Ya pasó el tiempo en que la escasez de lluvias era un problema únicamente para la agricultura en Brasil, pues ahora la sequía determina también racionamiento de agua y la amenaza de apagones en muchas ciudades del país.
Tres millones de personas afrontan desde el jueves en Sao Paulo un día de cada tres sin abastecimiento de agua, mientras que Recife, una gran región metropolitana del nordeste, soporta una situación peor desde 1983, ya que muchas veces las tuberías permanecen secas seis días a la semana.
En el nordeste, la región más pobre del país, la sequía es crónica y la mayoría de sus ríos no es perenne.
En cambio, Sao Paulo es víctima de un fenómeno cíclico, que ocurre más o menos cada tres décadas por alteraciones en los vientos a causa de un calentamiento de las aguas del océano Pacífico, según los meteorólogos.
El Instituto Nacional de Meteorología pronosticó que hasta septiembre casi no caerán lluvias en el centro-sur de Brasil, provocando la peor sequía de los últimos 25 años.
En el estado de Sao Paulo, el más afectado, el índice pluviométrico fue de dos milímetros en mayo, contra el normal de 90 milímetros, después de un abril ya muy seco.
El racionamiento comenzó a implementarse antes en varias ciudades del interior de ese estado, como Sorocaba, a poco más de 100 kilómetros de la capital.
En la vecina localidad de Itú, las escuelas piden a los alumnos utilizar el baño una sola vez al día y pasaron a ofrecer merienda con alimentos sin necesidad de cocinar, para ahorrar agua.
La ciudad de Sao Paulo sufre también los efectos de la contaminación de sus manantiales y cursos fluviales, con sus orillas ocupadas en forma ilegal por una población sin alternativas para obtener su vivienda.
El racionamiento actual se debe a la falta ocasional de lluvias y se adoptó para evitar un colapso de la represa de Guarapiranga, que abastece a los tres millones de habitantes del sur y oeste de la ciudad, explicó el presidente de la Compañía de Saneamiento Básico del Estado de Sao Paulo, Ariovaldo Carmignani.
Pero el origen real del problema es la expansión de la capital estadual sobre las áreas de manantiales, reduciendo la captación y contaminando las aguas, admitió.
El Instituto Socioambiental (ISA, una organización no gubernamental) denunció que la cuenca hidrográfica de Guarapiranga perdió más de 15 por ciento de su vegetación en los últimos 10 años y su área de ocupación urbana creció 50 por ciento.
En lo que va del año llovió más que el promedio histórico en Sao Paulo, pero el nivel de la represa bajó a menos de mitad de su nivel máximo luego de dos meses de sequía, sin que hubiera sobreutilización de sus aguas.
Eso significa que bajó la capacidad de captación del sistema, indicó Marussia Whately, coordinadora temática del ISA.
Whately afirmó que la ocupación desordenada de las orillas de ríos y embalses se mantiene, lo cual puede determinar un déficit permanente de agua en Sao Paulo, que concentra 17 millones de habitantes en un planalto cerca de nacientes de los ríos y por eso con escasa posibilidad de acumulación hídrica.
La ineficiencia de las empresas de saneamiento de Brasil, con pérdidas de 40 por ciento del agua distribuida, es apuntada como otro factor del desequilibrio.
Pero en Sao Paulo la pérdida efectiva es de sólo 17,2 por ciento, "mejor que en Europa", sostuvo Carmignani. El índice oficial es de 32 por ciento, pero parte se debe a agua consumida pero no registrada por fraude o errores de medición, justificó.
El estiaje asusta también a los industriales del centro-sur del país, que temen se racione la distribución de energía eléctrica en los próximos meses y una crisis aún más grave el próximo año, por coincidir con la recuperación económica.
Los efectos de las distorsiones climáticas en Brasil son mayores que en otras naciones debido a que los ríos responden por 93 por ciento de la generación de electricidad consumida en el país.
Esa dependencia deberá bajar a 80 por ciento con la construcción de 49 centrales termoeléctricas que funcionarán con gas natural, pero será difícil ponerlas todas en operación antes del 2003, en el plazo previsto originalmente.
Para ello faltan inversionistas interesados, además de que la industria mundial de turbinas térmicas, compuesta de escasas empresas como la alemana Siemens y la estadounidense General Electric, ya advirtió que no dispondrá de producción suficiente para atender al plan energético brasileño.
El riesgo de ocurrir un déficit energético, y consecuentes apagones, podrá alcanzar 11,9 por ciento en el sudeste y centro- oeste de Brasil el próximo año, reconoce un informe de Eletrobrás, empresa que controla la generación eléctrica del sector estatal. El índice aceptable es de hasta seis por ciento.
El "racionamiento voluntario" es la única forma inmediata de evitar el agravamiento de la situación y el gobierno debe actuar en ese sentido, señaló la Asociación Brasileña de Consumidores de Energía, que congrega a 52 grandes grupos industriales que acaparan un quinto del consumo energético nacional.
La Federación de las Industrias de Río de Janeiro divulgó entre sus asociados un documento en el que prevé un inevitable racionamiento en el 2001, sin descartar su inicio aún en este año. Por eso urgió a las empresas a acelerar sus proyectos de generación eléctrica y de conservación energética.
En tanto, el ministro de Minas y Energía, Rodolpho Tourinho, descartó el racionamiento, arguyendo que Brasil comenzó a importar electricidad de Argentina, con 1.000 megavatios que se doblarán al final de este año.
También se podrá anticipar el comienzo de operaciones de numerosas centrales termoeléctricas e hidroeléctricas, agregó. (FIN/IPS/mo/dm/ip en/00