Calidad y equidad siguen siendo los retos de la enseñanza en Brasil, después de un fuerte aumento de la cantidad, reconoció hoy el ministro de Educación, Paulo Renato Souza.
Actualmente, 96 por ciento de la población entre siete y 14 años asiste a la enseñanza básica (primaria y obligatoria, de ocho años), ante 89 por ciento en 1994. En términos absolutos, el sistema ha captado una cantidad adicional de 4,5 millones de niños, destacó el ministro, en rueda de prensa con corresponsales extranjeros.
En enseñanza secundaria, el aumento en el periodo considerado fue de 57,3 por ciento, y la cantidad de alumnos creció de 4,9 a 7,8 millones. Se trata de 32,6 por ciento de la población en la edad ideal para ese nivel, de 15 a 17 años. Los estudiantes univesitarios aumentaron 28 por ciento de 1994 a 1998, hasta 2,1 millones.
La prioridad hasta ahora fue la enseñanza básica, considerada el "cuello de botella" de un sistema de baja eficiencia. Sólo poco más de la mitad de los alumnos lograban concluir ese primer nivel y en un promedio de 12 años, en lugar de los ocho exigidos.
Una elevada tasa de fracaso escolar obligaba a la repetición de grado y provocaba el abandono de la escuela. Actualmente, según el ministro, el desempeño mejoró, permitiendo reducir a 10 años el tiempo que los alumnos permanecen en promedio en el ciclo primario.
La enseñanza básica en Brasil es descentralizada, queda bajo jurisdicción de los gobiernos estaduales y municipales. Pero el gobierno central empleó los mecanismos de que dispone, especialmente financieros, para promover avances.
Un Fondo de Desarrollo de la Enseñanza Fundamental y Valorización del Magisterio permitió mejorar el salario de los maestros y los gobiernos de los estados y municipios aumentaron el presupuesto que destinan a la educación.
"Maestros que ganaban 20 dólares al mes pasaron a percibir diez veces más" en áreas pobres del nordeste, observó el ministro.
Las mejoras se reflejaron en el crecimiento explosivo de la cantidad de alumnos en la enseñanza media y empieza a tener el mismo efecto en la universitaria, explicó.
Pero el ciclo secundario se convirtió en nuevo "cuello de botella", con una enseñanza demasiado teórica y abstracta, que prepara mal a los jóvenes para la vida profesional y para la universidad, y su reforma se convirtió en nueva prioridad, admitió.
Hasta ahora, la escuela secundaria es casi un monopolio de las capas medias y ricas de la población, herencia del "elitismo" que dominaba la educación en Brasil. Es necesario mejorar la calidad de la enseñanza primaria, para que los pobres puedan llegar al nivel intermedio y, por ende, al superior.
La reforma que promueve el Ministerio de Educación se basa principalmente en cambios en las asignaturas tanto de la escuela básica como media, con "parámetros" que buscan contextualizar la enseñanza, acercándola de la realidad local, con enfoque interdisciplinario.
En el caso de la enseñanza secundaria, antes dedicada sólo a preparar alumnos para los exámenes de selección a la universidad, se trata de flexibilizar los cursos para "abrir horizontes" y capacitar a los estudiantes para estudiar luego una diversidad de profesiones, no solo universitarias, y para una "educación permanente", informó Souza.
Una red de televisión para apoyar a los profesores, que ya engloba a 60.000 centros con más de cien alumnos cada uno, libros didácticos de mejor calidad y distribuidos en tiempo útil a todas las escuelas básicas, y un proceso de informatización recién iniciado son otros programas con que el ministerio busca impulsar la calidad de la enseñanza.
La informatización empezó por la capacitación de 20.000 profesores y la creación de 220 centros de entrenamiento, antes de la distribución masiva de computadoras.
Esa precaución se debe, según Souza, a experiencias anteriores en países desarrollados, donde programas de informatización escolar fracasaron por no haberse capacitado previamente a los profesores.
Un gran problema de la enseñanza media y de la superior es la exclusión de los pobres. El ministro se manifestó contrario a la determinación de cuotas mínimas de admisión de estudiantes negros en las universidades, por dudar de su eficacia.
En Brasil sería incluso muy dificil identificar a los benficiarios de una medida semejante, dado el amplio mestizaje de la población, con varios grados de sangre negra entre los mulatos, que son muy numerosos.
Los excluídos son los pobres en general, entre los que forman parte los negros, observó Souza, un economista que se desempeña en el área de educación desde 1984 y fue rector de una universidad pública.
Es mejor ofrecer condiciones favorables para que los negros tengan acceso a la universidad, sostuvo el ministro. Como ejemplo, señaló los cursos que la Universidad de Sao Paulo imparte a estudiantes negros para que superen sus desventajas ante quienes disponen de recursos para pagar su asistencia a centros privados de enseñanza secundaria.
El ministerio intenta también modificar el sistema de selección de las universidades, antes basado exclusivamente en exámenes específicos.
Con ese objetivo promueve pruebas de evaluación de la enseñanza secundaria, que consideran más la capacidad de aprender que las informaciones acumuladas.
De todas formas, la enseñanza media y la superior siguen monopolizadas por la élite, "reproduciendo las desigualdades sociales" que caracterizan el país, reconoció el ministro. (FIN/IPS/mo/ff/ed/00