El caso de Gary Graham, ejecutado en Texas, Estados Unidos, por un asesinato cometido en 1981, fue objeto de una excepcional cobertura de prensa, debido a la debilidad de la evidencia que condujo a su condena y a defectos en el proceso judicial.
La ejecución de Graham con inyección letal, llevada a cabo el jueves de noche, también obtuvo notoriedad debido a que el gobernador de Texas, George W.Bush, es virtualmente el candidato del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de noviembre y encabeza las encuestas de opinión pública.
En los cinco años y medio que Bush lleva en funciones fueron ejecutadas 135 personas en Texas. La ley concede a los gobernadores de los estados la facultad de suspender la ejecución de sentencias a muerte.
La pena capital permanecerá asociada a la campaña política de Bush, pues podría haber en promedio una ejecución por semana en su estado hasta el día de las elecciones.
"He sido testigo de un asesinato organizado por el estado", declaró el pastor Jesse Jackson, activista de derechos civiles, quien presenció la ejecución a pedido del propio Graham.
Jackson aseguró que hay suficiente evidencia para afirmar que la pena de muerte se aplica en Estados Unidos de modo arbitrario y con criterio racista. También exigió la suspensión de todas las ejecuciones en Texas, debido "al creciente riesgo de que se mate a personas inocentes".
Graham, un afroestadounidense sentenciado por el asesinato en 1981 de un hombre en la ciudad texana de Houston, se declaró inocente hasta el mismo momento de su ejecución en el presidio de Huntsville.
"Yo no maté a Bobby Lambert, y la verdad se conocerá finalmente", dijo el condenado.
Graham, que pidió ser recordado por el nombre africano Shaka Sankofa, había prometido que no colaboraría con sus verdugos. Fue necesaria la intervención de cinco guardias para llevarlo desde su celda a la cámara de la muerte y testigos afirmaron que fue esposado para la ejecución.
Los testigos también afirmaron que presentaba varias marcas en el pecho. "Me están matando esta noche… Me están asesinando esta noche", dijo en la cámara de la muerte.
Graham tenía sólo 17 años cuando fue sentenciado, y su ejecución, a las 20:49 hora de Texas del jueves, fue repudiada por varios grupos de defensa de los derechos humanos a lo largo y ancho de Estados Unidos.
"La vida de Gary Graham y su muerte no han sido en vano", dijo Louis Farrakhan, líder de la Nación del Islam, un grupo de presión religioso afroamericano. "La pena de muerte y la manera en que es ejecutada en personas negras y pobres, particularmente, debe ser revisada", agregó.
"La lucha de Gary Graham por vivir conmovió a personas de todo el mundo y significa un paso hacia la abolición de la pena de muerte en Estados Unidos", afirmó Farrakhan.
Graham no era musulmán, pero siguió los consejos espirituales de Robert Muhammad, líder de la mezquita de Houston. Junto a Jackson y al activista de derechos humanos Al Sharpton, Muhamad presenció los momentos finales de Graham en Huntsville.
"Creo que la ejecución de Graham fue abiertamente en contra de los principios internacionales y del deseo de la comunidad internacional de abolir la pena de muerte", declaró la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Mary Robinson.
El gobierno de Francia también expresó su "consternación" por el caso Graham. "Las autoridades de Texas concientemente corrieron el riesgo de ejecutar a un hombre inocente", dijo Anne Gazeau-Secret, portavoz de la cancillería francesa.
Francia promoverá la abolición de la pena capital cuando asuma la presidencia rotativa de la Unión Europea, adelantó Gazeau- Secret.
Estados Unidos es uno de los pocos países que permiten la ejecución de personas acusadas por delitos cometidos antes de los 18 años, un extremo proscrito por la Convención Internacional de los Derechos del Niño.
Robinson destacó que la Convención ha sido ratificada por 191 países, a excepción de Estados Unidos, y que es "uno de los instrumentos de defensa de los derechos humanos con más apoyo en el mundo".
Los grupos abolicionistas como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Unión de Libertades Civiles Americana, que habían pedido la intercesión de Bush y de la Corte de Apelaciones de Texas en favor de Graham, también rechazaron públicamente la ejecución.
"La noche anterior ejecutaron a un recluso con severos problemas mentales en Florida y esta noche está prevista la inyección letal para un hombre convicto por un crimen que cometió cuando era niño", dijeron representantes de Amnistía Internacional poco antes de la ejecución.
El gobernador de Florida, Jeb Bush, es el hermano del gobernador de Texas.
"La ejecución de Gary Graham viola todas las reglas de las convenciones internacionales: la prohibición de aplicar la pena a menores de edad, las garantías de la adecuada representación en todas las etapas del proceso, la prohibición de ejecutar a un prisionero cuando su culpabilidad está en duda", agregaron.
La ejecución evidencia "la naturaleza defectuosa del sistema de justicia estadounidense", afirmaron.
Bush reiteró en una conferencia de prensa su seguridad en que "se estaba haciendo justicia". Quienes pedían la suspensión de la sentencia lo acusaron de permitir la ejecución sólo para presentarse como un dirigente inflexible ante el crimen.
La Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos rechazó el jueves, por cinco votos contra cuatro, una petición de los abogados de Graham de revisar el caso.
También fue denegado un recurso de último minuto presentado a la Corte Federal de Distrito en Austin, Texas, denunciando la violación de derechos civiles.
La mayoría de los texanos todavía apoyan la pena de muerte, aunque una encuesta indicó que más de la mitad de la población del estado también cree que en algunos casos han sido ejecutadas personas inocentes. (FIN/IPS/HD/ks/da/rp-ff/hd/00