidente luego derrocado por Pinochet.
"He admirado y admiro su tenacidad para perseguir a los autores de los más horrendos crímenes que registra la historia de la Humanidad", agregó, tras expresar su pesar porque su respuesta fuera negativa.
"Pero sé también el apego que usted siente por el imperio de la Ley dentro de los regímenes políticos y, por ello, estoy cierto de que usted comprenderá mi posición como presidente de la República", indicó Allende.
Wiesenthal respondió a esa carta el 3 de noviembre del mismo año, 1972, agradeciendo la carta, a la que calificó de muy humana, y diciendo que pudo ver y apreciar la noble manera de pensar de Allende.
También dijo que comprendía "perfectamente que sus posibilidades en este campo son limitadas", y le informó que se había puesto en contacto con el gobierno de Alemania para cursar un nuevo pedido de extradición de Rauff (que nunca fue cursado).
En el último párrafo de su nota, Wiesenthal dio otra vez las gracias a Allende por su carta, "la cual prueba que usted es verdaderamente una persona admirable".
Con estos documentos queda clara la posición "humanista, democrática y antinazi" de Allende, afirmó su hija.
Por eso, Isabel Allende consideró "una verdadera y grave falta de ética" la labor del Canal de Televisión Nacional de Chile que, en su opinión, calumnió a su padre al decir que el libro de Farías revelaría un estrecho vínculo entre personalidades chilenas (entre ellas Allende) y el nazismo alemán. (FIN/IPS/td/ff/hd ip/00
