Las semillas de arroz fortificadas con vitamina A, el nuevo producto de la ingeniería genética, son un invento para mejorar la imagen de esa industria y deben mantenerse alejadas de Asia, advirtieron expertos.
Esas semillas, llamadas "arroz dorado", no reducirán la desnutrición ni la falta de vitamina A en los países en desarrollo, ni constituirán una solución sustentable para la seguridad alimentaria, agregaron.
Las empresas de agrotecnología Zeneca Agrochemicals, de Gran Bretaña, y Greenovation, de Alemania, adquirieron por un acuerdo celebrado el 16 de mayo derechos exclusivos sobre un nuevo tipo de arroz manipulado genéticamente con vitamina A.
Científicos suizos y alemanes modificaron las semillas para que produzcan betacaroteno, un precursor de la vitamina A, lo que le otorga un tono dorado.
Zeneca distribuirá las semillas gratuitamente a campesinos pobres, pero organizaciones de activistas expresaron que no desean el producto en el sudeste de Asia.
Más de 90 por ciento del arroz mundial se produce y consume en Asia, donde es un alimento básico. Este continente también alberga a los mayores exportadores de arroz, como Tailandia y Vietnam.
Sin embargo, aún están en curso las pruebas del nuevo producto y es improbable que llegue a los platos antes del año 2003, según Zeneca.
"El objetivo de esas multinacionales no es realmente ayudar a la humanidad", afirmó en una entrevista Wighoon Lianchamroon, coordinador de Biothai, un grupo defensor de la biodiversidad y los derechos de los agricultores.
"Su meta es el lucro. No les podemos entregar el futuro de nuestros campesinos", agregó.
Biothai declaró que "los pequeños agricultores no podrán alcanzar la seguridad mientras las transnacionales controlen estas tecnologías y regalen semillas manipuladas genéticamente como otros donan alimentos. Simplemente no funciona."
Las empresas fabricantes del arroz se proponen entregarlo gratuitamente a campesinos de países pobres, donde gran parte de la población padece deficiencia de vitamina A -además de hierro y yodo-, y comercializarlo en el mundo industrializado.
Una ingesta adecuada de vitamina A ayudaría a reducir la mortalidad infantil en un tercio en las naciones en desarrollo y prevendría unos 500.000 casos de ceguera cada año.
El coinventor suizo del arroz dorado, Ingo Portrykus, dijo que el otorgamiento de derechos comerciales a Zenaka permitiría "entregar el arroz dorado más rápidamente a aquellos que más lo necesitan", declaró Zeneca.
Pero tres organizaciones no gubernamentales asiáticas afirmaron en una declaración publicada este mes que medidas como las de Zeneca "tienden a ocultar los verdaderos problemas, como la pobreza y el control sobre los recursos".
Las tres son Biothai, el Movimiento Campesino de Filipinas y la Asociación de Agricultores y Científicos para el Desarrollo (Masipag), también de Filipinas.
"La desnutrición es un problema de pobreza, no de tecnología", señaló en la declaración Day-cha Siripat, de la Red de Agricultura Alternativa de Tailandia.
Informes de las Naciones Unidas señalan que la respuesta a la desnutrición radica en gran parte en la diversificación de los alimentos.
Las verduras de hoja verde, las naranjas y el aceite de palma roja son buenas fuentes de vitamina A. La reintroducción de vegetales ricos en micronutrientes tuvo buen resultado en países como Tailandia y Bangladesh.
"La propia experiencia de diversificación de los agricultores revela que hay muchas formas de corregir la deficiencia de vitamina A en Asia sin aislar el problema de la realidad socio política", señala la declaración de las tres ONG asiáticas.
Los críticos señalan que la introducción del arroz dorado revela una falta de comprensión de las raíces socioeconómicas de la pobreza, el deseo de las grandes empresas de reparar su imposición de productos transgénicos en los países en desarrollo y su intento de controlar aspectos clave de la agricultura. (FIN/IPS/tra-en/kn-js/js/mlm/en-dv/00